N.º 8 De aquí y de ahora. Teatro Español contemporáneo

sumario

José SANCHIS SINISTERRA, Bartolomé encadenadoLa tierra se conmueve
(y el eco lo acompaña)

Gustavo Montes
Autor de teatro y profesor de la Universidad Rey Juan Carlos

José SANCHIS SINISTERRA,
Bartolomé encadenado.
Murcia, Universidad de Murcia, 2015.
(Antología Teatral Española, nº 50). 144 pp., 8 €.
ISBN: 978-84-16551-09-5.

Un jubilado griego, Dimitris Christoulas, se suicidó en 2012 de un tiro en la cabeza frente al parlamento griego, en la Plaza Syntagma de Atenas. Dejó constancia de sus motivos en una carta de despedida crítica con la política de austeridad llevada a cabo por el gobierno griego de la época, encabezado por el partido neoliberal Nueva Democracia, al que apoyaba el antiguo partido socialista griego (uno se echa a temblar por la concomitancia con la realidad política española actual). El anciano quiso poner fin a su vida “con dignidad”, según dejó escrito, antes de verse obligado a hurgar en la basura para poder comer, obligado por el recorte gubernamental a la mísera pensión que recibía. Este es el punto de partida –la idea generadora– de Bartolomé encadenado, la obra de teatro de José Sanchis Sinisterra objeto de esta reseña.

El maestro valenciano, sin embargo, llevado por esa voluntad de innovación y experimentación que lo caracteriza, como comenta el autor del extenso prólogo que acompaña a la edición, Manuel Aznar Soler, no se dedica a ilustrar meramente la historia, sino que se aparta de lo referencial, para construir una obra que se integra en esa poética de la intertextualidad que ha practicado con éxito en otras obras, como su conocida y justamente reconocida El lector por horas. No obstante, en Bartolomé encadenado el carácter intertextual no se basa en la cita, como en la obra mencionada (“A finales de los noventa yo hacía intertextualidad sin saberlo”, me dijo en una entrevista hace un par de años), sino en la estructura. En efecto, el maestro toma ciertas características estructurales de Prometeo encadenado, la tragedia de Esquilo, para situar la historia del jubilado griego en el contexto sociopolítico de la España actual. También realiza una modificación genérica: ya no es tragedia, sino drama satírico, ese otro gran género de la Grecia clásica, o, en una denominación actual, tragicomedia (o “comitragedia”, como la denomina el propio autor).

Comitragedia, pero comitragedia política sobre los efectos concretos, trágicos, dolorosamente reales, de las políticas de recortes sociales llevadas a cabo por los gobiernos europeos. Bartolomé encadenado se inserta dentro del teatro político que ha venido desarrollando Sanchis Sinisterra a través de distintas estructuras y estrategias en obras como ¡Ay, Carmela!, Marsal, Marsal o Terror y miseria en el primer franquismo. Un teatro sobre el que el maestro continúa trabajando desde su centro de investigación de la calle Cabeza de Madrid, La Corsetería. “La idea es realizar una serie de actividades de dramaturgias inducidas para que otros escriban sobre temas políticos y sociales”, me dijo también en la mencionada entrevista.

Bartolomé encadenado tiene una configuración de personajes que se inserta en los caracteres griegos, utilizando la terminología aristotélica: hay corifeo y una decena de coreutas, miembros de una improbable manifestación que acude a apoyar al suicida, subido en una grúa en una castiza plaza madrileña. El coro (de jóvenes cabreados en el texto), representación obvia del pueblo, comenta la acción a través de un constante rapear y se define a sí mismo en sus rimas: “¡Somos la voz de la calle! ¡Somos el clamor de la plaza! / ¡Somos la mayoría ruidosa, que parece dormida pero nunca reposa!”.

Hay que destacar que los personajes (Bartolomé –el jubilado–, los dos policías municipales –tía y sobrino–, la periodista bloguera, dos periodistas televisivos y Hermes, que se define a sí mismo como “depurador de la información”) se nos muestran deliberadamente como estereotipos costumbristas (de “sainete arnichesco” en palabras de Aznar Soler) más que como trasuntos de personas con un modo de ser y modo de hacer propio e individualizado en ese constante juego intergenérico e intertextual del maestro. Aunque con ello el texto gana en efecto cómico y expresión metateatral, a un lector convencional le cuestionaría unos hechos que proceden directamente de lo real y que, aunque no implique por obligación un tratamiento realista o ilustrativo –mejor así­–, sí le dificultaría la búsqueda de la verdad dramática –simbólica o no mimética, si se quiere– al quedar ésta atenuada por el estereotipo, que dispone trabas a su identificación o proyección con la peripecia de los personajes.

El texto es el número 50 de la Colección Antología Teatral Española de la Universidad de Murcia, coordinada por César Oliva y Mariano de Paco, a los que hay que agradecer su apuesta por la recuperación y la difusión de títulos de autores como Domingo Miras, Jerónimo López Mozo, José Martín Recuerda, Lauro Olmo o Josep M. Benet y Jornet.

La obra termina con una gran explosión que lo destruye todo (“y a todos”, se lee en el texto). Tras ella, se oye la voz del suicida que recita los últimos versos de Prometeo encadenado de Esquilo: “Ahora es ya de veras / y no vana palabra / la tierra se conmueve / y el eco lo acompaña / con un profundo estruendo”. Que se oiga.

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