N.º 54Teatro presencial y teatro virtual

 

RESEÑA

VII Laboratorio de Escritura TeatralVII Laboratorio de Escritura Teatral

Cristina Santolaria Solano

 

El cuaderno de Pitágoras, Carolina África
Banzo, el aliento de las ancestras, Denise Duncan
Tetas, Mar Gómez Glez
Cráneo rojo sobre fondo sueño, Nieves Rodríguez Rodríguez
Naranja y rojo, Carmen Soler
Tu hija, Victoria Szpunberg
Madrid, Fundación Sgae, Teatroautor, 203, 2019, 563 pp.

 

La Fundación Sgae, en 2013, puso en marcha el primer Laboratorio de Escritura Teatral, con el  que pretendía “promover la creación e impulsar las experiencias colaborativas y el intercambio de ideas entre los creadores contemporáneos”. Desde ese momento se han celebrado ocho convocatorias, de las que han resultado seleccionados casi 50 de dramaturgos que han abierto nuevas perspectivas en nuestra dramaturgia contemporánea. De la mano de autores ya consagrados y de muy diversas tendencias y estilos (Alfredo Sanzol, José Sanchis Sinisterra, Laila Ripoll, Paloma Pedrero, Carles Alberola, Yolanda Pallín, Pere Riera e Itziar Pascual), han participado en los laboratorios jóvenes promesas y dramaturgos ya contrastados (Paco Bezerra, Lola Blasco, Lucía Miranda, Alberto Conejero, Jordi Casanova, Antonio Rojano, Irma Correa, Denise Despeyroux,…) que han ofrecido, como colofón de cada uno de los laboratorios, el resultado de sus esfuerzos a través de  publicaciones como la que aquí reseñamos.

Esta iniciativa, es importante destacar, no es una iniciativa aislada, sino que se complementa con las llevadas a cabo en la última década por otras entidades públicas y privadas, tales como el programa ETC de la Cuarta Pared, las becas de La Abadía y el Pavón Kamikaze, los Escritos en la Escena del CDN, el Premio Calderón y el Programa de Dramaturgias Actuales del Inaem, así como las actividades del Centro Párraga y su Laboratorio de Creación, el Nuevo Teatro Fronterizo/ La Corsetería, el centro de creación de Tantarantana, el Obrador de Dramaturgia de la Sala Beckett, la Fira Tárrega y sus tipologías de acompañamiento creativo, por no enumerar las ya dilatadas actividades de investigación desarrolladas en el TNC y otros teatros públicos de producción. Nadie puede discutir que la suma de todos estos esfuerzos ha germinado en una heterogénea, fructífera y brillante cosecha de dramaturgos, e imprescindible subrayar, dramaturgas, que suponen un renacer de la dramaturgia española del siglo XXI.

La publicación a la que ahora nos acercamos recoge los trabajos realizados en el VII Laboratorio de Escritura Teatral por Carolina África, Denise Duncan, Mar Gómez Glez, Nieves Rodríguez Rodríguez, Carmen Soler y Victoria Szpunberg en 2019, bajo la tutela del indiscutible maestro José Sanchis Sinisterra.

Aunque se ha producido la coincidencia, o no tanto, de tratarse de seis textos escritos por mujeres, de ningún modo se advierte en ello concomitancias temáticas, técnicas o estilísticas que puedan inducir a pensar en una escritura generacional, pese a que, con la excepción de Szpunberg, todas estas dramaturgas han irrumpido con fuerza en el panorama dramatúrgico, bien con sus textos, bien con sus estrenos, a partir de 2010. Todas ellas, pese a contar con una formación y unas experiencias escénicas muy similares, se alejan de cualquier canon o tendencia estética derivada de unas comunes coordenadas espacio-temporales. En todo caso, y pese a la diversidad que las caracteriza, todos estos textos se definen por un compromiso temático y estilístico, que, en grado diferente, les aleja de públicos amplios y mayoritarios, de una escena en que prima la rentabilidad económica, con la excepción de la amplia red de teatros públicos o semipúblicos.

Carolina África, con El cuaderno de Pitágoras, se separa de los ambientes familiares a los que nos tienen acostumbrados en su obras anteriores (Verano en diciembre, Vientos de Levante y Otoño en abril), para sumergirnos, mediante la ruptura de la linealidad temporal y la utilización de los más variados registros idiomáticos, en la cotidianidad de la realidad carcelaria, una realidad dura pero marcada por la solidaridad, y  a través de la cual muestra los rudimentos de la puesta en escena y los beneficios de todo tipo que la actividad teatral puede reportar  a quienes lo practican. Escenas numerosas y cortas, así como un muy variado universo de personajes, proporcionan un ritmo ágil que, junto a la humanidad que inunda el texto y el final abierto a la esperanza, convierten El cuaderno de Pitágoras un mosaico de vida y emoción.

El origen de algunas de las fortunas de la burguesía catalana, la trata de esclavos, los negreros, la “otra historia catalana” está en la base, como deja ver el subtítulo, de la historia de Banzo, el aliento de las ancestras, de Denise Duncan. El color de la piel es el eje sobre el que giran las historias de Mercedes, Josefa o Lis, esclavas, bien de los barcos negreros que las llevaron a América, bien del dominio español en Fernando Po o de los prejuicios de la Barcelona actual. Este tema ha estado muy presente en la dramaturgia de Duncan, tanto cuando ha trabajado con la compañía por ella liderada, La Pulpe Teatro y su Negrata da merda, como cuando la producción se ha debido a otras entidades, como El combate del siglo, del CDN, la Sala Beckett y el Festival Grec de Barcelona. En Banzo se conjuga y entremezcla, a lo largo de sus 17 escenas, un realismo que remite a la sociedad actual, con su racismo latente, pero que emerge al mínimo rasguño, y un estilo ceremonial de tradición africana en el que laten las vivencias, a veces de gran dureza, de esas ‘ancestras’ que, aunque todos pretendan ignorarlo, contribuyeron al bienestar del grupo social dominante en la Cataluña del siglo XIX.

Con Tetas, Mar Gómez Glez ofrece una nueva, divertida y lúcida perspectiva frente a sus más conocidas y ambiciosas obras anteriores (Cifras y Fuga mundi). Desde un humor inverosímil, que, con frecuencia, se acerca al absurdo, a la ciencia ficción, Mar Gómez invita a reflexionar sobre un mundo en el que se subvierten los valores, un mundo en el que la mujer ocupara el centro de todas las actividades que secularmente ha sido ocupado ‘por derecho propio’ por el hombre. La sorpresa ante los incidentes protagonizados por los personajes del cuadro ‘Libertad’ de Delacroix, el desarrollo científico del funcionamiento de las glándulas mamarias, la presentación de las mamas como manjar exquisito que desean degustar los personajes de ‘Pechuga a la Villeroy’, y cuyas nominaciones no son otras que los asistentes al VII Laboratorio Teatral, o la inusual renuncia de unas hijas al emporio dejado por el padre, son algunas de las disparatadas, y precisamente por ello más críticas, historias que Mar Gómez brinda en este friso de un futuro que consideramos imposible, pero no muy diferente al esquema patriarcal en el que con total naturalidad estamos inmersos en el presente.

Por los mundos oníricos, difusos y nebulosos, revestidos de poesía, ya ha transitado con anterioridad Nieves Rodríguez Rodríguez, como hemos visto en La tumba de María Zambrano o Por toda hermosura. Nos ha acostumbrado a esas historias de cruda realidad, que presenta de una forma inaprensible, sin contornos nítidos, a los que contribuyen, en Cráneo rojo sobre fondo sueño, la ausencia de paginación, la diversa numeración de los capítulos o las variadas grafías, así como la desaparición de todo tipo de signos que apoyen la concreción. El desahucio de una vivienda y las circunstancias íntimas de quienes lo padecen es presentado en Cráneo rojo sobre fondo sueño, como adelanta el mismo título, con imágenes borrosas y desdibujadas, de ensueño, ininteligibles a veces, pero plenas de un acento poético que, lejos de paliar su brutalidad, lo acentúan al sugerirlo, al escatimar esas palabras que, en forma alguna, permitirán expresar  el dolor por este problema de nuestras tan avanzadas sociedades. En el lenguaje poético, en el que no falta, a veces, la mirada inocente de un niño, parece haber encontrado Nieves Rodríguez la herramienta con que revelar las realidades más presentes y dolorosas de nuestra cotidianeidad.

En el polo opuesto del texto de Nieves Rodríguez, por su concreción y captación de los mínimos detalles que nos rodean, se situaría Naranja y rojo, de Carmen Soler. Por medio de su escritura, de sus numerosas escenas cotidianas, nos adentramos en una gran ciudad poblada de ingentes cantidades de personas despersonalizadas, de sonidos y ruidos que podemos percibir por el realismo prosaico con que los presenta y que los convierte, casi, en colaboradores de la acción, y por los colores cuya presencia la autora subraya apelando a nuestro intelecto. La gran ciudad la percibimos por todos nuestros sentidos, y por ello sentirnos sumergidos en ella, partícipes de su contaminación, de sus obras, de las prisas, de su falta de humanidad, de su insensibilidad hacia los problemas de los que nos rodean, etc. Madrid es la indiscutible protagonista de Naranja y rojo, no sólo por los nombres que emergen de sus páginas, sino por el crisol de razas que en ella se mueven y cuyos idiomas son reproducidos en el texto, por los personajes anónimos que transitan por sus páginas, así como por las situaciones fácilmente reconocibles. Naranja y rojo es Madrid, con sus gentes, sus olores, sus sonidos… y también con su falta de comunicación y su violencia.

Con una forma ‘aparentemente’ diferente a los textos anteriores, debido a que parece someterse a las reglas de la comedia de salón a las que la tradición de una adecuada ‘carpintería teatral’ nos ha acostumbrado, irrumpe Tu hija, de Victoria Szpunberg. Bajo esta estructura conocida y con la que estamos familiarizados, Szpunberg realiza una disección de la educación contemporánea, concretamente de esas madres hiperinformadas e hipersensibilizadas sobre las más modernas tendencias educativas pero incapaces de la menor empatía hacia quienes tienen más cerca. Con un humor cáustico y una enorme lucidez, la dramaturga deja al descubierto las lacras sociales de un sector, la familia como pivote sobre el que bascula la educación de sus hijos, que raramente ha sido o es abordado y analizado por la dramaturgia de cualquier época, por considerarlo, quizá, falto de interés. En esta atención hacia la educación y la infancia, quizá, sí es posible rastrear la mirada femenina, porque sabemos que es proverbial la dedicación de la mujer a estos temas, de forma muy patente en las artes escénicas. El conflicto que enfrenta a estas madres es cerrado de forma un tanto abrupta con una escena sobre la emigración, que le sirve a la dramaturga como contrapunto de la banalidad e hipocresía de las aparentemente sensibles progenitoras. En estas líneas, el lector habrá descubierto la reiteración de términos como ‘parecer’ o ‘aparente’ porque en ‘la apariencia’ está la esencia de Tu hija: parece ser una obra de estructura tradicional que trata un tema amable y de descarada comicidad en algunos momentos, sin demasiadas implicaciones, pero que, al final, muestra una realidad cuasiesperpéntica. Victoria Szpunberg tiene ‘oficio’, dicho esto en el mejor sentido de la palabra, conoce al público porque ha podido contrastar sus textos con él, por eso ha optado por unas formas que lo conducen engañado hasta el desenmascaramiento final.

Los seis textos que recoge el  VII Laboratorio de Escritura Teatral forman parte significativa del rico y diverso universo de la dramaturgia española del siglo XXI en el que resulta imposible definir tendencias o estilos que conformen un rasgo generacional, salvo que consideremos como tal el que quien escribe, no sólo escribe, sino que contribuye de modo activo al entramado teatral, es decir, está integrado en los núcleos de producción como responsable de la dirección de escena, como intérprete, diseñador plástico, distribuidor,… en fin, como personas que se dedican al teatro de una forma integral y lo viven desde dentro.

 

 

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