extra-n-1  Mujeres que cuentan [ESPECIAL AUTORAS]

 

AUTORAS X AUTORES

Lucía Carballal,
debajo de la piel está la playa

Félix Estaire

Lucía CarballalLucía Carballal (1984) tiene en la mirada y en su forma de respirar esa serenidad que tanto admiro de los nacidos en los 80. Lucía se forma en dramaturgia en la Resad (Madrid), el Institut (Barcelona) y en la Universidad de las Artes de Berlín y en guión en la Universidad Carlos III de Madrid. Lucía tiene además, una amplia experiencia teatral, puesto que sus piezas han pasado por un amplio número de escenarios de toda España. Pero sobre todo tiene una escritura de presente y profundidad, de cercanía, de contacto con el otro o la otra, de frases iceberg que tan buenas son para los actores y actrices, de mujer-mano que produce maná para el decir de las bocas y los corazones. Su dramaturgia tiene un aire de apariencia sencilla (ojo, solo apariencia) que te va calando poco a poco, pero que termina por empaparte, que empieza suave y bajándote la guardia para llegarte tan dentro como pueda llegar una palabra en su viaje al interior de un cuerpo. Y es esa limpieza, esa costura fina de las cosas la que va haciendo el traje con el que te verás (y mirarse a uno mismo se hará inevitable, aunque te empeñes en cerrar los ojos) al final de los textos de Lucía. Y es que esta joven y entregada dramaturga construye con esa sensación de transparencia que todos sentimos ante la mirada de quienes son como nosotros. Por eso no estás ya frente a un espejo, sino que estás directamente viéndote, palpándote, como quien ve frente a frente a una réplica de sí mismo, con su propia y legítima respiración. Y es que en la escritura de Lucía hay algo cautivador que se instala en el cuerpo porque es un todo sembrado con orden y gusto en la elección correcta de las palabras que se han de decir. Y porque todo se presenta tan bien urdido que no percibes la carpintería ni siquiera donde sabes que debe haberla, como cuando algo nos gusta tanto que no podemos ni siquiera pensar en cómo está hecho porque su sola presencia nos deleita o nos atrapa… como el misterio de mirar el fuego o el mar. Pero en los textos de Lucía también se entretejen el horror y el miedo. Hay una frustración casi genética en los personajes, endémica, como si viviéramos todos conectados por una esencia umbilical y frustrante que te grita y apela desde el texto y se te instala en el corazón. Algo como ese deambular inherente a todo ser humano que observa su propia vida como un empeño estéril por alcanzar sueños que pertenecen a otras almohadas, que se hicieron para ser soñados por otros, pero que nosotros nos empeñamos en hacer nuestros. Y es a partir de ese empeño que la vida va depositando frustraciones en los cuerpos, que al principio son líquidas, pero después se vuelven hueso pegado a tus propios huesos, dejándote en el mundo como un ser habitado por residuos del pasado, como si a una cafetera no le pudieras quitar nunca los posos del café y cada día te quedara menos espacio para las nuevas cucharadas. Y es ahí donde podemos ver las heridas de los personajes, y por donde se meten una y otra vez las palabras de Lucía. Planteamientos que hacen de una conducta la degeneración que la enfermedad va produciendo inexorablemente en los cuerpos (Mejor historia que la nuestra, Accésit Premio Marqués de Bradomín 2012). O la incapacidad genética para la maternidad (Personas habitables, proyecto seleccionado por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música para el Programa Dramaturgias Actuales 2015). O la agotadora, decepcionante e infructuosa la lucha política (A España no la va a conocer ni la madre que la parió, Co-escrita junto a Víctor Sánchez). Pero también la transparencia de la soledad o incluso, la lucha a muerte por conseguir lo que querías y después, desear no haberlo conseguido. El ser humano es tan así y está tan bien tratado, casi arrojado en ese continuo devenir de frases, que el texto de Lucía te interconecta con el otro casi sin que te des cuenta, pero de una forma tan potente y certera que, si después de ver una de sus piezas cayera un rayo la corriente nos llegaría a todos y a todas. Y es quizás por eso, por esa naturaleza tan cercana de la propia Lucía que al conocerla me umbilicó, supongo, porque es como si ya la conociera de largo. Estoy ya deseando ver qué nos pone delante con Los temporales que estará en la Sala de La Princesa del Teatro María Guerrero del 8 al 19 de junio de este año 2016. Perdérsela será perderse la oportunidad de conocerla y, sinceramente, ustedes no merecen ser tratados así por ustedes mismos.

FÉLIX ESTAIRE
Autor, director y dramaturgo.

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