N.º 54Teatro presencial y teatro virtual

 

CUADERNO DE BITÁCORA

Katana

Paco Gámez

 

La propuesta

Un samurái debe ante todo tener siempre en mente, día y noche, desde la mañana de Año Nuevo, cuando coge sus palillos para desayunar, hasta la noche del último día del año en que paga sus facturas, el hecho de que un día ha de morir. Esa es su principal tarea.

Yuzan, Daidoji, El código del samurái, 1998.

 

Cartel de Katana

Cartel de Katana. 1.

El viaje que supuso Katana empezó con una propuesta. Tras ver una función en el teatro Español, Pedro Casas, amigo director, Mario Sánchez, actor, y yo fuimos a un bar castizo cerca de la plaza Santa Ana. Diluviaba. Era noviembre del 2018.

Pedro había dirigido la lectura de mi texto El suelo que sostiene a Hande, en la Sala Berlanga, y Mario quería iniciar un proyecto con la dirección de Pedro. Mario había leído C.H.A.P.M.A.N. y quería hablar conmigo sobre las posibilidades de montarlo. Yo tenía ese texto apalabrado con otro actor para una posible puesta en escena que ojalá salga pronto, así que ese texto no podía ser.

Hasta entonces, yo había publicado varias obras gracias a premios, pero tenía la honda necesidad de ver mis textos representados. Mi formación es actoral y entiendo el teatro más como escenario que como literatura, y en ese momento, con seis o siete libros y solo una puesta en escena –hacía muchos años, en Sevilla, con dirección de Alfonso Zurro– me sentía contrariado por cómo se estaba desarrollando mi carrera. Pensaba que estar en algún teatro o alguna sala era ya más importante para avanzar que ganar cualquier premio o conseguir otra publicación. Por todo esto, esa noche de lluvia era importante.

Volví a casa con la decisión de escribir un texto nuevo para Mario y Pedro. Ellos me propusieron dos temas, de los cuales uno era ‘el crimen de la katana’. Mario había hecho artes marciales y le interesaba incluirlas de algún modo en el espectáculo. Yo recordaba el crimen de forma superficial, pero formaba parte de mi imaginario adolescente. Tenía algunos condicionantes: serían dos actores, Mario y Jorge Monje, y podía contar con una actriz.

Era la primera vez que iba a escribir para un grupo concreto y eso me extrañaba y me hacía ilusión al mismo tiempo.

Antes de acostarme, leí un poco sobre el crimen y a la mañana siguiente más y más.

2: Como abogada de la defensa puedo decir que él, a su familia, la quería muchísimo, le pregunté si quería a sus padres y a su hermana y los quería mucho. Él está afectao, él ha llegao a llorar, está afectao con remordimiento de todas clases, tiene muchos remordimientos, está muy mal. Es que no es el monstr que- bueno, no es un monstruo, es un niño.

Katana, 2019.

 

La investigación

La imaginación, por supuesto, puede abrir cualquier puerta, girar la llave y dejar que el terror entre en el hogar.

Capote, Truman, A sangre fría. 2017.

Dediqué mucho tiempo a leer y a ver vídeos y noticias sobre el caso que me propusieron, para encontrar qué cosas podían ser relevantes para mi escritura, qué cosas resonaban en mí. Estas son algunas ideas generales que luego tuvieron presencia en el texto:

  • El asesino de la katana tenía diecisiete años cuando mató a su padre, madre y hermana pequeña.
  • La hermana tenía síndrome de down y el chico declaraba querer protegerla.
  • En las noticias de la época (año 2000) se hablaba todo el tiempo de los juegos de rol y del juego Final Fantasy 8 vinculados a las causas del homicidio.
  • El asesino, después de cumplir condena, ha rehecho su vida y tiene su propia familia.
  • La katana fue un regalo de su padre.
  • El joven, después del crimen, intentó llegar a Barcelona para reunirse con una chica con la que hablaba por un chat y a la que le había contado su deseo de matar a su familia e irse con ella. Su nick era “odeim” (“miedo” al revés).
  • El padre, por un lado, mimaba al chico en exceso con múltiples regalos y, por otro, era duro y violento. Encontré una declaración del joven en la que hablaba del terror que le producía su padre.

1: (Como adolescente) Tuve mucho miedo de que mi padre se despertara. Tuve pánico de que abriera el ojo y me viera de pie a su lado, de que me descubriera y me corriera a hostias. Una vez me cogió con fuerza de los brazos y me levantó del suelo. Me meé encima. Fue hace dos años. Sabía que si se despertaba me mataría, así que ya no había marcha atrás.

Katana, 2019.

 

Había muchísimas noticas porque el caso tenía los alicientes para que la prensa amarillista llenara páginas hablando del chico y su entorno. A mí me apeló especialmente el tema del miedo en el ámbito familiar, la figura de la hermana, el joven asesino como inocente por edad, aunque salvaje por su acto. Sentía que la historia tenía ecos clásicos que me podían llevar a escribir una tragedia contemporánea usando como referencias muchas obras y mitos de la tradición griega.

Katana, cia. Viejas Promesas

Katana, cia. Viejas Promesas. 2

 

Problema y bifurcación en el camino

De no haber tenido el reparto que me proponían, seguramente me habría volcado en la figura de chico, pero tenía dos actores pasados los treinta. Podría haber contado con un tercer actor con aspecto de adolescente, pero también necesitaba a una actriz para la madre y/o la hermana. ¿Cómo contar esta fábula con ese reparto? ¿Debía cambiar de historia si no podía contar con un joven? Estuve dándole vueltas.

Había algo más que me conflictuaba: volver a hablar de un crimen. C.H.A.P.M.A.N. trata sobre el asesino de John Lennon y El suelo que sostiene a Hande sobre el asesinato de Hande Kader, una activista transexual turca. Los dos eran casos reales y me servían para escribir tragedias desde un punto de vista actual. Ninguna de las dos tenía mucho que ver con el teatro documento porque ambas eran una fabulación en torno a los datos sin afán de recrear la realidad. Cogía el germen real para construir algo mítico, para contar una historia propia, como hizo –salvando las distancias, no se malinterprete– Shakespeare con Ricardo III o Hamlet. Fuera como fuese, ahora tenía que escribir sobre el “chico de la Katana” y en mi cabeza oía una voz que me decía: “vas a acabar siendo un autor de prensa negra, pero en teatro.”

Este temor y el problema con el reparto me dieron la clave para abordar el texto desde otro lugar. Habría dos líneas: el crimen y la reflexión artística sobre el mismo.

DRAMATIS PERSONAE
1 es un hombre y el chico que fue ese hombre.
2 es varias mujeres.
0 es el autor de todo esto.

Katana, 2019.

 

La autoficción

Mis procesos vienen siempre de un malestar. Uno no empieza a escribir cuando empieza a escribir las palabras, empieza mucho antes, es un proceso que está en mí, que me va habitando, se van acumulando cosas… Cuando decido sentarme a escribir, ahí mato la escritura.

Blanco, Sergio. “El acto de escribir mata la escritura: Entrevista”, Revista Primer Acto, 2019.

 

No me gusta repetir esquemas de escritura. Creo que cada historia requiere de una forma propia para ser contada o de una estructura singular.

Me había decidido a no escribir más sobre crímenes, esta sería la última vez y tendría que ser diferente a las previas.

A veces pienso que un texto surge de las carencias del anterior. Lo que no has podido incluir en una obra que terminas, seguramente te emplace en el siguiente. Construir el mundo de una pieza supone dejar muchos mundos fuera de ella. El texto que había escrito antes de Katana fue Inquilino (Numancia 9, 2º A). Ese texto es una pieza autoficcional, que trata sobre el proceso de abandono de una vivienda por la subida en el alquiler. El yo que habla en este texto no es un yo-autor, no hay una reflexión sobre la escritura, no hay meta-literatura ni meta-teatro. Cuando la escribí, había visto La ira de Narciso, de Sergio Blanco, y me habían hablado del trabajo de Lola Arias. A pesar de eso, lo había escrito sin mucho estudio sobre el género.

Después de escribir Inquilino, asistí en la sala Beckett a un curso sobre los procesos de escritura de Sergio Blanco con el propio autor. Fue ahí donde reparé en que sus textos tratan de él como autor escribiendo sobre algo. Yo no me representaba a mí como autor, eso no lo había hecho aún. También diré que lo que más me interesa de la escritura de Blanco son sus estructuras y juegos, al margen de que lo que hace sea más o menos biográfico. Creo que lo que narra la autoficción es interesante si la vida o el suceso que se cuenta lo es. No me interesan muchas piezas de este género que van por una línea de exhibición emocional, y más si no hay una dramaturgia detrás organizando ese material de forma artística.

Katana, cia. Viejas Promesas

Katana, cia. Viejas Promesas. 3

Mi plan fue generar una falsa autoficción donde los recursos de ese género pudieran estar, pero en las que no hablase de mí, sino de un autor ficticio. Y no digo un alter ego  porque, aunque muchas de mis reflexiones estén puestas en él, también lo están en el resto de personajes.

Sobre un autor y un parricida ya escribió Sergio Blanco una obra maestra: Tebas Land. La conversación de Katana con esta obra es inevitable, aunque hay un cuidado consciente de alejarse de ese precedente en todo momento.

 

Otros referentes

En lugar de orgullo siento un poco de vergüenza. Me hubiese gustado hacer escuchar la voz del criminal; no su queja, sino su canto glorioso.

Genet, Jean, El niño criminal, 2009 .

 

Trabajo mucho con la intertextualidad. Inicio cualquier proceso de lectura leyendo y estudiando obras que se pueden relacionar de alguna manera con la historia que quiero contar, formando una especie de constelación o árbol genealógico de referentes. En este caso, lo primero a lo que me llevó el crimen fue a la tragedia griega y a la obra de Séneca. Volví a Edipo Rey, pero Edipo no era consciente de que estaba matando a su padre. José, el chico de la katana, sí.

Katana, cia. Viejas Promesas

Katana, cia. Viejas Promesas. 4

 

Vi el cuadro Saturno devorando a sus hijos y pensé en ese y otros mitos. La crueldad intrafamiliar en Tiestes y Atreo. Medea asfixiando a sus hijos para castigar a su marido. Pensé en La Orestiada y en el asesinato de Clitemnestra y en sus palabras frente al hijo que va a matarla: “¡Hijo mío, detente! Ten respeto, criatura, a este pecho sobre el cual tantas veces chupaste adormecido, la leche que te daba el alimento” (Esquilo, 2009, pág. 369). Las palabras de Clitemnestra están detrás de las palabras de la madre en Katana.

2: ¿A tu propio padre?
¿A mí también?
No toques a tu hermana, pobre.
Ni se te ocurra.
SOCORRO.
Demonio,
eres el demonio.
Mis dedos.
Mi cabeza.
Mi cuello.
El pecho.
Mi pecho, tu primer alimento, abierto.
Mi cabeza de nuevo.
No puedo creerlo.
Mis manos sin dedos,
yo en el suelo
a los pies de la cama nido…
La niña llora.
Eres el demonio.
Te lo dimos todo,
todo para ti,
niño mío,
cruel,
te quiero.
Demonio,
deja a tu hermana
¿Por qué?

Katana, 2019.

 

Sobre el autor y el crimen, conecté mi trabajo con A sangre fría de Capote – y la idea de caso real– y con El resplandor de S. King, pero sobre todo con la película de Kubrick, uno de los tópicos más claros de escritor volviéndose loco.

Katana, cia. Viejas Promesas.

Katana, cia. Viejas Promesas. 5

 

Otro de los temas que me interesaba era la infancia-adolescencia relacionada con el crimen. Esto me llevó inevitablemente a Genet y a su ensayo El niño criminal, y desde un lado más ingenuo o idealista a los niños ladrones amables de Charles Dickens.

0: Oliver Twist, el ingenuo huérfano de Dickens dio cobijo al niño criminal de Genet y se entendían en su soledad, como dos despojos/
1: Cállate de una puta vez y déjanos dormir.
Silencio sostenido. 

Katana, 2019.

 

Y, por último, están los referentes que aportaba el chico real: José Rabadán. Con él venían el juego Final Fantasy 8, los juegos de rol, las artes marciales o los libros “satánicos” para adolescentes macabros, la Biblia (ahora es un religioso ferviente) y la película Pena de muerte, donde se habla de la posibilidad de perdón y justicia para un asesino, y es una de sus favoritas en la actualidad, según declaró en redes sociales.

1: Has visto “Pena de muerte”, supongo.
0: ¿Qué?
1: La de Sean Penn y Susan Sarandon. Ella es una monja y él está condenado a muerte.
0: Sí, la he visto.
1: Al final, cuando ella está llorando porque a él lo van a ejecutar ya, y Sean Pean le dice que sí, que mató al joven y que violó a la chica, aunque siempre lo había negado, él dice que ha sido siempre un cobarde y que va a pagar su vida porque es lo que toca.
0: Me acuerdo.
1: Ella le dice: “eres un hijo de Dios” y el rompe a llorar porque dice que le han llamado muchas veces “hijo de puta” pero nunca “hijo de Dios”. Algo así sería bonito. Ahora soy creyente, eso me ha salvado.
Silencio.
Luego la Sarandon se pone a cantar todo mal porque no le dejan poner música, está prohibido y aunque no sabe cantar bien canta una canción que habla de Dios. Mira los pelos solo de recordarlo.

Katana, 2019.

 

Las dos líneas argumentales y sus cruces

Toda civilización, en tanto en cuanto resistente frente a la barbarie, asentada en el racionalismo, necesita un canto que nos devuelva la intimidad con el instinto, con lo incomprensible, con los nervios, que nos devuelva el espanto de la existencia pura, y la revelación mediante el espanto, y el amor por el espanto.

Liddell, Angélica, ¿Qué haré yo con esta espada?, 2016.

Así pues, tenía dos líneas de escritura: el crimen y el hombre que quiere convertir ese crimen en un texto teatral. Solucioné la ausencia del adolescente con un primer encuentro (ciber-encuentro) del hombre que fue el asesino y el escritor. Por esa primera escena de ambos juntos, el autor empieza a asociar el físico actual de José con el chico que fue. Me parecía que escénicamente se solucionaba porque toda la función ocurre en las páginas y en la mente del hombre que compone la pieza. Ese José, hombre ahora arrepentido, y el chico que fue, salvaje y capaz de la mayor crueldad, se mueve entre esos dos momentos: el pasado y el presente.

 

Katana, cia. Viejas Promesas.

Katana, cia. Viejas Promesas. 6

 

El autor necesitaba su viaje propio que se desarrollaría en paralelo a la escritura de su tragedia.  Ese personaje debía tener también su propia familia, pues esta obra ya empezaba a tratar sobre la crueldad y el terror al que duerme en el cuarto de al lado o junto a nosotros en la cama o quien es sangre de nuestra sangre. Surgió así la pareja del escritor y su hijo pequeño. El miedo empezaba a ir en todas las direcciones. Del hijo al padre y del padre al hijo. Si el autor intentaba meterse en la oscuridad de la cabeza de José, no podría salir de ahí sin mancharse, sin que su proceso no afectase a su entorno. En los primeros bocetos de escena había algo hermoso en el cuidado del chico por su hermana, en la preocupación porque estuviera bien, y algo terrible en considerar el crimen como una forma para protegerla del mal exterior.

Poco a poco, ese miedo al sufrimiento del que se ama fue afectando a la trama del autor: el miedo a perder a su mujer, el terror ante la posible enfermedad del hijo. En ese momento, la mente del asesino de la katana ya había infectado los procesos mentales del escritor. La línea de la razón había cedido a la línea del pánico. Llegado a ese punto, me parecía inevitable el final de la obra como un juego de espejos.

Leímos la escena final y el director dudó. No quería eso. No esperaba un final así, pero para mí ya no había otra forma lógica de terminar ese trayecto.

Como dice el personaje del chico:

1: Es solo que me imaginé que podía hacerlo. Lo deseé una vez.
Se lo conté a mis amigos. Empezó como un juego.
Le escribí a Sonia que lo haría. Lo juré.
La imagen fue echando raíces en mi cabeza.
De tanto imaginarlo se volvió real.
Silencio.

Katana, 2019.

 

Dejamos entonces una puerta abierta al final. ¿La fábula de la obra está sucediendo realmente o solo está siendo escrita? ¿Cuáles son los límites de la realidad?

 

Katana: montaje y edición

Katana, cia. Viejas Promesas

Katana, cia. Viejas Promesas. 7

 

La primera versión del texto estaba terminada a principios de febrero del 2019. Por esa fecha, la compañía Viejas Promesas empezó a ensayar y pude asistir a algunas sesiones de trabajo para ajustar partes y diálogos.

Por mayo del mismo año recibí la noticia de que el texto había conseguido el Premio Jesús Campos de la AAT. El jurado valoraba el carácter fragmentario, la reflexión sobre el trabajo del autor en la creación y la capacidad para convertir un hecho real en material mítico y universal. Recibir este galardón por parte de los compañeros del gremio supuso para mí uno de los reconocimientos más importantes de mi trayectoria.

Los ensayos se pudieron realizar en el Teatro Pavón Kamikaze, lo que terminó formalizándose en una Residencia Artística y un estreno y varias funciones que tuvieron lugar en enero del 2020.

La cocción del proyecto fue lenta, pero creo que eso ha sido una ventaja para el resultado de la propuesta.

La semana pasada, en noviembre de 2020, la compañía actuó en la V Muestra Ibérica de Artes Escénicas de Cáceres y parece que por fin la rueda se vuelve a activar.

Mario, el actor que interpreta al autor, me ha contado que un programador le preguntó si era cierto que el autor le había hecho eso a su familia. A mí me hace sonreír ver cómo se emborrona la línea que parece separar la realidad y la ficción, el documento y lo mítico. Esa exploración e interacción entre creación artística e historia es el sentido de Katana más allá del crimen.

1: Estoy a las afueras de la ciudad, los pisos son cada vez más feos y por fin esqueletos de edificios a medio construir y algún descampado, y carreteras y coches a toda velocidad. Flores crecen al margen de la autovía y en el cielo un avión deja un rastro blanco. Eso es todo. Soy libre al fin. No tengo miedo, he atravesado el miedo y lo he dejado atrás. Debajo de mi sudadera y de mi chándal la sangre empapa mi camiseta interior y mis calzoncillos. Se pega a mi cuerpo como si papá, mamá y María me abrazasen aún y yo corro, busco un camino que me lleve a Sonia.

Katana, 2019.

 

BIBLIOGRAFÍA
Capote, Truman (2017) A sangre fría, Barcelona: Anagrama.
Esquilo, (2007), Tragedias completas, Madrid: Ediciones Cátedra.
Gámez, Paco (2019), El acto de escritura mata la escritura: entrevista a Sergio Blanco,  Primer Acto, 358.
Gámez, Paco (2019), Katana, Madrid: Ediciones Antígona y AAT.
Genet, Jean (2009) El niño criminal, España: Errata Naturae Editores S L.
Liddell, Angélica (2016) ¿Qué haré yo con esta espada? en Trilogía del infinito, Segovia, España: La Uña Rota Ediciones.
Yuzan, Daidoji (1998) El código samurái, Madrid: EDAF.

 

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