N.º 54Teatro presencial y teatro virtual

 

Infancia y juventud

Ternura y honestidad: El Patio Teatro

Nieves Rodríguez Rodríguez

 

El Patio Teatro acaba de cumplir diez años.
Diez años de ternura y honestidad.
Diez años de lenguaje propio.
Diez años de reconocimientos nacionales e internacionales.
Diez años y tres obras: A mano, Hubo y Conservando memoria, su último espectáculo.
Nos reunimos en la pantalla…
Ellos desde el local en el que juegan, en La Rioja.
Y quien esto escribe desde su escritorio de Madrid.
Aparecen en pantalla los dos: Izaskun Fernández y Julián Sáenz-López, El Patio Teatro.
Sobre sus cabezas se vislumbran marionetas, cajas de madera, botes de conserva…

 

NIEVES RODRÍGUEZ. Qué bonito cumplir diez años con éxitos rotundos.
Qué raro este año.
¿Cómo vivís esta paradoja?

JULIÁN SÁENZ-LÓPEZ. Como la mayoría del agente, creo yo. Habrá gente a la que le habrá tocado vivir cosas muy duras, pero hay que gente que ha vividos cosas, sobre todo en el confinamiento, como de mirar hacia adentro y de disfrute. Es raro decir esto. Ha habido malos y buenos momentos al mismo tiempo. Un año muy loco, ¿no?

IZASKUN FERNÁNDEZ. Sí. Eso. Un año muy loco para todo el mundo. Nosotros estábamos muy contentos porque teníamos muchas cosas y era algo para celebrar, pero, de repente, llegó todo esto y se paró. Como para el resto de las compañías. Hemos vuelto a arrancar más de lo que creíamos.

J.S. Sí y creo que está mucha gente igual. Está viniendo todo de golpe. Estamos acostumbrados a vivir un tiempo más despacio y, de repente, todo el mundo está estresado.

Risas.

Para nosotros ha sido un año en que han pasado cosas muy bonitas. Fuimos a FETEN con Conservando memoria, luego el CDN nos contactó… Nos pasaron cosas muy bonitas justo antes de que nos confinaran. Y nosotros decíamos “este es nuestro año”, pero es el año de la COVID.

 

N.R. El teatro es el espacio que está demostrando que la seguridad es idónea.
Y es uno de los espacios que más se está preocupando en que esto sea así.
Sigue siendo vuestro año.
Tenéis hasta diciembre muchos bolos y el colofón es formar parte de la programación oficial del Centro Dramático Nacional con Conservando memoria.
Hace unos meses la videocreación que os pidió el CDN para #laventanadeldramático fue un soplo de aire fresco.
Es una pieza preciosa.
Yo quisiera compartir unas palabras que dice Federico García Lorca en esa conferencia que está íntimamente ligada con vuestro lenguaje propio.
Esa cosa tan difícil de conseguir que es la voz propia y que, claramente, vosotros tenéis y, además, defendéis. Son estas:

“El niño está obligado a ser un espectador y un creador al mismo tiempo. Un creador que posee un sentido poético de primer orden. No tenemos más que estudiar sus primeros juegos, antes de que se turbe la inteligencia, para observar qué belleza planetaria los anima, qué simplicidad perfecta y qué misteriosas relaciones descubren entre cosas y objetos. Con un botón, un carrete de hilo, una pluma y los cinco dedos de su mano construye el niño un mundo difícil cruzado de resonancias inéditas que cantan y chocan entre sí de turbadora manera. Con la alegría de que no han de ser analizadas. Mucho más de lo que pensamos comprende el niño. Es inocente, por lo tanto, sabio. Y, desde luego, comprende mucho mejor que nosotros la clave inefable de la sustancia poética.”

J.S. No sé qué decir. Gracias. Para nosotros es lo más importante. Intentar buscar un lenguaje propio. Y si desde fuera se ve que lo hay… Pues, no sé, para mí es la mayor satisfacción.

 

Videocreación que está inspirada en la conferencia De las canciones de cuna española que Federico García Lorca impartió en 1928

Aquí se puede ver la videocreación que está inspirada en la conferencia «De las canciones de cuna española» que Federico García Lorca impartió en 1928. Para ella la compañía contó con la colaboración de Ultramarinos de Lucas y Momo. El resultado es un mundo de objetos y cosas inolvidables: https://laventanadelcdn.com/el-patio-realiza-una-videocreacion-inspirada-en-lorca-con-los-objetos-de-su-cocina/ 1

 

I.F. Nosotros hemos intentado buscar un lenguaje, pero no somos muy conscientes de eso. La manera que tiene de trabajar El Patio muchas veces es por necesidad de contar una historia, de sacarla afuera de este local, de nuestras mentes, de nuestros cuerpos… Y tratamos de buscar cuál es el mejor modo para contar. Al final, sin quererlo, nos hemos ido refugiando en lo íntimo, en lo pequeño, en lo delicado, en el silencio, en los objetos. Tratar de simplificar más las cosas, hacerlo todo más sencillo. Hemos tratado de buscar un lenguaje más depurado, pero todo eso se ha producido por una búsqueda y por un hallazgo casual. Nos levantamos con unas ganas terribles de sacar hacia fuera lo que llevamos dentro y probando, probando, probando, y muchas veces errando, damos con la mejor manera. En Conservando memoria al principio fueron los tarros, luego los botes, luego un formato más grande… Sí, hay una pátina de estética que igual nos define un poco. Me parece muy hermosos eso que has dicho. Gracias.

 

N.R. He visto en vuestros trabajos, sobre todo en Hubo, que hacíais este espectáculo solo para adultos.
Esta capacidad de llegar a todos los públicos con un lenguaje tan impregnado de poesía, de llegar a tocar al alma de los espectadores que somos copartícipes de vuestros espectáculos…
No sé si sois conscientes de esta grandeza.

J.S. Nosotros cuando nos ponemos en un proceso de creación pensamos en cómo contar la historia y cómo es la mejor manera para hacerlo. Pero no nos centramos mucho en la edad de a quién va dirigida. Pero sí que pensamos siempre que lo pueda comprender un niño, que lo pueda comprender nuestro padre o una maestra. Que llegue a ese rango de personas.

I.F. A veces nos sorprendemos nosotros mismos cuando estamos con algún proceso, con algún proyecto entre manos. Muchas veces no sabes muy bien qué estás haciendo ni si verdaderamente lo que a ti te emociona, te toca el alma o lo que tú consideras tan importante va a ser así para el otro. Pero, al final, nos hemos dado cuenta, después de este tiempo creando, girando, probando diferentes cosas que hay temas o fibras o capas en el ser humano que son universales. Hay algo que está ahí que lo tenemos todas y todos. Cuando se habla de la soledad, de la tristeza, del amor… Hay algo que nos gustaría que nos definiera que es la ternura. Cuando tocas desde lugares que son muy puros y tiernos. De ahí depurar nuestro lenguaje para llegar a lo puro, a la simplicidad, a la ternura. Y esos son mundos que pertenecen mucho al niño, como hemos escuchado en la conferencia de Lorca, que están sin contaminar, que son profundos. Pero, como te decía, nunca sabemos qué tenemos entre manos. Así que tratamos de invitar a gente al local muy dispar, de sensibilidades distintas, no solo mujeres y hombres de teatro, para saber si ahí hay un pulso común. Vamos viendo, muchas veces estamos muy perdidos. La mayoría de las veces estamos completamente perdidos.

J.S. Sí. Hay veces que estamos encerrados en el local y que no sabemos qué tenemos entre manos. Ese momento en que tenemos que invitar a gente de fuera para decirles: “Oye, ¿qué hemos hecho?”.

 

N.R. Tanto en Hubo como en Conservando memoria hay algunas resonancias temáticas que tienen que ver con el homenaje a los mayores.
Al mundo rural o a las costumbres perdidas.
¿De dónde nacen ambas obras?
¿Sois conscientes de esta ligazón?
¿O es una mirada particular?

I.F. Sí. Sí que la vimos.

J.S. La memoria, ¿no? La memoria es lo que las une. El homenaje para intentar que no se pierdan las cosas buenas, las cosas que han marcado a generaciones. Recuperarlas. Tenemos amor hacia eso, hacia los oficios perdidos, hacia la poética de lo que se va, de lo que desaparece.

 

Un momento de Hubo

Un momento de Hubo.  2

 

I.F. Muchas veces cuanto te planteas hacer un espectáculo quedan dentro de ti vestigios, como reductos pequeños que, sin querer, recuperas en el siguiente. Cuando empezamos a trabajar con Hubo nuestro punto de partida fue la memoria. Y claro, eso abarca un mundo infinito. Sabíamos que queríamos trabajar con la memoria, con lo que desaparece y de pronto, esa puerta, que te puede llevar a cientos de miles de universos, se fue cerrando y nos marcó un camino que era la memoria rural de esos pueblos abandonados. A formularnos preguntas como quién vivió aquí, quién habitó este lugar… Y gracias a un amigo que es experto en ríos y que tiene una pasión brutal por el agua, dimos un paso atrás y dijimos: los pueblos inundados, la memoria arrebatada, esto no es una casa abandonada, es una casa sumergida. Nos fuimos por ahí y Hubo fue tomando esa forma. Pero por trabajar con la memoria quedan residuos en nuestros cuerpos. Cuando nos pusimos a trabajar con Conservando memoria tenía un motor muy claro: quiero contar que amo a mis abuelos. Ya veríamos cómo esto podía ser interesante para el público, pues, aunque sean los míos queríamos que fueran los de todos. Pero quedaron capítulos sin cerrar del anterior espectáculo que fue Y hablar también de la gente que envejece en los pueblos, esa sabiduría rural, esos paisajes… Que al final es el nuestro. Llegamos a ello porque son nuestros abuelos, nuestros pueblos, nuestro paisaje y nuestro medio. Pero sí, yo creo que quedaron residuos de cosas que se tocaron y al final…

 

N.R. En Conservando memoria hay muchos lenguajes.
La poética del objeto, de las manos, la palabra, muchos personajes…
Es una obra muy compleja.
¿Cómo ha sido el proceso?

J.S. Al principio fue Izaskun. Ella hizo el primer borrador con las preguntas que hace a sus abuelos… Bueno, cuéntalo tú…

I.F. Teníamos una duda gigantesca. Somos una compañía que ha cumplido diez años, pero tenemos tres espectáculos. Y el primero y el segundo no tienen texto, pero sí tienen dramaturgia. Pero no había texto porque nos daba vértigo la palabra. En los anteriores espectáculos tanto en A mano como en Hubo hay texto velado, nosotros llevamos el diálogo y el pulso internos de cada personaje. Pero teníamos miedo a la palabra hablada. Y cuando nos pusimos a intentar conservar la memoria –de ahí nació el trabajo con botes de conserva–yo quería decirles a mis abuelos, que están vivos, que los quiero. Porque hubo un momento en que estaba esperando que mis abuelos murieran para hacerles este homenaje. Hasta que un buen día me dijeron: “¿Por qué vas a esperar a que se mueran? Hazlo ahora que están vivos”. Y eso fue el motor resolutivo. De pronto vi que no teníamos tiempo. Le decía: “Oye, Juli, vamos a hacerlo porque ahora quiero hacerlo antes de que se mueran”. Y el juego empezó por generar la dramaturgia a partir de quince o veinte preguntas que iban de lo más banal a lo más profundo. Por ejemplo, ¿cuál es tu mes del año favorito? ¿Cómo te gustarían que te recordaran? ¿Me cuentas una historia triste? Era una entrevista para sacar chicha a mis abuelos.

J.S. Ahí está la primera decisión de elegir qué texto, qué preguntas vas a hacer. Y tú elegiste unas preguntas concretas que iban hacia un lugar porque con ellas intentabas buscar poesía. Las preguntas leídas hubo un momento que pensamos en meterlas en la dramaturgia porque leídas de seguido eran muy poéticas. Era un texto muy hermoso y de ahí fue que sacamos todo el material. Las preguntas, las respuestas, una mesa y los botes que teníamos de nuestras madres y abuelas. Con eso nos encerramos y empezamos a jugar. Empezamos creando pequeñas escenas, creando una dramaturgia desde la infancia hasta la vejez, llegando a la muerte. Creamos un pequeño esqueleto y con él Izaskun se fue a casa y reescribió.

I.F. Tenía muchísimas respuestas de mis abuelos con una carga poética muy potente, pero todo está cribado por mi pluma. Descubrimos, Julián ha dirigido la pieza, por qué tiene este pulso el espectáculo. Yo le dije: “Juli, he estado haciendo entrevistas a mis cuatro abuelos y es que no he encontrado nada extraordinario. No tenemos ni siquiera un tío americano.”

Risas.

Es que en todas las familias había un tío que se iba a América y mis abuelos no se han movido de cincuenta metros a la redonda. Llegué abrumada porque hay respuestas muy gloriosas de mis abuelos, pero la búsqueda de personajes ilustres y extraordinarios en mi familia, no hay nada de nada. Todos viven en el mismo sitio y son primos entre ellos. No, no tengo material extraordinario para generar una pieza. Y Julián me miro y me dijo: “Eso es lo extraordinario”. Y esa fue una energía que dio el alma a la dramaturgia. ¿Qué ingredientes necesita una vida para ser extraordinaria? Es una pregunta que lanzo en el espectáculo y que fue la puerta de salida. ¿Por qué es más extraordinaria la vida de alguien que ha recorrido el mundo en globo que la de una mujer que sabe cuándo florecen las plantas o sabe hablarle a la tierra? Queríamos que fuera un homenaje a la vida, a lo extraordinario de la vida. Y a veces es pararte en un huerto a contemplar las lechugas crecer.

 

Un momento de Conservando memoria

Un momento de Conservando memoria.  3

 

J.S. Y que resulta que es un homenaje a toda una generación. De repente algo que era muy personal, que nacía de lo íntimo, se convertía en un proyecto más universal.

I.F. Y luego eso. Julián me fue guiando a base de improvisaciones, un hilo conductor que va de la infancia a la muerte. Porque el momento de la muerte era un tema que queríamos tocar, pero desde la vida… Y en la respuesta de mi abuelo estaba todo, se ríe de la muerte y va al cementerio a buscar sitio. Esa es una mirada muy poderosa de la muerte. Festejar la vida. Porque nació de eso, de querer festejar la vida de mis abuelos y decir: qué vida más extraordinaria tuvieron.

 

N.R. Me voy a ir por otros derroteros…
En este canto a la vida que hacéis, ¿cómo creéis que puede afectar al teatro para niñas y niños la crisis que estamos teniendo?
La sanitaria, la educativa, la social, la ética, etc.

I.F. El otro día leí una entrevista de hace tiempo que me dio un soplo de alegría. Se puede hacer teatro pese a todo. El teatro es necesario y se puede hacer teatro, pese a todo. Y algo que nos deja esto, por lo que ves, es la necesidad de la gente de soltar sus miedos, su soledad, su angustia. El teatro es una vía, un canalizador para dar rienda suelta… La mejor manera de expresar lo abatido que has estado o lo frustrado que has estado en casa encerrado o lo difícil que es no poder tocar al otro, puede ser el teatro. No solo verlo, sino hacerlo. No sé si habrá más espectadores después de todo, creo que habrá los mismos, pero quizá haya más gente que necesite sacar, más niños, también, que lo necesiten. Porque para ellos ha tenido que ser una marcianada esto que ha sucedido, sobre todo para los más pequeños.

J.S. La creación muchas veces viene desde la incomodidad. Porque cuando estás cómodo desde ahí no tienes necesidad, muchas veces, de crear. Cuando te han pasado cosas o cuando has vivido cosas buenas o malas es que tienes la necesidad de contarlas y compartirlas. Y en este caso concreto va a haber muchas compañías que no salgan adelante, que no puedan salir de esta situación. Pero habrá otras que van a tener tiempo. Y el tiempo también es un valor. Yo creo que cuando esto pase nos vamos a juntar con muchas nuevas creaciones.

I.F. Muchas veces lo hablamos, ¿qué sucederá dentro de un año o dos? Entendemos que somos excesivamente románticos cuando hablamos de esto porque El Patio es romántico. Pero entendemos, también, que muchas compañeras y compañeros lo están pasando francamente mal. Pero le decía en estos días a Juli: “¿Te imaginas?, dentro de dos años va a ser una primavera brutal, un nuevo florecer.” Hablas con unos y otros y sí, muchos lo están pasando difícil, pero están creando porque no saben hacer otra cosa. Esto es lo que saben y quieren hacer. Soñamos que vendrá el año de cientos de producciones de teatro maravillosas y lo bueno que le vemos a estos días tan raros de actuaciones es que la gente tiene ganas de ir al teatro. Y hay una emoción al final de cada obra… También como espectadora. No sé, tengo fe en que es imposible que esto se venga abajo. Teatro, pese a todo. El sector infantil está sufriendo mucho, sobre todo con las campañas escolares. Pero volverá, no tengo ninguna duda.

 

N.R. Y cuando venga esa primavera brutal y florecida…
¿Qué nuevo espectáculo haréis?
¿Estáis investigando?
¿Tenéis algo en mente?

Risas.

J.S. Durante el confinamiento, que estábamos que nos subíamos por las paredes, hicimos videollamadas y nos mandábamos deberes cada día que poníamos en común al día siguiente. Estuvimos creando como un germen. Y ahí tenemos una idea pequeña que estamos esperando que llegue el momento para darle forma.

I.F. Sí. Estuvimos creando una especie de correspondencia y nos detuvimos en un tema muy amplio como el amor para empezar a trabajar. Poco a poco fuimos cerrando el círculo e hicimos esta correspondencia con imágenes, fragmentos de textos, etc. Al final del confinamiento también apareció hacer el vídeo de Lorca para el CDN y nos dio mucha fuerza creativa. Volvimos a recuperar las ganas de crear y fue maravilloso. A nosotros los procesos creativos y ensayar es lo que más nos gusta. Disfrutamos de estar perdidos muchas veces.

 

N.R. No sé si debo preguntarlo…
Pero quiero saberlo todo…

Risas.

N.R. ¿Qué forma va a tener? ¿La epistolar?
¿He entendido bien?

I.F. Llegamos a un juego de definiciones. Yo tenía que arrancar la definición con la última palabra. Por ejemplo, ‘mechero’, objeto que sirve para encender. Pues yo cogía la palabra encender. Ahí se generó un juego dramatúrgico de correspondencia con las definiciones hiladas. Y es muy interesante porque sin quererlo ahí hay poesía. No tenemos claro, tampoco, si va a tener texto, palabra hablada, la siguiente obra… Nos hemos lanzado al abismo del texto, de hablar en escena, y no ha salido mal y nos hemos sentido cómodos. No desechamos utilizarla.

J.S. Si la necesitamos la usaremos. El hecho de trabajar sin palabras es también un código. Y es un código que nos gusta porque, al final, trabajas con imágenes que tienes que traducir e ilustrar y ese código nos gusta. Pero hay veces que, aunque las imágenes tengan fuerza se quedan cortas para explicar un concepto que en el momento en que hemos metido la palabra hemos visto que con la palabra es más fácil…

I.F. Era fácil, pero le teníamos mucho miedo. Pero tiene que ser la palabra justa. Y esa búsqueda tampoco es fácil. Nos vimos, de repente, sobrepasados por la palabra escrita, la palabra dicha, porque tienes que encontrar la palabra, la palabra justa. Cuando trabajábamos sin texto también había que encontrar el gesto, la iluminación justa… Es otra norma del juego. No desechamos utilizarla. Ya que hemos arrancado…

N.R. Bueno, Julián todavía no…

I.F. Esa es la idea. La venganza desde la dirección.

Risas.

J.S. Sí. Cambiar los roles. Izaskun desde la dirección y yo a jugar. En este tiempo he disfrutado mucho de la dirección, pero también he echado de menos estar en escena. Me pide mucho volver ahí, a jugar. Ya veremos si Izaskun juega conmigo o solo me dirige.

I.F. Sí, estamos pensando en cambiar los roles. También a mí me interesan otros lugares del teatro como la iluminación y el sonido. Me gustaría mucho y me atrae estar ahí detrás con lo cacharritos, con las luces… Nos gusta probarlo todo del teatro. A ver qué pasa.

 

Un momento de A mano

Un momento de A mano.  4

 

N.R. ¿Todavía os quedan lenguajes o formas que indagar para jóvenes públicos?
¿Qué estáis buscando ahora?

J.S. Infinitas cosas. Nos queda todo.

I.F. Nos queda todo. Por lo que te hemos explicado es que es una manera muy intuitiva de trabajar. Encontrar una historia y querer contarla. Ahí nos volvemos locos siempre, ¿cuál es la mejor manera de contar esto? En esa exploración las posibilidades son infinitas. Y somos ajenos al discurso derrotista de “está todo hecho”. Qué va. Está todo por inventar, por transformar. Eso nos alienta. A veces nos frustramos, pero son las menos veces. Las cosas que me tocan en el teatro, en el cine, en una exposición son las mismas, pero con otros ojos nuevos. Siempre es nuevo. Otro enfoque. Cada persona es única.

 

N.R. ¿Hay algún tema que echéis de menos en los espectáculos para público infantil como creadores o espectadores?

J.S. Yo creo que cada vez hay menos temas tabúes.

I.F. Sí. Los hay, pero hay compañías que se atreven a hablar de ellos. Sigue habiendo para la sociedad muchos temas tabúes. Aunque se haga como que no, hay mucho sufrimiento en el mundo infantil, niños y niñas que sufren muchas cosas todavía y el hecho de que lo sufran porque sean tabú les hace sufrir más. Todavía hay piedras que derribar. Cada vez hay más compañías, más creadoras, más dramaturgas, más directores, gente valiente que se atreve a poner sobre las tablas todos esos temas. Yo no puedo hablar de qué se hacía antes porque no llevo muchos años como espectadora, pero ha habido una progresión en el teatro de nuestra generación, de nuestro país, muy potente. Quizá hace treinta años era impensable poner delante de niños y niñas temas básicos como la muerte, la homosexualidad o un padre preso, por ejemplo. No echo en falta ningún tema. Tengo ganas de ver diferentes modos de abordar esos temas. A veces sí se ve que se hace de una manera muy banal, sin profundidad alguna, dando poco protagonismo, además, a los protagonistas de la historia. Muchas veces se habla de temas de los niños sin saber mucho de los niños… Pero hay textos maravillosos, hay muchas cosas que se están haciendo y se están haciendo muy bien. Vamos bien, ¿no?

 

N.R. Hemos tenido mayores, mujeres y hombres, que nos han abierto camino.
Hemos recibido una herencia muy hermosa.
Vamos bien.

I.F. Sí. A nuestra generación nos ha tocado recibir eso, un atrevimiento, una apertura, una valentía… No hemos recogido silencio, hemos recogido otras cosas que podemos transformar y seguir haciendo para generaciones futuras. Somos una generación bisagra que ha bebido de gente muy valiente.

J.S. Que se ha atrevido a contar más y a utilizar lenguajes más contemporáneos. Gente que ha innovado, que ha apostado. Es la suerte que hemos tenido esta generación.

I.F. Y sobre todo ver que si quieres contar algo puedes hacerlo. Quitarte el lastre ese de “como es para niños…”. Bebemos mucho de esa gente que ha abierto camino. Y nos ayuda a no autocensurarnos. Porque como adultos nos autocensuramos: “si esto lo ve un niño…” Y luego lo ve un niño y no pasa absolutamente nada. Todo lo contrario, su reacción es maravillosa.

J.S. Hay algo importante, que estamos hablando desde la perspectiva de los creadores, pero también tenemos que hablar de la perspectiva de los espectadores. Hay como un miedo a que se hable de algo que no sea puramente diversión. Funcionan mejor los espectáculos que tienen un título de entretenimiento que otros que hablan de la muerte. Pero está cambiando también. Porque los niños, las madres, los padres también arriesgan sobre aquello que quieren ver. Y como han salido transformados del teatro, quieren repetir esa experiencia. Eso está cambiando y nos permite a nosotros poder arriesgar más.

I.F. A nosotros nos gusta el territorio en que nuestros espectáculos los pueden ver tanto adultos como niños y niñas. Ese territorio a la compañía El Patio le interesa mucho. Hemos llegado a hacer bolos a la mañana para escolares y a la noche para adultos. La misma función. “¿Esto lo habéis hecho para niños esta mañana?”, nos preguntaban algunos adultos. “No, hombre, cambiamos la función”, decimos nosotros con ironía. Claro que es la misma.

 

N.R. Vuestra agenda ahora está repleta de funciones hasta finales de año.
Cómo se presentan los meses próximos.

J.S. En el período de marzo hasta septiembre se cancelaron muchos bolos y algunos se aplazaron. Y se han intentado colocar ahora antes que termine el año. Más luego cosas que teníamos de antes. Se nos ha quedado un trimestre que es una maratón. Hay muchas cosas que bailan y otros días que salen cosas nuevas y corriendo. Mucha incertidumbre.

 

N.R. Vais a estar con vuestras tres obras en Granollers, Valencia, Pamplona, Vergara, Pozoblanco, Málaga, Murcia, Guernica, Bilbao, Gijón, Alicante y Madrid.
Qué colofón soplar las velitas de los diez años en el Centro Dramático Nacional…

I.F. Gracias por recordarnos nuestro aniversario. ¡Que ya son diez años! No haremos nada especial. Pero si nos vemos en Madrid, pues unas velitas…

J.S. Ahora miras atrás y cómo me gustaría que fuesen dos años, eso querría decir que soy más joven…

 Risas.

I.F. Nos han pasado cosas maravillosas. Echo la vista atrás y quién nos iba a decir a nosotros que íbamos a estar tan ligados al teatro, que era nuestro sueño. Diez años. Y hemos visto tanto teatro, en cada gira, en cada pueblo… Es un regalo, el mayor regalo. Estar en gira y poder ver teatro.

J.S. Sí. Enriquecerte con la manera de trabajar de otra gente, con el hacer de otras personas.

 

N.R. Muchas gracias.
Mucha mierda con todas las funciones.
Y para los próximos diez años que ya celebraremos.

I.F. En Madrid te veremos, ¿no?

 

N.R. Sí.
En Madrid nos vemos.
Muchas gracias.

J.S. e I.F. Muchas gracias a ti. Ya has visto que hablamos sin parar…

N.R. Eso se agradece mucho, la verdad.

Risas.
Besos lanzados…

 

Y con la promesa del reencuentro nos despedimos.
Cuánta ternura y cuánta honestidad tiene El Patio Teatro.
Entre el 18 de diciembre y el 10 de enero estarán en el Centro Dramático Nacional.
Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa.
De martes a domingo a las 18.00h.
Con Conservando memoria.

Un momento de Conservando memoria

Un momento de Conservando memoria.  5

 

 

Artículo siguienteVer sumario

Copyrights fotografías
  1. FUENTE: El Patio Teatro↵ Ver foto
  2. FUENTE: El Patio Teatro↵ Ver foto
  3. FUENTE: El Patio Teatro↵ Ver foto
  4. FUENTE: El Patio Teatro↵ Ver foto
  5. FUENTE: El Patio Teatro↵ Ver foto

www.aat.es