N.º 58El autor teatral en las Comunidades autónomas II

INFANCIA Y JUVENTUD

Lola Lara, una mirada poliédrica de las artes escénicas para la infancia

 

Cristina Santolaria Solano

 

Lola Lara

Lola Lara 1

Hablamos con Lola Lara, a quien definiríamos por su comprometida implicación en la dignificación de las artes escénicas para la infancia y la juventud, para conocer su opinión sobre el estado actual de la dramaturgia de los espectáculos dedicados a los niños y los jóvenes.

Lola Lara es una periodista que ha colaborado en varios medios, especialmente en El País, donde se especializó en el área de cultura y ocio para niños y jóvenes. Además, entre 1998 y 2018, fue la corresponsal en Madrid de la revista educativa Cuadernos de Pedagogía. Como consecuencia de este conocimiento  del mundo de la infancia, la organización de consumidores CEACCU le encargó la realización de una serie de estudios (1997, 2000, 2004) sobre los contenidos en la programación infantil de las televisiones públicas y privadas, y que fueron publicados por este organismo.

Quizás uno de los aspectos más reseñable de la trayectoria de Lola Lara fue su paso por la presidencia de ASSITEJ (2000-2018), periodo durante el cual trabajó, entre otros objetivos, por recuperar la presencia de Assitej-España en la esfera de ASSITEJ-Internacional,  que había tenido en sus orígenes;  por fijar la investigación como eje fundamental de trabajo de la asociación (Premio Juan Cervera y Colección de ensayo) y por alcanzar la conexión con artistas extranjeros mediante la puesta en marcha de la Colección de textos de autores no españoles y que escriben en otros idiomas.

Cartel Teatralia 2022Además, Lola Lara está, desde principios de siglo, directamente implicada en el devenir de uno de los festivales más importantes dedicados a la infancia, Teatralia. Fue la corresponsable de la programación en unos años (2005-2015)  en que hubo que luchar por la consolidación de un festival de referencia en el marco de la crisis económica de 2008. Desde 2016, y ya como directora, Lara ha acometido nuevos retos: la extensión del festival al verano, la implicación de grandes teatros en la programación, la ampliación de  la misma a colectivos con necesidades especiales o el establecimiento de sinergias con la comunidad educativa con el objetivo de ampliar la campaña escolar, entre otras.

Lola Lara, así mismo, ha participado en numerosos debates y mesas redondas relacionadas con el teatro para la infancia en España; pronunciado conferencias sobre el mismo tema, publicado artículos (en revistas especializadas como Las puertas del drama, Titereando, Minerva, Teatros Madrid…) y ha sido miembro del jurado en diversos festivales y ferias de teatro y premios. Como persona implicada en el mundo cultural de la infancia, ha formado parte de los órganos consultivos y de asesoramiento del Ministerio de Cultura y de otras administraciones.

 

CRISTINA SANTOLARIA. ¿Cómo se produce tu entrada en el mundo de la infancia?

LOLA LARA. De una manera muy casual: cuando se puso en marcha el cuadernillo de Madrid del diario El País, a mitad de los 90, el responsable de aquello, Álex Grijelmo, me llamó para que me ocupara de elaborar contenidos en torno al tema. Yo le di una orientación cultural, que perduró durante años y que se convirtió en una columna semanal dedicada al ocio cultural para la infancia. Visto desde la perspectiva de hoy día, toda una hazaña.

Antes de eso, mientras estudiaba la carrera de Periodismo en Barcelona, compaginaba los estudios con un trabajo en un hospital infantil. Allí entré como auxiliar en un departamento de Psicología infantil y también tuve ocasión de acercarme al fascinante y complejo universo de la Infancia, con mayúscula.

C.S. ¿Qué papel desempeña ‘Cuadernos de Pedagogía’? ¿Crees necesario unir educación y teatro cuando hablamos del universo infantil?

L.L. Cuadernos de Pedagogía fue una de las revistas punteras durante la Transición democrática. En los 70, cuando la sociedad española aspiraba a acometer muchos cambios, se sabía que la educación sería una base fundamental para construir algo nuevo ya en democracia. La educación entendida como desarrollo del individuo, con una perspectiva social y no como un proceso de transmisión de conocimiento, tiene que ver con todo. También con el arte y, por ende, con el teatro. No sé si contesto a tu pregunta. Para mí, cualquier arte forma, pero tanto al adulto como al niño. El arte forma parte imprescindible del desarrollo humano.

C.S. Los informes que elaboraste sobre las cadenas de televisión, ¿cuáles fueron las principales conclusiones? ¿Cuáles de ellas tienen validez hoy en día?

L.L. La televisión da vuelcos continuamente y siempre para peor. Ya ni siquiera conquista a ese gran público que consumió durante años subproductos basura, como demuestra la emigración hacia las plataformas de contenidos digitales.

Las principales conclusiones de aquellos estudios variaban según el año. Si en el primero era espeluznante comprobar la transmisión deliberada de determinados contravalores (los modelos sexistas imperaban de una forma casi obscena o la apelación a la violencia en la resolución de conflictos), en el último resultó patente el uso de los niños como sujetos de incitación al consumo, muy en especial de la comida basura. La máxima podría haberse definido así: los niños no votan pero sí consumen.

C.S. ¿Qué crees que aporta tu  presencia en ASSITEJ?  

L.L. Puedo decir que la renovación de Assitej que se inició con la incorporación de una terna integrada por Luis Matilla, Javo Rodríguez y yo misma fue determinante para que hoy la asociación desarrolle esa labor ingente en pro del teatro para la infancia. Y esa expresión, en pro de…, muy meditada, significa que no trabaja por el gremio o por el sector profesional, sino por la sociedad, en uno de sus componentes muy debilitados como es la población infantil y en concreto en su condición de sujetos con derecho a acceder a la cultura en condiciones de igualdad respecto a las personas adultas.

En un orden de cosas práctico, mi paso por Assitej ha dejado un equipo humano extraordinario y que una institución como Casa del Lector acoja la sede. El premio Juan Cervera, la colección de ensayo, la colección internacional… se gestaron en esos años.

C.S. ¿Y qué te ha aportado  ASSITEJ a ti?

L.L. Assitej me aportó muchas cosas: un trabajo real en equipo, la satisfacción del altruismo, el contacto con artistas y gestores de todo el mundo, personas con vocación de dedicar su trabajo al público infantil y de hacerlo con elevados estándares de calidad.

Lola Lara, premio ASSITEJ

Lola Lara, Premio Nacional ASSITEJ España 2018 2

C.S. ¿Qué crees que ha aportado tu llegada a Teatralia, uno de los festivales estrella de la Comunidad de Madrid?

L.L. En un principio mi aportación a Teatralia fue poner mi grano de arena para hacer posible la continuidad de un proyecto completamente excepcional y único.

Después, pues está claro que cada uno tenemos nuestra propia impronta que dejamos en aquello que acometemos. En mi caso, puedo decir que mi formación periodística ha incidido en la forma de comunicar el festival. Y no me refiero a los comunicados de prensa, sino a todos los materiales e iniciativas elaboradas para propiciar la buena comunicación con el público potencial y el efectivo. A veces los artistas “cuentan mal” sus trabajos: hacen un trabajo creativo excepcional pero lo exponen fatal. Me parece importante darle al público recursos para poder seleccionar bien las obras que va a ver. Y es ahí donde creo que los gestores tenemos que completar el trabajo de los artistas. No solo tenemos que diseñar la mejor programación, sino hacer que el público llene las salas. Hoy por hoy, Teatralia dispone de un amplio catálogo de materiales que facilitan la elección  de la obra por parte de docentes y de familias, que son los que acompañan a los niños. A mí me gustaría pensar que para seleccionar las obras hacen partícipes a los niños, puesto que tienen (los adultos) herramientas para compartir con ellos (los niños).

C.S. ¿Y qué te aporta Teatralia a ti?

L.L. Teatralia me ha aportado el contacto con artistas de todo el mundo con una vocación entusiasta y genuina hacia el público infantil. He visto que el arte es la única vía para hacer  posible el diálogo intergeneracional sin jerarquías. Y ese ha sido un descubrimiento personal muy valioso.

C.S. ¿Y no te acercó al “teatro por dentro”? ¿Al conocimiento más directo al hecho escénico?

Sí, claro, esa es una derivada directa: conocer el teatro entre bambalinas, todo lo que hay detrás y en torno a una función, que es muchísimo, desde producción a técnica pasando por la logística; todas son tareas complejas e imprescindibles. Por eso es tan importante el trabajo en equipo (en Teatralia, existe un equipo tan reducido en tamaño como eficaz en calidad) y un buen soporte, en este caso la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid.

C.S. Haznos, por favor, un somero diagnóstico de las AAEE para la infancia y la juventud en la actualidad.

L.L. En España avanzan a velocidad de vértigo. La calidad artística de los trabajos destinados a la infancia no tiene nada que envidiar al teatro para adultos. La fusión de disciplinas, hasta tal extremo que hacen imposible la calificación cerrada (títeres, circo, danza…), es signo de identidad del teatro contemporáneo para la infancia.

C.S. ¿Te atreverías a comparar el nivel de España en este campo con el de otros países de nuestro entorno?

Donde hace algún tiempo nos separaban años luz, ahora no es así. Esa distancia ha desaparecido. Hoy día y según mi estimación, Canadá y Dinamarca encabezan el ranking; en otro momento fueron Francia, Italia y Bélgica; pero ya son movimientos leves. España ya entró en esas listas y el teatro español puede presentarse (y de hecho, se presenta) en festivales extranjeros sin tener miedo a la comparación. Y eso ocurre cuando la ayuda económica en nuestro país está muy lejos de la que se otorga en los países que destacan.

C.S. ¿Y qué me dices de la dramaturgia de las AAEE para la infancia?

L.L. Tenemos que diferenciar entre dramaturgia y texto teatral. Se dice con frecuencia que no hay calidad en la escritura teatral. Yo no lo veo así. El premio de textos teatrales Assitej España saca a la luz textos de calidad y algunos muy sorprendentes, por su audacia creativa. Otra cosa es que aún se tenga la inercia de recurrir a viejos textos con poco afán de indagación o que se monte una obra sin un texto detrás, a base de unos pocos diálogos de escaso rigor teatral. Pero también tenemos que considerar las dramaturgias no verbales, algunas de enorme calidad. 

C.S. ¿Y no crees que, a veces, los espectáculos para bebés carecen de un mínimo soporte dramatúrgico?

L.L. Como ocurre con todas las modas, al teatro para primera infancia también se han apuntado artistas poco convencidos de que los bebés puedan tener una vivencia plena de lo artístico. Así se ha extendido la idea de que un bebé solo puede percibir colores, imágenes y sonidos agradables y eso ha hecho que muchas de estas propuestas adolezcan de estructura dramática. Pero hay grandes ejemplos de creación en sentido contrario. Si tu no hubieras nacido, de La Casa Incierta (España) es uno; Igen, de Aaben Dans (Dinamarca) es otro; el primer ejemplo soportado con una dramaturgia de texto y el segundo de movimiento, pero ambos con dramaturgias muy potentes.

C.S. Se dice que a los adolescentes no les interesan las artes escénicas. ¿Crees que es cierto?  ¿Cómo se puede llegar a ellos? ¿Qué hay que contarles?

L.L. Se puede llegar a ellos y se llega con calidad. Es impresionante ver cómo generaciones que han crecido en pleno auge de la virtualidad, de lo digital…quedan cautivados ante un arte que necesita “encarnarse”, hacerse carne, ocurrir en vivo, en concordancia espacio-temporal entre público e intérpretes. Eso que en principio puede parecer un handicap por falta de costumbre, se convierte en un valor increíble para conectar con ellos. ¿Qué se requiere para que ocurra? Calidad interpretativa, un conflicto que los interpele y sentirse respetados, no reducidos a estereotipos.

C.S. ¿Crees que el dramaturgo que escribe para los niños debe tener una formación especial? ¿Una sensibilidad diferente?

L.L. No tiene por qué ser así. La única premisa que debe cumplir es respetar a sus interlocutores. Claro, si se pone a escribir teatro alguien que no empatiza con el universo infantil pues es mejor que no escriba para ellos.

C.S. Pero un dramaturgo que no está familiarizado con las AAEE para la infancia, ¿puede empezar a escribir obras para la infancia de forma repentina?

Creo que debe saber lo que se ha hecho en ese campo, porque si no, uno puede tener la tentación de creer que ha inventado la “sopa de ajo”. Yo recuerdo hace muchos años que una persona de teatro me decía de sí misma que sus obras (para niños) no tenían éxito porque estaban teñidas de crítica política; era evidente que desconocía el terreno porque se habían hecho muchas cosas y mucho más contundentes de lo que él había escrito. En este territorio del teatro para la infancia, en el que campan a sus anchas muchos  prejuicios y lugares comunes, es imprescindible cierta alfabetización en la materia.

C.S. ¿Qué le recomendarías a un dramaturgo que quiere dedicar sus esfuerzos al teatro para la infancia?

L.L. Que sea honesto con sus intereses como artista adulto. Que piense que puede que no estén tan lejos de los de un niño y que trate de establecer puentes entre sus aspiraciones como persona adulta, como creador  y el público/lector al que quiere dirigirse. El autor teatral dialoga con sus lectores, en un diálogo sin jerarquías. Eso mismo debe de hacer cuando escriba para niños. Romper la ecuación “el adulto es el que enseña y el niño el que aprende”. Debemos remitirnos a nuestra propia infancia para recordar cuántas cosas sabíamos entonces que luego se nos han olvidado. Tenemos que entrenarnos en mirar la infancia como una etapa de la vida en la que ocurren cosas tan extraordinarias como que se conforma nuestra estructura de pensamiento, y la curiosidad que nos posee es tan enorme que el afán de conocimiento se diría infinito. No podemos seguir observando la infancia solo como una etapa pasajera cuyo objetivo último es esperar a que llegue la edad adulta.  Debemos cobrar conciencia del enorme peso de la infancia en la vida humana. Y ante eso, los artistas, y por tanto los autores, tienen mucho que aportar.

C.S. ¿Algún detalle más práctico? ¿Estética? ¿Temas?

L.L. Creo que está contestado en la anterior pero solo puedo añadir una máxima que dice que en el teatro para la infancia no hay temas vedados sino tratamientos inadecuados. Pues eso, se puede hablar de todo en el tono preciso. ¿Ocultaríamos a nuestro hijo un hecho dramático, como la muerte de un abuelo? Seguro que no, pero le daríamos la noticia de una manera adecuada a su sensibilidad y capacidad para asumir el hecho. Por otro lado, también quiero alertar de la moda de tratar en el teatro lo que antes se conocía como temas tabú, que podemos sintetizar en la idea de que son todos aquellos que conlleven ciertos dilemas.

Está muy bien abordar un tema “complejo”, pero eso no garantiza que se escriba una buena obra. Quiero decir que hay quien piensa que si se aborda un tema de este tipo (por ejemplo, una ruptura conyugal y las consecuencias para los hijos) ya se ha escrito una buena obra y ni mucho menos es así.  Eso es solo el tema; ahora hay que construir personajes, diálogos, situaciones y conflictos, hay que convertir una situación cotidiana o extraordinaria en escritura teatral. De hecho he visto muchas obras que abordan temas complejos de manera simplista y con soluciones fáciles. Las obras que hablan de las rupturas de los padres y en las que la moraleja es “no pasa nada, ahora tendrás dos casas” minimiza el dolor de esos hijos. Durante mucho tiempo el adulto ha querido desactivar el miedo del niño diciendo cosas como “si los monstruos no existen”. El autor de teatro debería darle voz a ese niño asustado y a ese monstruo sea o no imaginado, ponerlos en relación y en diálogo y contarnos una historia sobre eso.

C.S. Lola, para acabar, ya que esta entrevista aparecerá en Las Puertas del Drama, la revista de la Asociación de Autores y Autoras de Teatro, ¿por qué le recomendarías a este colectivo la necesidad de apostar fuerte por el teatro para la infancia?

Yo no me atrevo a recomendar nada. Creo que el autor de teatro que lo es por vocación, debe prestar atención a sus impulsos creativos. Es difícil que la infancia (con la importancia que tiene en la vida de cualquiera de nosotros) no aparezca en algún momento. A poco atentos que estemos a nuestras voces internas, la niñez (la vivida en carne propia, la que nos resta si es que queda alguna o la de los niños que tengamos cerca) sale a la superficie. El teatro es un arte ideal para reflejar la tensión entre el presente adulto y ese tiempo deslumbrante de la niñez, en su esencia, su energía y sus infinitas posibilidades.

 

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