N.º 54Teatro presencial y teatro virtual

 

NUESTRA DRAMATURGIA:
ENTREVISTA DE TOMÁS AFÁN

Alfredo Sanzol
Sentido (del humor) y Sensibilidad

 

 

En este artículo se incluyen unas notas acerca de la importante trayectoria de Alfredo Sanzol en el territorio de la autoría teatral, y también una entrevista en la que el nuevo director del Centro Dramático Nacional responde a cuestiones sobre su gestión, la pandemia y sus obras.

 

Alfredo Sanzol, es uno de esos autores que tienen el don de poseer una voz propia,  muy particular,  es uno de esos escritores a los que se les podría identificar leyendo un fragmento de cualquiera de sus obras, aunque las pastas del volumen estuvieran en blanco. Posee una enorme capacidad fabuladora, y para desarrollarla, casi siempre ha utilizado la comedia como territorio expresivo.

A menudo juega con el extrañamiento.  Y no suele haber, en sus textos, personajes que posean una gran fortaleza, una personalidad firme y sin fisuras, la mayoría de las criaturas que pueblan las obras de Sanzol, arrastran carencias o tienen alguna debilidad o característica especial que en algún momento de la narración aflora.  A menudo esta sensibilidad, evidenciada en ocasiones en contextos paradójicos, desencadena un cierto efecto hilarante, en el que la risa brota acompañada de una cierta ternura.

Desarrolla diálogos muy fluidos en los que se reflejan las distintas visiones de los personajes enzarzados, a veces, en auténticos combates de esgrima dialéctica coreografiada.  Todo desde una cotidianeidad en la que se adivinan, entre líneas, miedos, traumas, inseguridades, disfunciones familiares… con un tono de cierta extrañeza que genera hilaridad.

El humor de Sanzol no es forzado, no es buscado, surge casi siempre de una manera natural de su voz narrativa, de su mirada contemplando los acontecimientos que aborda en sus obras.  Aunque los hechos que narre puedan parecer, en ocasiones, disparatados, consigue situarnos en las coordenadas de los acontecimientos,  y que los recorramos sin  desconciertos que nos desliguen  de lo narrado, y logra de un modo natural la suspensión de la incredulidad.

En sus obras, a menudo, encontramos personajes que tratan de sobrellevar una crisis o que arrastran una carencia de la cual, en ocasiones, no son conscientes o se esfuerzan por no exteriorizar.  Pero las circunstancias les llevan a enfrentarse a desafíos (propiciados por su peculiar carácter) que, a veces, generan sorprendentes giros en sus existencias.  Es frecuente que  Alfredo Sanzol, en sus obras, plantee situaciones mediante las cuales hace descarrilar los raíles de lo habitual, (que conducían hasta ese momento a los personajes a través de vías que les generaban malestar o incomodidad) y asistimos con asombro a las estrategias que desarrollan los y las protagonistas de sus obras para improvisar un nuevo equilibrio mediante el cual reconducir sus peripecias (a veces  obviando la carencia y en ocasiones enfrentando la perturbación inicial).

No he tenido oportunidad de conocer su primera obra, Cous-cous y churros, estrenada en el  año 2001 por la compañía Producciones El Callao y representada en la Sala Cuarta Pared, con dirección del propio Sanzol. Hasta cinco años después, 2006, no encontramos su primera obra editada, que lleva por título Risas y destrucción y que está conformada por escenas cortas.  Su título tal vez constituya una declaración de intenciones de abordar un tono de comedia nada complaciente, con una fuerte personalidad propia.

Los diálogos de este texto, cargados de ironía y de un humor caustico (marca de la casa), nos presentan a multitud de personajes que discuten, que monologan o que reflexionan, en una especie de catálogo de incongruencias y disparates, en el que, en algún momento, nos podemos ver casi todos reflejados.  No existe un nexo argumental o temático que unifique los materiales que la componen, pero la fuerte personalidad de las escenas y su uniformidad de estilo y de tono, confiere al conjunto la coherencia necesaria.  La obra está formada por 18 escenas entre las que destaco una de ellas que me resulta absolutamente desternillante protagonizada por un astronauta gaditano muy particular.  Esta obra también la estrena la compañía Producciones El Callao.

 

Del año 2008 es su siguiente texto teatral, titulado Sí pero no lo soy.  Es el segundo título de una especie de trilogía iniciada con “Risas y destrucción” (o al menos a mí me lo parece, tal vez influido por el hecho de que las 3 piezas estén publicadas en un volumen único de la editorial Artezblai).   Existe otro vínculo entre esta y la anterior obra de Sanzol y es que la última frase de “Risas y destrucción” es la misma que da título a “Sí, pero no lo soy”.

 

Sí, pero no lo soy

Sí, pero no lo soy. 1

 

De nuevo encontramos, en esta obra, conformada por 15 escenas, una especie de compilación de piezas cortas, pero en el fondo de todas las historias está presente el humor, las contradicciones humanas, tanto individuales como sociales y una cierta introspección que deriva a menudo hacia el ridículo que impera en nuestra propia naturaleza.

 

En el año 2009, Sanzol estrena otra obra de enorme interés titulada Delicadas. Está formada por 18 historias en las que aparecen más de una cincuentena de personajes que, en su puesta en escena, encarnarán 4 actrices y 2 actores. Ambientada, en gran parte, en un pasado que podría situarse entre la guerra civil y la transición, (pero que avanza con algunas escenas, hasta la actualidad).   Incluye historias tan logradas como la de la mujer que recibe la visita de un aviador que atraviesa la Península sin escalas, o la de la mujer que desafía, a causa de su fe religiosa, a los milicianos, o la del hombre incapacitado para matar a un molesto ratón.  O la historia de una pintora de flores (de cuyas pinturas toma su título la obra) que demuestra una sensibilidad en un brillante monólogo en el que desgrana sus intenciones creativas, que se contradice notablemente con la inmediata subasta mercantilista a la que somete su obra en el regateo posterior con un cliente. O la historia de una pareja que busca a su mascota, escena en la que asistimos a un impresionante monólogo/bronca de la esposa que trata de hacer que el angustiado marido entre en razón.  O la historia del novio músico empeñado en agasajar a su futura familia política con un concierto de platillos como instrumento solista.

Y a medida que avanza la acción asistimos a sorprendentes giros, y vamos descubriendo nexos temáticos y argumentales, y constatamos que estamos asistiendo a la historia de diversos personajes de un mismo núcleo familiar.

Encontramos en Delicadas situaciones muy diversas, con planteamientos poco convencionales, que en un primer momento podrían parecer inconexas y que, sin embargo, forman finalmente un conjunto coherente y unitario.  Es una obra en la que la contradicción es un elemento que define a varios personajes y también nos encontramos con un mecanismo que se repite en varias escenas y que podría definirse como “el deseo revelado de forma sorpresiva”.  Este recurso, que Sanzol utiliza a menudo, a veces en forma de monólogo, revelando sentimientos íntimos de sus personajes y que rompen a menudo un previo clima cómico, dotan de  profundidad y contraste momentos clave del texto.  Es una obra escrita (haciendo honor a su título) con suma delicadeza y que partiendo de ecos del pasado construye una hermosa partitura, que contiene, en ocasiones, leves disonancias que armonizan perfectamente con el conjunto, se trata de leves toques de absurdo (habituales en Sanzol) que reflejan nuestras propias incongruencias.

Y en el año 2010 se estrena el que constituiría el tercer texto de la trilogía, titulado Días estupendos. Una vez más escenas cortas.  No existe hilazón argumental, pero en este caso hay un vínculo temático. En Días estupendos, los personajes están atravesando una ruptura de la monotonía, aparentemente agradable, aunque suele derivar en situaciones chocantes, conflictivas y en ocasiones angustiosas.  Están viviendo días de vacaciones, o en el medio rural, o una escapada deseada (como en la última escena de Sí, pero no lo soy).  Y una vez más prima el humor, como efecto del ridículo desarrollo de las situaciones, los personajes buscan la felicidad o la paz o la plenitud, pero sus personalidades, su naturaleza (la nuestra), les conduce a decir o a hacer un montón de insensateces con las que en ocasiones nos sentimos todos identificados.  Está presente el elemento del extrañamiento, en la medida en la que se analizan determinados conflictos (el terrorismo, la fiesta taurina…) desde perspectivas originales o planteando cuestiones (sexo, contradicciones personales, insatisfacción, fobias…) que los personajes tratan de enmascarar, haciéndolas, mediante su torpeza, aún más explícitas. Entre las historias, destacaría la maravillosa “El torero”: un diestro ha atropellado accidentalmente a su querida mascota y cree que es una señal para cortarse la coleta. La divertidísima “El melón”: un hombre traumatizado al descubrir que su entrañable amigo del alma se masturba con un melón.  O  “Volver”: estupendo final de la obra; tras una aparatosa despedida llena de cariño y buenos sentimientos, la chica que se marchaba llama al timbre porque se ha olvidado el paraguas y los demás se niegan a volver a verla porque les da vergüenza hacerlo tras unos adioses tan definitivos y esforzados.

 

En la luna

En la luna. 2

 

Del año 2011 es la siguiente obra de nuestro autor, titulada En la luna. Dotada de una gran agilidad en sus diálogos, apenas contiene acotaciones. Resulta sumamente divertida. Incluye historias diversas que en algunos casos  parten de la inmadurez de personajes cuya ingenuidad contrasta con la perversidad de sus antagonistas.

Más o menos ambientadas en la época histórica de la transición, etapa que coincide con los primeros años de vida del autor  (en algunas de sus escenas encontramos pinceladas de ambientación que nos remiten a  referentes de los años 70, 80,  con presencia de acontecimientos históricos  tales como la muerte de Franco, el 23 F, la muerte de Lasa y Zabala, el destape, el terrorismo, la impunidad de los crímenes franquistas o la muerte de John Lennon). Está conformada por 15 historias, algunas de ellas muy cortas.   Y al final asistimos a una cierta conexión intergeneracional.

Es una obra en la que se produce un asalto a lo establecido, a través de un humor concebido desde el cuestionamiento de lo convencional y que, jugando a  subvertir las leyes de la lógica, contiene una cierta defensa de la ingenuidad y de la sinceridad que tiene un paralelismo en el plano social y político.

En 2012 aparece una nueva obra teatral de Alfredo Sanzol titulada Aventura. Contiene 42 escenas, bastante breves, con diálogos muy picados.  La acción avanza, con gran agilidad, a través de una sucesión, en cascada, de breves conversaciones a varias bandas de los 6 personajes principales (a los que, en el último tercio de la obra, se unirán otros 2).  Los diálogos constituyen un torrente narrativo que encauza toda la narración.

A través de una estructura más lineal y convencional, que en sus anteriores obras, conoceremos a 3 parejas, pequeños empresarios de mediana edad, que se encuentran en una encrucijada vital y profesional porque una empresa china les ha ofrecido comprar su negocio y ellos están interesados en el negocio pero pretenden maximizar beneficios.  Ante esta situación hacen planes para un cambio de vida.

Los personajes reflexionan sobre sus aspiraciones, sobre el sentido de la vida, sobre la preeminencia de lo occidental o de lo oriental… entre otros temas, mezclando lo banal con pensamientos supuestamente más elaborados, dejando entrever sus lagunas afectivas e intelectuales.

Nos encontramos, como telón de fondo, en un contexto de crisis económica en el que capitales extranjeros se aprovechan del hundimiento de numerosas empresas españolas.   Es un momento de crisis y de oportunidades en lo profesional, y también en lo personal.

Es una obra de interiores, pero también de geografías: los personajes, desde Barcelona, viajan a Ibiza, a Extremadura (en busca de la naturaleza, de lo telúrico) e incluso a China.

Racismo, prejuicios, materialismo, egoísmo, hipocresía, son algunos sentimientos que afloran bajo una pátina de amistad, de sensibilidad, de lealtad y aportan pinceladas sutiles de absurdo y de comedia, pero afloran desde un territorio que nunca es el del disparate, ni el de la fantasía, cualquiera de nosotros podría protagonizar estos diálogos.  Bajo una apariencia ligera y luminosa tal vez sea la obra más desencantada de Sanzol.

 

La calma mágica

La calma mágica. 3

 

De 2014 es su siguiente obra, La calma mágica, un texto sorprendente y un poco alucinógeno, absorbente y enriquecedor.  Y por su densidad y por los diversos niveles que la conforman, la obra da para más de una lectura (o de un pase).

Un hombre (Oliver) se sincera con una mujer (Olga), descubrimos que están en una entrevista de trabajo para un puesto administrativo (él hacía teatro pero quiere cambiar de vida) y de pronto, durante las revelaciones que el hombre hace sobre su familia en general y sobre su padre en particular, la mujer le ofrece hongos alucinógenos y él consume las drogas mientras continúa su charla, que poco a poco va resultando más surrealista y a la vez premonitoria.

En la siguiente escena se hace realidad la premonición de Oliver, aunque no sabemos si continuamos en un territorio alucinógeno o realmente asistimos a la continuación de la relación laboral que ha surgido tras la entrevista de los 2 personajes.  En este nuevo contexto ella le reprende por su actitud en el trabajo, y él amenaza con despedirse.  Ella revela que un cliente le grabó dormido frente al ordenador.  La acción progresa cuando Oliver le pide a Martín (el cliente que hizo la grabación) que borre el vídeo y este no parece muy proclive.  Además aparece un nuevo personaje (Olivia) una chica que trabaja con Martín y que posee una copia del famoso vídeo.  En un principio se mostrará fría e insensible con Oliver, pero posteriormente le pedirá disculpas y logrará cierta afinidad con él.

A continuación conoceremos más en profundidad a Martín (es un cazador sin demasiados escrúpulos morales), en una batida junto a Olga (en la que ella sin querer abate a una cría de ciervo).  Posteriormente Olga iniciará a Olivia en el consumo de alucinógenos en una sesión de crecimiento espiritual.  Al tomar los hongos, Olivia (que es veterinaria) describe una visión, una especie de experiencia idílica con diversos animales y también aparecen familiares cercanos que se funden con la naturaleza.  Oliver recurre a distintos métodos para tratar de borrar el vídeo de Martín: allanamiento de morada, contratar a una abogada…  Además, asistimos a una escena bucólica en la que hay un conejo que habla…

La acción avanza con un fragmento un tanto  vodevilesco en el que confluyen los cuatro personajes principales en el apartamento de Martín, y tras una bronca Martín resulta herido de bala y a continuación, a través de un salto temporal y espacial, nos encontramos en Kenya  en una zona de safaris en la que por azar confluyen de nuevo los 4 personajes y surge un nuevo conflicto, en este caso por la muerte de un elefante (una cría que Olivia y Oliver han criado y que Martín y Olga han abatido en una cacería), no sabemos si estamos en el territorio del delirio lisérgico o en un mundo en el que un caprichoso azar dirige los acontecimientos.

La situación continúa dando sorprendentes e inesperados giros hasta que en la conclusión descubrimos que todo lo que hemos visto no es más que una fantasía que el protagonista ha forjado antes de la entrevista de trabajo con la que se iniciaba la obra y conocemos que Oliver, en realidad, es la voz del propio Alfredo Sanzol (a través de una emotiva y cargada de sentido conversación del personaje con su padre recientemente fallecido).

 

La respiración

La respiración. 4

 

En 2016, Sanzol estrena La respiración. Se trata de una pieza que gira en torno a los vínculos emocionales y carnales entre varios personajes, en un juego de relaciones cruzadas que van derivando en una especie de poliamor.

Una mujer (Nagore) recientemente separada de su pareja, atraviesa una especie de crisis emocional, y a instancias de su madre (que posee una mentalidad más abierta a experimentar sensaciones novedosas) se ve envuelta en una ¿fantasía? En la que tres hombres de una misma familia (dos hermanos y el hijo de uno de ellos) y una chica (la novia del hijo) a la vez que la introducen en técnicas de cuidado corporal, mental y espiritual, van tejiendo a su alrededor una serie de sugerencias sexuales que se irán convirtiendo en una enmarañada combinación de relaciones en las que se irán desvelando deseos y carencias de los seis personajes y que culmina con una relación a varias bandas de corto recorrido.  Y en el desenlace volvemos a una situación similar al punto de partida, aunque los personajes, a través de un arco de transformación alcanzarán un cierto equilibrio emocional.

La respiración es una obra que se respira con una agradable cosquilleo que en algunas bocanadas se convierte en risa, y resulta grato convivir durante el tiempo de lectura de la obra con unos personajes desvalidos que parecen empeñados en formar una especie de entramado emocional jugando con diversas combinaciones amatorias.

De 2017 es La ternura, obra que ha obtenido un enorme éxito. Una reina maga (la Reina Esmeralda) y sus dos hijas (Princesa Rubí y Princesa Salmón) para escapar de un destino impuesto (matrimonios de conveniencia) en pleno enfrentamiento entre los imperios español e inglés, provocan el hundimiento de la Armada Invencible y, como consecuencia de ello, las mujeres recalan en una pequeña isla solo habitada por un hombre y sus dos hijos (que han crecido sin contacto con mujeres por expreso deseo del progenitor), para sorpresa y desagrado de las mujeres que también pretendían vivir alejadas de los hombres. El enredo se inicia cuando las mujeres deciden disfrazarse de hombres para relacionarse con los habitantes de su nuevo entorno.  Y a continuación, para evitar los incipientes acercamientos de alguno de los jóvenes (atraídos por el ambiguo atractivo de sus extraños visitantes), las mujeres fingen el padecimiento de una enfermedad infecciosa.  Y la situación se complicará aún más cuando la Reina Esmeralda decide transformarse (con su magia) en uno de los hombres, y otros divertidos juegos argumentales posteriores provocarán nuevos e hilarantes enredos que no evitarán (sino todo lo contrario) que la natural atracción sexual entre todos ellos  y todas ellas acabe triunfando.

Con un lenguaje elaborado y una ambientación cuidada. Los giros constantes, la acción desbordante y la riqueza narrativa presentes en otras de sus obras, están llevadas aquí a su máxima expresión en esta suerte de recreación del espíritu del teatro isabelino en la que, de hecho, se insertan explícitamente en el texto los títulos de las comedias de Shakespeare “.

En el año 2018, Sanzol estrena La valentía. En su arranque conocemos a dos mujeres que habitan una vieja casa en la que fueron felices en su infancia, aunque la construcción de una autopista arruinó su entorno.  Una de las mujeres, Trini, quiere conservar la casa y la otra, Guada, está empeñada en rehabilitarla e incluso decide alquilar habitaciones a turistas.  Trini decide contratar los servicios de una empresa de falsos fenómenos paranormales con el fin de convencer a su hermana de que abandone la casa (los Espectrum).  Uno de ellos se enamora de una de las hermanas (y en un momento posterior también queda prendado de la otra).  Unos clientes hospedados resultan ser dos auténticos espectros familiares que a lo largo de las distintas generaciones se han especializado en convencer a los dueños de turno de que no abandonen la casa en aras de la continuidad familiar del hogar que ellos mismos construyeron.  Las acciones de los verdaderos fantasmas y la de los impostores se cruzarán generando un juego de equívocos.

 

La valentía

La valentía. 5

 

Encontramos de nuevo, en esta obra, algunos de los temas habituales que más preocupan al autor, las raíces y el sentido de la comunidad familiar, las contradicciones de la afectividad, el paso del tiempo y la nostalgia.  Sanzol ha elaborado un complejo mecanismo de comedia con un estilo tradicional, en el que el engaño es el elemento que utilizan casi todos los personajes para lograr sus fines (con resultados hilarantes). Está muy bien construida, sólida y confortable como la casa en la que transcurre la obra.

 

ENTREVISTA

TOMÁS AFÁN. Laila Ripoll, directora del Teatro Fernán Gómez; Antonio Onetti, presidente de SGAE; Alberto Conejero, director del Festival de Otoño de Madrid…  tú mismo sustituyes a otro dramaturgo (Ernesto Caballero) en la dirección del Centro Dramático Nacional.  ¿Cómo interpretas esta asunción de responsabilidades de autores y autoras teatrales al frente de numerosas instituciones o eventos de gran relevancia?

ALFREDO SANZOL. Laila, Alberto y Ernesto somos también directores, Antonio creo que no, en cualquier caso pertenecemos a un tiempo en el que el autor forma parte de la producción del espectáculo, y creo que de ahí surge nuestro interés por formar parte de los equipos que producen y programan.

T.A. ¿En algún momento te has planteado que el asumir la dirección de una institución de estas características puede conllevar una mochila de preocupaciones, de críticas, de interferencias políticas, de desgastes mediáticos capaces de mermar tu trabajo creativo?

A.S. Toda mi vida he tenido que dedicar unas horas precisas al trabajo creativo. Son horas en las que es necesario mantener unos niveles de atención muy fuertes para entrar en un mundo de ficción. Luego se abre la puerta y entra la realidad con los problemas y las urgencias. Creo que todos los que nos dedicamos a la creación estamos muy entrenados en esta dualidad. Que por cierto, se la recomendaría a todo el mundo.

T.A. El inicio de tu gestión al frente del CDN se ha visto gravemente afectado por la triste circunstancia de la pandemia.  Más allá de tu experiencia personal con la enfermedad imagino que no ha sido fácil, en lo profesional, asumir la decisión de cancelar toda actividad escénica presencial del CDN.

A.S. Fueron momentos muy difíciles. Pensamos que se trataría de un cierre menos duradero, y aceptar que teníamos que suspender las funciones fue duro. Afortunadamente hemos podido recuperarlas en otoño, pero de todas maneras el daño para los profesionales ha sido muy grande.

T.A. En cualquier caso el Centro Dramático Nacional asumió, en cierto modo, tras el desconcierto inicial, el timón desde fechas tempranas del confinamiento, de una cierta reactivación a través de una serie de interesantes encuentros vía online.    ¿Cómo valoras el desarrollo de estas actividades?

A.S. Fue la manera que encontramos de seguir con nuestra actividad. No queríamos parar y poder encargar trabajos a los artistas y que el público siguiese nuestra actividad online ha sido una suerte. Hemos conseguido el doble objetivo de mantener la actividad económica y artística, y servir al público.

T.A. Dentro del contexto de situación inesperada y traumática que ha supuesto la pandemia, el hecho de que los teatros hayan estado cerrados durante meses ha supuesto un hecho inédito (hay que remontarse a bastantes generaciones atrás para encontrar situaciones similares) que además de ahondar en la precarización del sector, ha generado una serie de sentimientos negativos (ansiedad, tristeza, desánimo) en la profesión y también en los y las aficionados/as a las artes escénicas, en ese sentido La pira (proyecto del CDN en el  que vía internet se han escenificado historias creadas a raíz de la situación que hemos vivido) ha supuesto para mucha gente una especie de catarsis y una reactivación moral (al menos en mi entorno geográfico, en el que no había ninguna actividad teatral en vivo, ni perspectiva futura de su puesta en marcha). ¿Qué nos puedes comentar acerca de esta experiencia?

A.S. La Pira surgió de la necesidad de dar vida a los escenarios en cuanto la desescalada del estado de alarma nos lo permitiera. Hubo un momento en el que los profesionales sí que podíamos estar en los teatros pero el público no, así que todo el INAEM se puso en marcha para hacer streamings. Desde el Centro Dramático Nacional inventamos este formato en el que era importante dar voz a la sociedad a través de sus dramaturgos. Queríamos tener ficciones muy pegadas a la experiencia reciente de la pandemia, y que fueran variadas, por eso son 9 autoras y autores. Tuvimos que hacerlo todo con mucha urgencia. Estamos muy contentos con el resultado.

T.A. ¿Crees que el teatro como medio expresivo que  ha desempeñado históricamente un papel de reflejo social de los distintos momentos históricos puede jugar un papel importante en la digestión emocional de este mal trago colectivo?

A.S. Para eso estamos, esa es nuestra razón de ser, dar forma al caos de la realidad, convertir la realidad es una expresión abarcable que nos permita entender algo. La paradoja de la ficción es que nos desvela la esencia de la realidad a través de la ficción, de la belleza, de la sorpresa, del asombro. Hay mentiras vivas, y mentiras muertas. El teatro es una mentira viva.

T.A. A mí me ha pasado, y me consta que también le ha ocurrido a otros compañeros de oficio, que nos sentíamos, durante el confinamiento, en una especie de montaña rusa emocional en la que, dependiendo de la fuente de información o de opinión a la que recurríamos, la perspectiva laboral era optimista o catastrofista.  Recuerdo particularmente las predicciones de personas (aparentemente muy bien documentadas) que auguraban que al menos en dos años no habría ninguna actividad teatral presencial. ¿Por tu cargo institucional has tenido acceso a información más contrastada?  ¿Cómo has vivido (y vives) esta incertidumbre?

A.S. Todas esas conjeturas nos han acompañado y nos acompañarán por un tiempo. En mi caso trabajo pensando en el día a día. Planeamos a largo plazo y nos aferramos al corto plazo para no perder de vista los objetivos.

T.A. En algún momento se ha llegado a debatir la cuestión de que el teatro como ceremonia colectiva de cercanía estaba llamada a sufrir una transformación significativa y que era necesario o al menos conveniente la asunción de las nuevas tecnologías en el hecho escénico como plataforma de desarrollo del nuevo medio expresivo dramático acorde con la nueva normalidad, ¿cuál es tu opinión al respecto?

A.S. El teatro es público y actores en el mismo espacio y tiempo, lo demás son otro tipo de experiencias que los artistas de las artes escénicas podemos llevar a cabo y que nos permiten ofrecer formatos diferentes, pero una cosa no quita a la otra. Yo hago teatro porque me gusta compartir asamblea con el público y a eso quiere seguir dedicándome.

T.A. Dejando de lado la situación actual y centrándonos en tu trayectoria como autor, ¿has escrito algunas obras teniendo en cuenta las características de los actores y las actrices que presumiblemente iban a asumir los roles en el proceso de puesta en escena?  ¿En qué medida ha condicionado esto el resultado de la/s obra/s?

A.S. Aunque he escrito muchas veces para actores concretos, no he limitado los personajes a los prejuicios que yo pudiera tener sobre ese actor. Quiero decir, que escribir un personaje es adentrarte dentro de un mundo desconocido que no puede estar limitado por la visión que yo tenga de un actor. Sobre todo sería muy aburrido para el actor, que cuando se ha encontrado con el personaje que le he escrito ha sido el primer sorprendido por todo lo que le aportaba. La generosidad de los personajes es infinita.

T.A. ¿El hecho de asumir, a menudo el rol de autor y director ha propiciado, en algunos casos, borradores sucesivos o modificaciones significativas en tus textos dependiendo de los resultados de los ensayos y de las conversaciones con actores y actrices?

A.S. Sí, me gusta escribir y compartir, me gusta sacar el material a la luz cuanto antes, así que todo el mundo opina, y me encanta, aunque luego yo tengo que asumir la responsabilidad de dar la forma final y animar a todo el mundo a que se ciña a esa forma.

T.A. Algunos de tus textos (“Aventura,  por ejemplo) poseen cierta apariencia de guión cinematográfico, por la disposición y naturaleza de las acotaciones, la sucesión de escenas breves y una estructura narrativa muy ágil o por la variedad de escenarios, ¿te has planteado la escritura de algún proyecto audiovisual?

A.S. Siempre que pienso en una historia estoy deseando verla en el escenario, me gusta muchísimo el cine, pero no pienso en hacer películas, imagino mis historias en el escenario.

T.A. En estas obras en las que, además de la escritura, sabes de antemano que vas a asumir la puesta en escena, ¿tienes presente al director coartando aventuras y experimentos expresivos (mientras mira por encima de tu hombro la pantalla del ordenador)?

A.S. Jajjajaj no, al revés. El director anima a que el autor haga lo que quiera, a que sea libre porque le da confianza, le dice que se atreva con todo y que luego él, el director, ya encontrará las maneras de darle forma en el escenario. Me encanta sentirme desafiado como director por mi escritura. El teatro tiene el poder infinito de ser metáfora de cualquier realidad.

T.A. Tus obras suelen ser extraordinariamente dinámicas y contienen frecuentes puntos de giro y sorprendentes piruetas argumentales, ¿acostumbras a trabajar con escaletas y a construir, en las fases iniciales, un esqueleto argumental previo muy elaborado, o algunas de esas ideas surgen durante los borradores en una etapa posterior de la escritura?

A.S. Hago bastantes cosas a la vez. Dedico mucho tiempo a dejar que la idea se vaya formando. Me documento, charlo sobre el tema, escribo, y voy anotando escenas que me gustaría ver. Entrevisto a los personajes, hablo con ellos. Intento viajar a algún lugar en el que creo que podría pasar la acción, y voy creando una especie de sinopsis. Sobre todo intento localizar la paradoja que despierta mi interés dentro de la historia. Suele llegar un momento en el que arranco a escribir, me pilla por sorpresa, y si noto que he mordido, que he enganchado con algo que me resuena entonces ese estilo me permite comenzar a definir una escaleta que voy construyendo al mismo tiempo que escribo escenas. Inicio un viaje al que me llevan los personajes. No me gusta ser muy calculador. La parte consciente la dejo para el final, para cuando la escritura ya está muy avanzada.

T.A. ¿Cuándo has escrito por encargo has tenido que ceñirte a las pautas marcadas por la productora teatral y en caso afirmativo crees que esas premisas han supuesto una limitación a tu creatividad o por el contrario te han servido para explorar territorios que a priori no habrías abordado de otro modo?

A.S. Los límites de producción nunca me han supuesto un límite creativo. Los límites creativos tiene que ver con la autocensura, los prejuicios, el miedo, la falta de visión de la realidad, la falta de empatía, creer que uno conoce las cosas, suponer que hay temas que no tienen interés, aferrarte a ideas que no funcionan, preocuparte por tu imagen más que por tu obra, tener miedo a lo que se escribe, confundir el propio pensamiento con el de los personajes, querer convencer de algo en lugar de contar una historia, no aceptar lo imprevisto como parte del sentido de una historia…

T.A. Desde mi punto de vista, posees una especial facilidad para el humor, el gag, el mecanismo cómico.  ¿Te ha pasado alguna vez que has tenido que “podar” la comicidad en un texto para dotarlo de mayor consistencia o profundidad?

A.S. Cuanto más profundo más gracioso. La comedia nace de la verdad.

T.A. ¿Crees que alguna o algunas de tus obras pueden ser consideradas “comedias”? En caso afirmativo ¿Has sentido, alguna vez, la obligación de tener que justificar el hecho de utilizar la comedia como medio expresivo, a causa de la extendida percepción que a menudo considera que las comedias tienen, en general, un escaso valor intelectual?

A.S. La comedia es un género muy amplio, que ha tenido mucho desarrollo a lo largo de la historia y que tiene muchas formas, variantes y adjetivos. Por lo tanto hay comedias que manejan una comicidad muy básica y otras que son profundas y sofisticadas. En occidente, la tradición platónica le ha otorgado a todo lo que hace reír un segundo puesto. Es algo absurdo. De hecho es cómico, pero es real. España tiene en la cúspide de su acervo cultural un libro de comedia de aventuras, El Quijote, así que debería ser un país comprometido con transformar esos prejuicios heredados que no sirven para nada.

T.A. ¿Me equivoco al percibir que en algunas de tus obras existe una tensión entre el pasado y el progreso, lo viejo y lo nuevo, la tradición y la innovación que recorre algunas líneas argumentales y también se contagia a la escritura propiamente dicha?

A.S. Sí, como se puede ver por la respuesta anterior me preocupa mucho el peso negativo que tienen las herencias históricas en el buen vivir del presente. Creo que la sociedad siente que va a traicionar a sus antepasados al pasar página de ciertos problemas heredados y eso los convierte en infinitos. Y pasar página no quiere decir dejar de hacer justicia, precisamente para pasar página hay que hacer justicia.

 

La ternura

La ternura. 6

 

T.A. La ternura es una obra que ha logrado un extraordinario éxito, en ella están muy claras las influencias del teatro de Shakespeare, pero a mí me viene al leerla un referente cinematográfico Siete novias para siete hermanos. Da la sensación de que se trata de una obra que los intérpretes se divierten al interpretar, y se contagia al público ese deleite.  ¿Disfrutaste la escritura de la obra?

A.S. Siete novias para siete hermanos la ponían mucho en la tele cuando yo era pequeño, así que seguro que me ha influido. Lo pasé muy bien escribiéndola. Siempre lo paso bien escribiendo.

T.A. En tus últimos textos se intuye un concienzudo trabajo de escaleta, de desarrollo de tramas, una sólida arquitectura argumental muy elaborada.  ¿En tus primeras obras el proceso de escritura surgía de un modo más espontáneo?    

A.S.- Desde el principio me han interesado las estructuras, desde Cous-Cous y Churros, mi primera obra, ahí había un trabajo potente de estructura, y también en las obras de piezas cortas, cada pieza juega un papel fundamental dentro de una estructura de conjunto. Siempre he mezclado la parte más espontánea de la escritura con la más consciente. A lo mejor con los años he conseguido resultados más llamativos, pero mi proceso de escritura no ha cambiado. No sé si eso es una buena noticia.

T.A.- En La pira, la trilogía de obras en streaming con la que el CDN reiniciaba su actividad tras el confinamiento, la primera pieza es un texto tuyo en el que narras en primera persona el proceso y las sensaciones que experimentaste con la enfermedad del COVID 19 ¿cómo viviste la escritura de una experiencia de estas características?

A.S. Catarsis total. Lo digo en el propio monólogo de La conmoción. Cuando el personaje del director dice que está llorando por primera vez al escribir sobre su vivencia, es cierto, así me pasó.

T.A. En obras interesantísimas como Delicadas y La calma mágica (y tal vez algunas otras: En la luna,…) utilizas la herramienta de la memoria y de la fabulación partiendo de hechos que (aparentemente) te resultan cercanos, te han ocurrido, o de los que tienes referencia directa a través de testimonios.  ¿Qué consideración te merece la proliferación reciente de obras que utilizan un esquema de autoficción?

A.S. Me parece que el que, o la que se ha inventado el término es un genia, porque darle nombre a lo que siempre ha existido es una genialidad. Ojalá se me ocurra alguno a mí.

 

 

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  1. Fuente: CDAEM. Daniel Alonso↵ Ver foto
  2. Fuente: https://www.teatroabadia.com/es/archivo/348/en-la-luna/↵ Ver foto
  3. Fuente: https://www.diariodenavarra.es/noticias/cultura_↵ Ver foto
  4. Fuente: https://www.abc.es/cultura/teatros↵ Ver foto
  5. Fuente: https://teatrokamikaze.com/programa/la-valentia/↵ Ver foto
  6. Fuente: https://www.teatroabadia.com/es/archivo/520/la-ternura/↵ Ver foto

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