N.º 50El humor en el Teatro Español Contemporáneo

 

Entrevista de Beatriz Velilla[1]

Ver el abismo en los otros.
Teatro para gozar

José Luis Alonso de Santos, 2018

José Luis Alonso de Santos © Sergio Enríquez-Nistal / EL MUNDO.

José Luis Alonso de Santos 1

José Luis Alonso de Santos, autor de cerca de cincuenta obras, estrenadas con gran éxito de crítica y público, ha sido director de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (y catedrático de Escritura Dramática), director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, y presidente de la Academia de las Artes Escénicas de España.
Galardonado con premios tan importantes como el Premio Nacional de Teatro, el Tirso de Molina o el Premio Max, habla de sí mismo en pasado, como si desde fuera observara su larga trayectoria teatral, y, sin embargo, sigue muy presente en la escena española, siendo el autor más representado en España en el último medio siglo, y sin perder un ápice de sentido del humor. Y eso que, reconoce, “el humor, de mayor, es muy difícil”.
Alonso de Santos escribe un “teatro para gozar”, un teatro de humor, necesario para poder  “encontrar puertas en los callejones sin salida”.
Aunque es consciente de la difícil relación existente entre teatro, público y economía, se enorgullece de poder vivir de su profesión, algo que solo cree posible “cuando se dominan los materiales” y cuando se es consciente de que “la carrera en la vida de un creador es una búsqueda de lo imposible”.
“Un escritor es el que ve el abismo en los otros”. Nada más. Y nada menos.

 

BEATRIZ VELILLA: Ha recibido innumerables distinciones, ha dirigido la Compañía Nacional de teatro Clásico, ha sido Presidente de la Academia de las Artes Escénicas de España… ¿No es algo demasiado serio como para tomárselo con humor?

JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS: A lo largo de la vida hay tiempo para muchas cosas diferentes. Mi trabajo como defensor del teatro, cuando he estado en cargos de gestión o de organización, no tenía nada de humor, era un trabajo puramente técnico consistente en tratar de realizar bien mi tarea. Cuando estoy escribiendo, evidentemente, es otra cosa completamente diferente [Sonríe].

B.V.: Dramaturgo, director de teatro, guionista, periodista, filósofo, autor, creador… Si tuviéramos que definir a este personaje en una sola palabra, ¿con cuál de todas ellas se quedaría?

A.S.: La vida ha sido larga. Desde que empecé en el teatro a los veintitantos hasta ahora he sido un profesional cualificado en el sentido de que me han pagado por ello, con lo cual he sido un hombre muy afortunado.

El teatro es muy bonito, a mí me divierte todo en el teatro, desde inventar historias, es decir escribirlas, hasta cortar entradas o acomodar al público, organizar un teatro, cualquier cosa que forme parte de la tarea teatral. Cuando he estado haciendo cosas del teatro siempre me he sentido como en casa. Y en cuanto he salido del teatro, por ejemplo para hacer cosas de cine, de televisión o de radio, me he sentido incómodo. Realmente mi vida ha transcurrido básicamente en el teatro, o dando clases sobre teatro que es muy parecido, y ahí he estado como en la cocina de mi casa, con la mayor naturalidad y tranquilidad, porque me he estado toda la vida preparando para eso. Nunca he acabado de saber pero sería mentiroso e ingenuo si dijera que no domino los materiales, llevo toda la vida con esos materiales, así que esos materiales son asequibles para mí. Cuando dominas los materiales de una profesión, la profesión es más agradable que si no los dominas.

B.V.: Parece que el término “humor” proviene de los humores (sangre, bilis…), a su vez relacionados con órganos como el corazón, el hígado, el cerebro,… Cuando escribe humor, ¿desde dónde le sale? ¿Hace trabajar más al cerebro?, ¿al corazón?,…

A.S.: Bueno, hay una decisión previa cuando estás escribiendo, el humor no “te sale”. Si te salen patatas es que has sembrado patatas, si te salen flores es que has sembrado flores. Sale lo que siembras. A la hora de contar una ficción teatral, se toma una decisión estética. Dentro de las armas teatrales tú decides en qué territorio lo haces, en qué clave; es como cuando vas de vacaciones y llega un momento en que decides si vas al mar, a la montaña, o vas a Roma.

La tarea creativa, sobre todo, parte de decisiones, y la primera decisión es ver en qué género te estás moviendo, en qué estilo te estás moviendo, en qué territorio. Yo no escribo y luego decido qué le pongo a la obra, sino que decido antes qué voy a hacer. Por ejemplo, la última obra que he escrito, El vuelo de las palomas, es una decisión resultante de haber estado trabajando casi un año con En el oscuro corazón del bosque, que es una obra mía en un terreno más poético, más dramático. Me dije : “no, ahora me voy a meter un tiempo en un terreno de humor, voy a trabajar en ese lenguaje, con esos materiales, voy a escribir humor”. Es como si estás en la montaña y luego decides ir al mar, es una decisión. En el fondo es otra vez un trabajo de materiales, es como si decides trabajar con barro, con papel o con piedra; una vez que decides trabajar con papel, te pones con esos materiales, y a partir de ahí ya sabes que al escribir humor alejas el drama, la tragedia, lo educativo, y vas al terreno específico, porque hacer de todo es el camino ideal para no hacer de nada. Uno de mis consejos precisamente es elegir. Un velero que no sabe a qué puerto va está dando vueltas toda la vida por el mar. “¿Voy al mar a ver a dónde voy?”, pues no, eso es propio de alguien en periodo de aprendizaje, o aficionados, o alguien que está en el mar dando una vuelta un día, pero si dedicas toda tu vida a estar en un barco tienes que saber qué trayectos haces.

En el oscuro corazón del bosque, de José Luis Alonso de Santos. Teatro Español (Abril, 2015).

En el oscuro corazón del bosque, de José Luis Alonso de Santos. Teatro Español (Abril, 2015). 2

La diferencia que hay entre un profesional y un aficionado es que un profesional, en cualquier medio, en fontanería, en abogacía,… hace su trabajo diario sabiendo que es el trabajo de toda la vida, y lo hace por los caminos lógicos y normales. El humor es un camino, tú eliges “voy a escribir una obra de humor”, con esa clave, con ese género, y a partir de ahí sabes qué lenguaje vale y qué lenguaje no vale, qué argumentos valen y qué argumentos no valen, y muchas ideas que se me ocurren en ese proceso las desecho porque no van bien para eso, o las guardo para otra obra, o las tiro; si hago una paella, hago una paella. Para mí uno de los principios esenciales de la creación es que crear no es trabajar en libertad, precisamente para crear lo que hay que hacer es eliminar lo más posible la libertad y hacer tu tarea.

B.V.: Usted es referente para muchos, pero ¿cuáles son sus referentes al escribir teatro?

Retrato de Michel Eyquem de Montaigne (1533-92). Bridgeman Art Library.

Retrato de Michel Eyquem de Montaigne (1533-92). Bridgeman Art Library.

A.S.: Cuando escribo, siempre he tenido líneas que me gustan y líneas que no. Hay escritores y directores buenos, pero que a mí no me gustan, y líneas que son buenas, pero que a mí no me gustan. Toda la vida he tenido referentes, maestros. Cuando escribía, cuando dirigía, cuando estaba trabajando, he tenido a mi lado a los que me gustan a mí para aconsejarme, siempre, y a los que no, pues no. Poniendo un ejemplo, hay personas que se estudian en las escuelas y sobre las que se habla mucho y que, sin embargo, a mí no me han aportado nada, no tienen interés para mi obra, como Artaud [Antonin Artaud], Grotowski [Jerzy Grotowski], o Heiner Müller. Es más, no me he dejado contaminar por ellos porque no me iban a ayudar. No cojo de aquí y de allá, cojo solo de mis referentes siempre. Pienso a veces qué haría Chejov [Antón Chéjov], o qué harían Chaplin, Shakespeare o Lope, o qué haría Plauto, o qué haría Billy Wilder, a veces Woody Allen. Depende de la comedia, pienso en aquellos amigos que, cuando he leído sus obras, he visto que estaban, al menos espiritualmente, en mi onda; o dialogo con Montaigne [Michel de Montaigne], y “me abstengo” como él en mitad de las luchas religiosas [entre católicos y protestantes en Francia en la segunda mitad del siglo XVI]. Yo no voy a dejarme guiar por autores que no se abstenían, me parece muy bien los que tienen posiciones claras en la vida, pero yo, al igual que muchos otros creadores, no las tengo. Montaigne es un referente muy claro para mí; también Marco Aurelio. Por eso escribí En el oscuro corazón del bosque. Mis maestros son mis maestros, en filosofía, en lenguaje, en arte, desde que empecé hasta ahora, y sigo constantemente acudiendo a mis maestros para que me ayuden un poco a despejar el confuso camino este de la vida. Respeto todo tipo de camino estético, ideológico, político etc., pero mis guías son aquellos que han participado de mis mismos tipos de confusión. Por ejemplo, hay mucha gente que a lo largo de la historia del arte y del teatro han creído que el teatro es un instrumento pedagógico de mejoría del mundo, de ayudar a los jóvenes y de enseñar a la humanidad el buen camino… me parece muy noble y muy hermoso ese planteamiento pero yo no tengo nada que ver con él. Yo tengo una mirada sobre la vida, una opinión, una compasión sobre los personajes que sufren, una respuesta personal a los problemas, pero no doy respuestas políticas a la vida. No soy un político, soy un creador.

B.V.: Al subgénero tradicional conocido como “comedia de humor” a veces se le atribuyen connotaciones negativas como “teatro comercial” o “de evasión”… ¿Quienes se las atribuyen se mueven por pura envidia o realmente se puede hablar de géneros más “facilones”?

A.S.: Me da igual por qué dice la gente las cosas. El lenguaje es un arma de relación con el mundo y cada uno emplea su lenguaje y cada uno habla de lo que sabe; yo no estoy juzgando, no soy un juez del mundo ni de los seres, ni siquiera de los que van contra mí, si es que alguien va contra mí; no entro a juzgar sus opiniones estéticas. A mí hay cosas que me gustan y cosas que no, eso no modifica mi camino, yo hago lo que puedo y aun haciendo solo lo que puedo, en lo que llevo formándome toda la vida, lo hago regular; si hiciera lo que no puedo, lo haría mal; es un problema de eficacia. Mi sistema de vida es ese: donde tú sabes es en donde puedes rendir. No creo nada en los milagros.

El problema de esta vida es que, aun formándote mucho en una sola línea, estudiando mucho, teniendo dotes e investigando mucho en una sola línea, la tarea es dificilísima, ¡imagínate si picoteamos de aquí y allá! Entonces no saldría. Por mi experiencia, el hacer las cosas “a ver si salen” es un error. No conozco una obra que haya salido por casualidad, un espectáculo que haya salido por casualidad. Solo salen por casualidad las hierbas del campo que son salvajes y no valen para nada. Sin embargo, ha costado un trabajo terrible hacer las cosechas: los surcos, quitar las piedras, quitar las hierbas, sembrar en su momento, arar, esperar que dé la luz, que dé el sol, y aun así luego saldrá la cosecha o no, pero todo tiene que ser hecho con arreglo a ciertas normas para que se dé el milagro del trigo, y cuando salgan de nuevo los campos llenos de trigo, con eso podremos hacer de nuevo el pan. Si no, es imposible, y más aún en el mundo del arte.

Yo he sido toda la vida una persona muy realista. ¿En el mundo del arte todo vale? ¡Mentira! Eso se dice para engañar a la gente. El noventa por ciento de lo que se estudia en el mundo del arte, y de lo que se busca, no vale para nada. La gran tarea, lo difícil, es acercarse a ese diez por ciento que sí vale. Además, de lo que sale a lo que uno quiere hay un abismo. A mí no me gusta ver mis obras, ni releerlas. La mayoría de los grandes pintores cuando ven un cuadro suyo expuesto se lo quieren llevar a casa para mejorarlo. La carrera en la vida de un creador es una búsqueda de lo imposible, y lo imposible es muy difícil de conseguir. Conseguimos lo que podemos. En un concurso de tirar piedras si me dan el primer premio porque he tirado la piedra más lejos a mí me da igual, habré fracasado porque yo tiro a la luna. Y la luna está muy lejos. El arte es un sueño.

B.V.: ¿Cómo cree que está afectando la televisión, Internet,… la digitalización de la sociedad, al teatro actual? ¿A qué se enfrenta el escritor actual con todas las nuevas tendencias y las nuevas tecnologías?

A.S.: Bueno, yo creo que no se enfrenta a nada malo porque haya muchas cosas. La fotografía no ha perjudicado a la historia de la pintura, ha perjudicado a los malos pintores, no a los buenos. La fotografía ha aportado nuevas posibilidades. Ahora aparecen nuevas posibilidades de escribir. La escritura en televisión es estupenda, la escritura en cine es estupenda; yo no estoy muy dotado ni para la una ni para la otra, pero algunos de los escritores que escriben cine y escriben televisión lo hacen maravillosamente bien. Y es un terreno cercano, cuando alguien escribe teatro está muy cerca de escribir televisión, lo que le permite desarrollarse en un medio o en otro.

También hay que esperar a ver qué encargos recibe uno del mundo, porque yo soy escritor, he dedicado mi vida al teatro y he podido pagar las facturas con normalidad desde que era jovencito hasta hoy, y he vivido muy bien, no soy una víctima marginal ni un bohemio, he sido un profesional cualificado de este medio porque he tenido cierta fortuna, y porque de alguna manera la sociedad me encargaba. O sea, la clave para distinguir a un creador de un no creador es que el creador recibe encargos. Esto es así a largo plazo, en la historia de la humanidad, no a corto plazo. Los pintores que han sido pintores toda su vida, es que han recibido encargos. Los escritores que han sido escritores toda su vida, es que han recibido encargos, encargos sociales. A veces esos encargos vienen de un particular, a veces de la sociedad, a veces del pueblo, otras veces del gobierno, a veces del Teatro Nacional…

Yo empecé en el teatro a los veintitantos años, ahora tengo setenta y cinco, y nunca he dejado de tener encargos continuados, más de los que podía realizar. Por eso me he dedicado a esto. Si no hubiera recibido encargos, sencillamente me habría dedicado a otra cosa. Eso de la persona vocacional que dedica su vida “vocacionalmente” a algo es incomprensible para mí. Es imposible que uno se dedique profesionalmente a algo si no recibe encargos.

De no haber sido posible vivir del teatro, habría seguido escribiéndolo pero solo como aficionado. Habría dedicado mi vida a otras cosas. Estudié varias carreras de joven, trabajé de psicólogo pero lo dejé porque no me interesaba.

La relación del ser humano con el mundo es por medio del lenguaje, por medio del afecto, de la familia, y por medio de la economía; y la estructura económica está también relacionada con el dinero. Imagínate un futbolista, es diferente jugar en la plaza con tus amigos a que te llame un equipo, a ir a entrenarte, al sacrificio que significa dedicar tu vida a eso y a cambio recibir una compensación económica. Todo eso es lógico, la sociedad es lógica, lo que ocurre es que no es justa. No es que haya un dios, una sociedad o un tribunal que selecciona, que dice “tú vales para pianista”, “tú vales para albañil”,… no, la clasificación es mucho más injusta, aleatoria, caprichosa, depende de tu salud, del barrio en el que vives, de qué amigos tienes, del círculo en el que te mueves,… Por ejemplo, mirando a los pintores, por no mirar a los escritores, el que tú puedas triunfar como pintor depende de muchos factores. ¿Por qué se dedicó Van Gogh a pintar? Pues porque no valía para nada, y como no valía para nada, y él lo sabía, se dedicó a pintar que para eso sí que valía. Si no vales para muchas cosas y no sacas buenas notas en las demás asignaturas, es un signo, igual vales para artista, es que a lo mejor eres un creador y estás dentro de la razón poética y no de la razón práctica o de la razón matemática. Aunque puede ser que tampoco valgas para artista. Bueno, descubrir todo eso tiene que ver con la relación con el mundo. Son los demás los que te hacen pintor o escritor.

Y con el humor pasa lo mismo: si tú haces una obra, termina y la gente se ha reído, es que funciona. En América cuentan las carcajadas. El sentido del humor se tiene o no se tiene. El que no tiene sentido del humor tiene otras cosas. A mí en muchas escuelas de enseñanzas artísticas mucha gente se me acercaba a preguntarme “¿usted cree que yo valgo para artista?”, esta es la gran pregunta de la humanidad. Yo les respondo a su vez preguntándoles: “¿usted es artista?” Y si la respuesta es “no”, pues  entonces es que no vale, tan elemental como eso. La historia de la humanidad no es de los que han podido ser pintores sino de los que lo han sido. Va habiendo una selección natural para todo, y en el arte y en el deporte es igual de terrible. Cuando alguien corre un maratón tiene que saber que va a correr diez mil kilómetros y va a haber tres medallas, a los demás les van a dar un bocata y al resto, calambres. No tiene nada que ver con la justicia. Todo es muy selectivo. Como las enfermedades, o como la belleza. Nada es justo. El concepto del reparto universal y justiciero de los dones pertenece a los Reyes Magos. Y las vocaciones no se corresponden con las capacidades, sino con los gustos. Si te apasiona la literatura y estás loco por la literatura toda la vida, no quiere decir que seas escritor. Ni siquiera tienes que ser apasionado por la literatura para ser escritor.

B.V.: Tiene en cuenta al público cuando escribe con humor, o, más bien, le da risa lo que pueda pensar?  ¿La taquilla justifica cualquier tipo de teatro?

A.S.: Una de las palabras terribles que mucha gente de teatro desprecia es la palabra “mercado”, pero el problema del teatro no es el mercado sino que no lo haya, que no haya mercado. Cuanto más mercado, más venta. Casi siempre se desprecia lo que no se tiene, y se cae en algo políticamente ingenuo como despreciar la venta, y luego sin embargo todo el mundo está loco por un contrato. Es lógico, es por la supervivencia, pero el teatro necesita un funcionamiento económico. Es verdad que cuantas más subvenciones, más ayudas, más circuitos, más recaudación, más público,… más creadores habrá. Si solo trabajan cien hay menos oportunidades que si trabajan cien mil. El problema básico del teatro es intentar agrandar la relación económica con la sociedad. Si tienes una sala y te dan mil euros no contratas a nadie sino que haces tú todo; si te dan un millón, sí que contratas gente.

El dinero es necesario porque la relación económica directa del teatro con el público siempre ha sido difícil. Esa meta hermosa de que “el público paga el teatro” no se ha dado en general en la sociedad; ha habido muy pocos momentos en los que el público ha ido al teatro y ha pagado: ni en Grecia, ni en Roma, ni en el teatro medieval, ni en los corrales [de comedias]. Cualquier obra mía que fracasara ha tenido mucha más representaciones que una de Lope que triunfara, ya que se hacían muy pocas representaciones,  su vida era muy dura y estaba relacionada con protectores, que eran gobiernos o duques o nobles. Si no, no podías mantenerte. Lo mismo pasó con Shakespeare. Y eso ha ocurrido toda la vida. Si quitamos las subvenciones y los Teatros Nacionales, el Ballet Nacional,… todo lo oficial, queda una estructura muy pequeñita.

Que el público mantenga el teatro es muy difícil, y precisamente lo es porque en el teatro los creadores ofrecen siempre cultura, cambio, educación, ¡y la gente para que le eduquen no paga! Conseguir un público que pague es muy complicado.

La relación entre teatro, público y economía siempre ha sido muy difícil. Esa relación siempre está rota. Y dentro de que siempre está rota, ha habido épocas sociales  donde ha ido mejor y otras donde ha ido peor. Evidentemente ahora gozamos de uno de los momentos de más libertad aparente pero de más dificultades económicas, ya que la economía se ha hecho muy dura, y también porque la gente del teatro quiere vivir como los demás. Durante siglos la gente del teatro ha vivido un poco en el submundo, el cómico no tenía seguridad social y trabajaba que se mataba. Cuando el cómico y la gente de teatro han tenido condiciones normales y ha habido una normalidad económica, lo que ha sucedido es que no había dinero para pagarles. Tener un teatro cerrado todo el día para poner una obra durante una hora y media y que vayan una media de cien personas es un desastre económico tan grande, ¡así no pagan ni la limpieza! La solución pasa por que los creadores sepan al menos el terreno que pisan, que no se inventen cosas que no son reales.

Recientemente he dejado de ser Presidente de la Academia [de las Artes Escénicas de España], y he estado en contacto con creadores de toda España, y se da una paradoja curiosa: la característica del creador, muy individual y muy de su terreno, es que siempre está preguntando “¿qué hay de lo mío?”. Todo el mundo espera que alguna vez se vaya a hacer justicia con “lo suyo”. El creador generalmente vive en una nube utópica que no tiene nada que ver con la realidad. Entonces dice “cambiemos la sociedad, que sea justa, buena, noble, y que atienda al arte y a la cultura”.

No hay palabra más deteriorada, más vituperada, y más arrasada por los suelos que la palabra “cultura”. Es terrible el destrozo que se hace con esta palabra, porque todo el mundo la defiende; si sales a la calle no hay nadie que esté contra la cultura, todo el mundo habla a favor de la cultura, todo el mundo dice “lo que hay que hacer es defender la cultura y el gobierno debe darse cuenta de su valor”… ¡Rollos tópicos! Estamos todos encantadísimos en la superestructura del rollo cultural que no tiene nada que ver con la vida. Hemos creado una superestructura como la de los Reyes Magos. Tras la Cabalgata todo sigue con normalidad. La gente habla de cultura de forma tópica diciendo que es lo más importante, luego se va a ver el fútbol y colorín colorado. No hay un contacto real entre lo que se dice cuando se habla de cultura y la realidad de la vida. Hay un desfase muy grande. ¡Menos presumir todos de buenos, cultos, generosos y abiertos! ¡Menos rollos culturales! Cuando la gente pide una subvención cree que lo pide por el bien de la cultura del país, va a salvar a la humanidad, vende humo. El lenguaje de todo el mundo del arte es muy ingenuo.

Yo vengo de una clase muy humilde, de la clase más humilde; mis padres no tenían para comer. Cuando yo cursaba las cuatro o cinco carreras que hice de joven, comía en los comedores universitarios de la bandeja sucia que dejaba uno, porque nunca tuve para comprar comida; para mí, ir en metro era un lujo. También he estado en la cárcel. La vida es durísima para todo el mundo.

Picasso decía “yo jamás he pintado para vender, pero yo vendo lo que pinto”. Es clave: un artista, de alguna manera, contacta con el mundo con su trabajo y tiene que ver cuál es ese proceso, ese intercambio con el mundo. El gran esfuerzo del creador es cómo entrar y participar en las relaciones del mundo y en el intercambio de los productos del mundo, no cómo conseguir que haya más subvenciones o cómo hacer que la gente vaya más al teatro.

Si un cirujano opera del corazón y no sabe hacerlo es un canalla. Los que tienen que encontrar la solución son los políticos responsables de las áreas culturales. Un concejal de cultura, un delegado de cultura, un ministro de cultura, un encargado de cultura, como no sepa cómo resolver eso está engañando a la gente, está cometiendo un fraude. Tiene que haber en las sociedades unas personas que sepan resolver este problema importantísimo: cómo desarrollar procesos culturales positivos en las sociedades, y no negativos. Son los encargados de la cultura, no los artistas. Como los encargados de hacer una cocina son los arquitectos, no los cocineros.

Los artistas hacen su tarea, los diseñadores de cultura no lo hacen. En la sociedad se nombra responsable de cultura en cualquier territorio al que no sirve para nada. Es aterrador. Los que han aceptado puestos en cultura sin tener respuestas son unos mentirosos.

B.V.: Usted escribe sobre personajes que ejercen o soportan la violencia, sobre relaciones sociales y de pareja tortuosas, sobre la corrupción política… haciendo reír al espectador. ¿Cómo lo logra con lo desolador del panorama social actual, por ejemplo respecto a las alarmantes cifras de violencia de género, de corrupción, etc. que inundan la prensa diaria?

El vuelo de las palomas, de José Luis Alonso de Santos. Editor: Fundación Jorge Guillén, 2017

El vuelo de las palomas, de José Luis Alonso de Santos. Editor: Fundación Jorge Guillén, 2017.

A.S.: En El vuelo de las palomas hay cosas terribles pero el hombre no se sitúa en la parte nimia de la vida, sino en la violencia y el sufrimiento. El humor es la puerta secreta para poder vivir “a pesar de”. La otra vida es la de los Reyes Magos y los niños, no existe. El ser humano es cruel y egoísta. La violencia de género es algo terrible que existe desde los principios de la humanidad. El hombre mata en cuanto puede y hace victima a quien tiene a su lado, eso forma parte de la historia de la humanidad. Yo trabajé mucho en un psiquiátrico de joven, en el hospital de mujeres de Ciempozuelos, lo dejé porque me quería dedicar a otra cosa, pero es terrible el mundo de la cabeza de los seres humanos ya que en general estamos bastante locos. Los que ejercen violencia de género están locos, porque si no, no lo podrían hacer. Quien se sale de la norma entra en la locura, aunque eso no les disculpa. El ser humano es sospechoso de las mayores bondades y de las mayores maldades.

El humor también es una respuesta humana a las cosas terribles. El humor no es una cosa de seres amables, sino que forma parte del terror de vivir. La vida, la muerte, el sufrimiento, lo que no tenemos… el humor también es eso. Es justamente saber hacer un guiso con todo eso lo que hace el humor. Y además, el humor con su flexibilidad abre puertas en los callejones sin salida, que son precisamente los que estamos diciendo: que no te quieran, que te abandonen, no tener lo que deseas, que el mundo sea injusto,… todo eso es trágico pero también cómico y hay puertas falsas por ahí. Un espectador que va a ver mi obra Pares y Nines, que se repone constantemente por el mundo entero, de unos hombres que son muy desgraciados, dejan a sus mujeres y les hacen sufrir, las mujeres les dejan a ellos, ellos se juntan y luego se maltratan también entre ellos,… ese espectador puede estar a punto de suicidarse, ver esta obra y reírse con todo el mundo de sí mismo. Puede encontrar la puerta falsa y darse cuenta de que somos seres muy frágiles, muy poca cosa, muy débiles. El humor tiene también que ver siempre con el humanismo: encontrar la dimensión humana y frágil de los seres humanos. Si nos consideramos frágiles, débiles y pequeños comprendemos hasta las maldades. Lo que tiene el mundo de absurdo, de cruel, de inverosímil,… todo eso también tiene una lectura humorística. Claro que hay gente que es capaz de ver esa dimensión y hay gente que no puede verla. Es como los colores. La persona que ve esa dimensión es el humorista. El ser humano es encantador y terrible a la vez, es un abismo. Un escritor es el que ve el abismo en los otros. El que no ve el abismo en los otros no es un escritor. Y cuando ves el abismo lo cuentas en las obras, con tragedia, con drama o con humor. El humor es tomar conciencia de la fragilidad humana.

Pares y Nines, de José Luis Alonso de Santos. Dirección: Gerardo Malla. Teatro Talía de Valencia.

Pares y Nines, de José Luis Alonso de Santos. Dirección: Gerardo Malla. Teatro Talía de Valencia. 3

 

B.V.: ¿Tiene que ver el humor con los cromosomas? ¿Es diferente el humor escrito por hombres y el de mujeres, o podemos hablar de un humor universal?

A.S.: Yo he visto más humor en los hombres que en las mujeres, en general. En teatro y en cine he visto más capacidad humorística en hombres que en mujeres; en televisión no. La mujer, en general, se mueve en un terreno más dramático, pero también en la vida. Hay más hombres que mujeres contando chistes y haciendo bromas, quizás porque el camino para ellas es más duro, la carga de la vida, los niños, la familia, el trabajo etc. Y cuando hablamos de los grandes cómicos, de Plauto, de Lope,… ocurre lo mismo, aunque es verdad que las mujeres han escrito muy poco.

Si vas a ver Los empeños de una casa, de Sor Juana Inés de la Cruz, no está mal de construcción, de drama, de problemas, pero cuando quiere ser graciosa no tiene gracia, tiene menos gracia que los escritores de su época. No hablo de calidad, solo de humor. En general he encontrado más humor, no más bondad ni más inteligencia, en los hombres que en las mujeres.

B.V.: ¿Y no cree que puede deberse a que muchas veces a la mujer se la invisibiliza, y más quizás a la mujer escritora?

A.S.: Es posible. Pero no hay una Woody Allen en el cine y las mujeres hacen ya muchas películas. Te diría, aunque seré injusto porque habrá alguna excepción, que de las mujeres que hacen cine bueno en España, no recuerdo ninguna que haga humor.

Ocurre también que el hombre es más desvergonzado, más maleducado, o tal vez tiene menos pudor, es más cruel, porque el humor tiene un elemento de crueldad, y la mujer intenta más en su teatro la restitución de la justicia, busca valores. El hombre es más golfo y en el humor hay un componente golfo. No tengo una referencia femenina que puedo usar como referencia de humor. Y sin embargo en filosofía una de mis maestras es María Zambrano, pero no tiene sentido del humor.

B.V.: Eso en cuanto a la creación, pero ¿cree que también hay diferencias de género en cuanto a la recepción de las obras? ¿Una obra suya es percibida de distinta forma por un hombre y una mujer?

A.S.: Bueno, ahí somos todos más generosos con el público femenino porque es verdad que el mejor público es el público femenino y los mejores lectores son mujeres. Yo prefiero a las espectadoras que a los espectadores, sin ninguna duda. Vemos habitualmente cinco mujeres amigas que quedan y se van a ver una obra de teatro, pero no creo que cinco hombres amigos queden para ver una obra de teatro si no son del mundo del teatro; si van, van con sus mujeres. Ellas, en general, tienen más flexibilidad hasta para ver una obra de vanguardia; ellos, sin embargo, tienen miedo al aburrimiento y menos capacidad de disfrute. Esa es mi impresión.

B.V.: ¿Y tiene que ver el humor no solo con el género, sino también con la edad?

A.S.: Sí, tiene que ver y mucho. Evidentemente, cuanto mayor eres más difícil es tener humor. Por ejemplo me sorprende de Woody Allen que ya no tiene el humor que tenía antes, ha perdido el humor inmediato, ahora tiene el humor a base de ingenio. Ahora nos reímos en las pelis de Woody Allen no de su sentido del humor sino de su ingenio, de la vuelta de tuerca. Ha perdido el humor que tenía de joven, que era un humor más espontáneo, más fresco. Ocurre lo mismo en las últimas películas de Charlot: Charles Chaplin se volvió un ser sin humor. El humor de mayor es muy difícil. Y los grandes cómicos españoles, los grandes autores, los grandes directores, de mayor no tenían humor. A nivel personal, yo he hablado con Víctor Ruiz Iriarte, con Fernando Fernán Gómez, que también era un hombre lleno de humor de joven, pero no de mayor. Pierdes el humor porque la vida es muy dura. De mayor te cuesta más entrar en la dimensión cómica, y además, te haces respetable y ser respetable es arriesgado porque el humor es un poco como “quedarse con el culo al aire”. Lo primero que tiene que haber en un escritor de humor es la capacidad de reírse de sí mismo, no creerse nada, ni a uno mismo. Para hacer humor hay que saber hacer tonterías como los niños y ya de mayor te cuesta trabajo ser niño. Y además, políticamente estamos en una sociedad muy abierta por un lado y muy cerrada por otro. Hoy día hay muchas corrientes políticas de curas que no creen en dios, se han inventado una religión y van sembrando doctrina por el mundo, condenando y amargando a los demás. Hoy día una película como La vaquilla no se podría hacer. Berlanga [Luis García Berlanga] hoy día estaría perseguido.

Yo tengo una obra, Los jamones de Stalin, que ni siquiera he querido publicar, quizás cuando me muera. En ella me río y me burlo profundamente del comunismo. No me atrevo ni a estrenarla ni a publicarla, porque desde ese día sería perseguido por los apóstoles del apocalipsis hacia la muerte, y es una batalla que no me merece la pena. Yo digo lo de Voltaire: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría la vida porque puedas decirlo”. Di tu verdad, pero déjame decir la mía. Hay un pensamiento que es teóricamente el correcto, estamos en una censura encubierta, que no es del gobierno, y ¡pobre de aquel que pase la línea de lo incorrecto!

B.V.: ¿Se puede hacer un humor políticamente correcto? ¿Y se debe? Actualmente se están censurando espectáculos y encarcelando gente por ejemplo por rapear contra la monarquía, por publicar un libro políticamente incorrecto, etc. ¿Cuáles cree que son los límites a la creación? ¿Están en uno mismo, en la autocensura, o en la sociedad?

Alonso de Santos, J.L., (2015), edición de Margarita Piñeiro, Bajarse al Moro. Colección: Las 25 obras del Teatro español. Resad- Bolchiro.

Alonso de Santos, J.L., (2015), edición de Margarita Piñeiro, Bajarse al Moro. Colección: «Las 25 obras del Teatro español». Resad- Bolchiro.

A.S.: El peor problema de la política, política de diferentes lados, siempre es una palabra que es clave y que va en contra del humor: la exageración. Todo está exagerado. Si hay unos títeres que dicen cosas, podrán gustar más o menos, incluso puede que el sitio no sea el oportuno, quizás al que les ha programado ahí incluso le podrían poner una multa privada,… pero ahora se exagera todo, está exagerada la culpa y la disculpa, y se convierte esto en la colina donde se libran otras batallas. Desde la política de represión de los gobiernos está todo muy exagerado, y desde luego, no es para llevarles al juez, ni al rapero que cante determinada canción. Tiene que haber mucha más libertad.»

Cuando yo escribí Bajarse al moro hace más de veinte años a mí me denunciaron muchas instituciones, pero una de ellas fue el Colegio de Psicólogos, porque dicen que yo decía que los psicólogos no sabían nada. ¡Y todo por una frase de un personaje!

Yo he vivido, he escrito, he dirigido con la censura en el franquismo, he estado luchando porque me permitieran alguna obra, algunas me las han prohibido, me han metido en la cárcel… Desde el gobierno, desde la policía, desde los jueces, se exageran las respuestas, pero desde el otro lado también. Se toma la parte por el todo.

¡Y por no hablar del tema del feminismo!, uno de los grandes problemas políticos donde meterse es peligrosísimo. El teatro del humor ha desvalorado miles de veces a la mujer en muchas obras y películas. La mitad de las obras de Calderón [Pedro Calderón de la Barca] estarían prohibidas. El médico de su honra: cuando tu mujer te traiciona hay que sangrarla; El alcalde de Zalamea no se llama así, sino que se llama El garrote más bien dado, y es una obra a favor de la pena de muerte, a la que luego le cambian el título. En la historia del teatro muchas veces tú haces una obra que va contra los valores. Es la historia del arte. El arte no tiene que estar al servicio de la moral, ni de la educación, eso es de los curas, de los curas de un lado o de otro. Querer poner el arte al servicio de la moral es de Torquemadas [inquisidor del siglo XV Tomás de Torquemada]. Hay que respetar la opinión y el arte del otro, y “el otro” es el otro, no solo el que piensa como yo.

Pero a pesar de todo, el arte, en general, tiende al bien, pero no tiene que tender al bien en particular. Todos los titiriteros no van a hacer teatro para niños matando a la bruja.

Saber si los límites a la creación están en uno mismo o en la sociedad es un debate complejo y no se va a resolver porque vivir en las sociedades, principio antropológico esencial, es vivir en contradicción, no es eliminar la contradicción. Siempre habrá contradicciones en las sociedades y hay que saber manejarlas, convivir con ellas. Un artista no es el que elimina las contradicciones, como cuando se elimina a los campesinos rusos matándolos a todos. Aprender a vivir con las contradicciones es una de las cosas que nos enseña el arte. Eliminar la otra parte de la contradicción es eliminar al otro, y eso es terrible, es el principio fascista.

Cuando Sócrates, el padre de la filosofía, con Platón y los suyos, está enseñando filosofía en Atenas, que es el momento más brillante del pensamiento, del logos, en la historia de la humanidad, Aristófanes está burlándose de ellos con el pathos. En la obra Las nubes [de Aristófanes] los filósofos son unos gilipollas que no quieren trabajar. Aristófanes, con el pathos, va contra el mundo del logos. Y los del logos, los grandes filósofos, quieren prohibir a Aristófanes. Y cuando luego Platón escribe los grandes libros de su pensamiento, lo primero que dice es que hay que desterrar a los poetas, a los escritores y a los artistas de la República porque la pervierten. Todos los pensamientos políticos tratan de desterrar a los artistas porque los artistas, por su propia naturaleza, no van a hacer pensamiento político-militante. Son seres peligrosos para los movimientos políticos rígidos, porque aunque esos movimientos políticos tuvieran razón, el artista les va a llevar la contraria, y más un dramaturgo, ya que hacer dramaturgia es defender a la parte contraria. Si me piden que renuncie a defender una parte, estaría renunciando a mi oficio.

B.V.: Siendo el autor más representado en España en el último medio siglo, ¿qué le diría a los dramaturgos y dramaturgas, tras la ardua batalla de conseguir ser publicados, que pudiera animarlos a seguir peleando por ver sus obras en escena?

A.S.: Les aconsejaría que miren a los demás trabajadores y hagan lo mismo, que no traten de sembrar en su pasillo, que miren a otros labradores y siembren en el campo. Y que no esperen milagros. Los aspirantes a artistas siempre creen que se va a dar un milagro. En el amor pasa algo parecido: están mejor casados los que no han buscado milagros, los que han buscado a una persona para convivir, no un príncipe azul. Hay que adaptarse al medio, los animales que no se han adaptado al medio han desaparecido.

El que quiera ser escritor de novelas de piratas, tiene que hacerse escritor profesional y entrar en las reglas, no tiene que ser pirata. ¡Para escribir Bajarse al moro yo no me había fumando ni un porro! [ríe].

El mundo de la imaginación es un dominio de materiales, no de entender más o menos la vida ni a los seres humanos. El artista no es el que entiende el mundo.

Para escribir hay que trata de tener una mirada limpia, no condicionada por la cultura, no condicionada por el logos. El arte es una mirada desde el pathos, desde la sensibilidad, no desde la mente. Lo que mejor hacemos en la vida es respirar porque no sabemos cómo lo hacemos y si lo hacemos conscientemente nos mareamos. El arte es como la respiración para un artista mezclada con fantasía, intuiciones, síntesis, y visión. El arte es inexplicable y precisamente porque es inexplicable es arte. El arte es, como diría Machado, “a largo plazo y, además, no importa”.

Lo más importante que he aprendido del teatro no lo he aprendido en el teatro. Lo he aprendido en la filosofía, en la historia del arte, en la música,… Un autor de humor ha tenido que haber leído Agudeza y arte de ingenio, de Gracián [Baltasar Gracián y Morales].

Con conocimientos amplios debes hacer una cosa sencilla. Debes bañarte en la playa, pero el mar es profundo. Las obras deben ser como las playas, sencillas, pero debajo está el mar, profundo, pero sin que se note. Son playas de arena, para disfrutar, para gozar. Yo ofrezco en mi teatro, siempre que puedo, una playa para gozar. El teatro que lleva años recorriendo el mundo es porque lleva capas debajo, como el mar. El teatro es para gozar.

José Luis Alonso de Santos junto a Pilar Lacasta, de Cajasol, y el actor Enrique Miranda, en la presentación de la obra “10 euros la copa”, de José Luis Alonso de Santos. (2012)

José Luis Alonso de Santos junto a Pilar Lacasta, de Cajasol, y el actor Enrique Miranda, en la presentación de la obra 10 euros la copa, de José Luis Alonso de Santos. (2012) 4

 

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Notas    (↵ Volver al texto returns to text)

  1. BEATRIZ VELILLA, de Barlovento Teatro. Dramaturga, directora de escena y actriz de teatro. Máster en Política Social (Universidad de Deusto, Bilbao). Egresada de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático, Madrid).
    Beatriz Velilla velilla.beatriz@gmail.com  http://buscautores.aat.es/autor/bvl/
    BarLOVEnto TEATRO   barloventoteatro@gmail.com   https://barloventoteatro.wordpress.com/↵ Volver al texto
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  1. © Sergio Enríquez-Nistal / EL MUNDO. Fuente: www.españaescultura.es↵ Ver foto
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  3. Fuente: N.M. Apellido (22 de septiembre, 2017). El full monty más divertido y Pares y Nines, en el Talía. Las Provincias.↵ Ver foto
  4. Foto: Kako Rangel.
    Fuente: González-Barba, A., (22 de septiembre de 2012). A los catalanes les falta sentido del humor. Artur Mas debería ir a Cádiz. ABC de Sevilla.↵ Ver foto

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