N.º 58El autor teatral en las Comunidades autónomas II

Castilla-La Mancha,
una obra en construcción

 

Marta Torres

 

En agosto de 1982 fue aprobado por las Cortes Generales el Estatuto de Castilla-La Mancha y cinco provincias pasamos a formar una comunidad autónoma con capacidad de autogobierno. Desde entonces hasta hoy se han ido ampliando las competencias en diversas materias, pero desde el minuto uno, y en todas las comunidades autónomas, las competencias de cultura quedaron en manos de los gobiernos regionales. Nada más sensato y esperanzador. Castilla-La Mancha, en el 82, además de tener pendiente su desarrollo social en todos los aspectos, debía construir una identidad común que no tenía, y para ello se necesitaba capacidad económica y legislativa, y voluntad para hacerlo. Lo teníamos todo, pero… ¿hemos hecho todo lo que podíamos para el desarrollo cultural de nuestra comunidad y para buscar y hallar o para generar los rasgos identitarios que nos unieran como sociedad? ¿Hemos valorado en su justa medida la importancia de dar voz a una comunidad a través de las expresiones artísticas nacidas y compartidas en su seno? ¿Hemos, siquiera, sido conscientes de que si no invertíamos en impulsar una cultura propia seríamos arrasados por las corrientes derivadas de la globalización?

Hasta la fecha se han realizado en nuestra comunidad dos Planes Estratégicos de Cultura. El segundo, que se ultimó en diciembre de 2016, ponía en su horizonte 2020 y constaba de 6 objetivos estratégicos, 46 planes de acción y 108 programas. Entre esos planes se encuentra la “Creación del Observatorio de Políticas Culturales de Castilla-La Mancha” que fue presentado en noviembre de 2017, y está perfectamente estructurada su composición en las 9 páginas que la detallan. Entre sus objetivos se puede leer “producir, recopilar y proporcionar información especializada del sector”. Me habría sido muy útil, pero no he encontrado ni rastro de él.

Este artículo tiene como objetivo dar a conocer las políticas autonómicas pasadas y presentes con respecto a la autoría y a la literatura dramática, las opciones de formación y desarrollo de los autores, y el estado actual de la dramaturgia en Castilla-La Mancha en cuanto a calidad y cantidad. Es tan poca la información que voy a poder dar al respecto, que necesariamente tengo que preguntarme las razones e intentar hacer una narración sobre el transcurrir de las artes escénicas desde aquel 1982 cuando todo estaba por hacer. Si bien historiadores y sociólogos probablemente indagarían en años anteriores para dar explicación a la situación actual, yo solo hablaré de lo que he vivido en primera persona por dos razones bastante obvias: no tengo herramientas para ir más allá y la importante ruptura que supuso la transición. Un pequeño estudio que hice hace mucho tiempo sobre la oferta teatral durante la Feria de Albacete en los últimos años del franquismo muestra cómo en la escena albaceteña en sus fiestas todo eran revistas de lo más alegres y picantes a las que, por el éxito que cosechaban, poco se les debía notar su paso por el ridículo lápiz rojo de la censura que queda registrado en sus textos. La censura y la organización social creo que hacen que ese tiempo anterior sea otra historia.

Si pudiéramos asemejar las artes escénicas con un edificio, podríamos decir que en su construcción y en su estado actual, en Castilla-La Mancha, hemos colaborado todos los que, por una causa u otra, con un cometido u otro, hemos desarrollado nuestro trabajo en él. Los diferentes oficios que lo han construido, directores y directoras, actores y actrices, y demás artistas, han trabajado con los materiales provistos por los autores y autoras, pero sus arquitectos han sido los sucesivos responsables políticos de cultura con la capacidad y el poder de diseñarlo trazando y determinando las líneas políticas y de actuación, y el jefe de obra y la persona tal vez más relevante en su construcción ha sido Emilio Recio, responsable técnico desde la jefatura de sección primero y desde la jefatura de servicio después hasta 2011. Es muy importante para este artículo este nombre, su experiencia y memoria, pues al no existir ninguna fuente de información oficial sobre la materia de la que versan estas letras, he mantenido con él largas charlas y abultada correspondencia. También tengo que agradecer su colaboración a la AAT (Autoras y Autores de Teatro, la asociación que me encarga este artículo) y a su coordinadora Sonia Miguel por buscar en sus archivos y guiarme en su web, a las compañías integrantes de ESCENOCAM (Asociación de Compañías de Teatro y Danza de Castilla-La Mancha) que se han prestado amablemente a compartir conmigo sus conocimientos y recuerdos, a Concha Vázquez por dirigirme a las publicaciones sobre política cultural de Castilla-La Mancha que yo desconocía y por su artículo recogido en el libro de Alfonso González-Calero Cultura en Castilla-La Mancha en el siglo XX, a Gemma Gómez por sus pistas que me han llevado a Carlos Alba y al propio Carlos que es el archivo viviente del Premio Ciudad de Guadalajara, y al actual Servicio de Actividades Culturales y a 22 compañías anónimas por su importante colaboración que detallaré más adelante. Completan mis fuentes de información los especialistas y archivos del Centro de Documentación de las Artes Escénicas y de la Música (CDAEM) del INAEM y el Instituto de Estudios Albacetenses “Don Juan Manuel”. Tanto Pedro Ocaña como Loli Moreno me han aportado en muy poco tiempo lo que yo habría tardado semanas en encontrar.

La realidad se impone y no voy a escamotearla por más tiempo: El impulso y desarrollo de la autoría y de la literatura dramática autóctonas no han sido en esta comunidad un objetivo prioritario, y no han sido objeto de estudio ni hay un centro o mínimo departamento en el que encontrar documentación al respecto, y tampoco ha habido ni hay opciones de formación para quienes han querido iniciarse en el arte de la escritura teatral. La única acción directa de promoción de los dramaturgos y dramaturgas de la región fue el acuerdo de publicación al que llegó la AAT (Autoras y Autores de Teatro), con el Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Gracias a él, entre los años 1998 Y 2006, vieron la luz 12 textos de 9 autores: Buero Vallejo, Antonio Martínez Ballesteros, Teófilo Calle, Domingo Miras, Pedro M. Víllora, Antonio Morcillo, Poli Calle, Jesús Fernández García y la que suscribe, Marta Torres. Invito desde estas páginas a retomar este importante acuerdo. Las grabaciones audiovisuales han liberado al hecho escénico de su naturaleza efímera, pero el libro es el motor de otras interpretaciones y representaciones, y el único vehículo de difusión y promoción de nuevos textos.

 

Portadas de la Colección Castilla La Mancha, publicada por la AAT

Portadas de la Colección Castilla La Mancha, publicada por la AAT.

 

De la publicación Salvando distancias, 1983-1987: Cuatro años de gestión: Política cultural de la Consejería de Educación y Cultura, extraigo información sobre los Premios de Creación Literaria de Castilla-La Mancha que incluyeron la modalidad de Teatro desde el año de su creación 1985 hasta 1991. Cuenta en sus páginas este libro que eran convocados “como estímulo a la creación” y si bien no se circunscribían a autores de la región, iban encaminados a potenciar la escritura teatral. También se lee en este informe “Los premios… han contribuido a un mejor conocimiento de los distintos aspectos culturales e históricos que configuran la realidad de Castilla-La Mancha”. Efectivamente, la dotación económica de 300.000 pesetas en la primera edición y 400.000 a partir de la tercera, debía animar a presentarse a autores de primera línea, alzándose con el galardón obras de nombres tan conocidos como Teófilo Calle, Jerónimo López Mozo, Alfonso Plou y Jesús Campos, y la organización creaba unos jurados formados por personas de gran prestigio: Buero Vallejo, Francisco Nieva, Fermín Cabal, José Monleón, Enrique Llovet, José Luis Alonso de Santos y Salvador Távora entre otros. Estoy segura de que estos premios contribuían a que durante unos días se hablara de Castilla-La Mancha en medios de comunicación de todo país, supongo que esa era su contribución a un mejor conocimiento de la región.

Y hasta ahí llegan los apoyos directos a la literatura dramática autóctona y foránea. Ahora bien, ha habido otra serie de acciones políticas y no políticas que han permitido el desarrollo de las artes escénicas en su conjunto y, por ende, de la dramaturgia. Sobre ello voy a hablar e intentaré ponerlo en valor al mismo tiempo que, haciendo un insensato ejercicio de optimismo radical, destacaré que lo bueno de esta situación es que el margen de mejora de las políticas culturales es inmenso y podemos seguir albergando la misma esperanza que en el ‘82.

Una de las acciones políticas más relevantes del inicio de la autonomía fue la de dotar de infraestructuras culturales a toda la región, lo que provocó que años después, una vez terminada esa tarea, fueran necesarias otras acciones para dotarlas de contenido. En esos inicios, las primeras giras impulsadas y pagadas por el gobierno regional se contrataban directamente sin pasar ningún filtro de selección ni convocatoria pública, pero aquella situación de contratación “a dedo”, y de exhibir en cualquier parte (casas de cultura sin escenario, teatros en ruinas, escuelas, graneros, y un largo etc.) duró poco. Ya en el año 1984 se iniciaron desde la Dirección General de Cultura diferentes programas de exhibición de teatro y música de alcance regional y con una coordinación muy cercana a lo que ahora son los circuitos, aunque, como sucedió en muchas otras comunidades, tuvimos que esperar a 1995 para ver publicada una normativa que regulaba la Red de Teatros de Castilla-La Mancha.

La red, junto a los diferentes programas de ayudas directas a compañías que ha habido, ha determinado por encima de todo la creación teatral en nuestra comunidad. Nuestra red de teatros llegó a tener 250 espacios adscritos, y durante años se les exigían unos mínimos de contratación anual, por lo que esta herramienta garantizaba actividad cultural en todos esos municipios, y trabajo y público para las compañías. Nuestra red, junto con la de Madrid, ha sido la más abierta a recibir producciones de otras comunidades, aún así, y aunque ha pasado por diferentes etapas y los compromisos de los teatros para permanecer en ella han ido variando, siempre han tenido una exigencia mínima de contratación de compañías de la región. El cambio de modelo en la discriminación positiva de nuestras compañías ha sido largamente reivindicado por el sector, muy debatido con los responsables políticos y nunca aceptado por ellos. En todas las etapas se ha exigido desde la Red a los municipios la contratación de un número mínimo de espectáculos autóctonos, y la profesión siempre hemos creído que la herramienta de apoyo que necesitábamos era que esta exigencia fuera referente al presupuesto, que se obligara a destinar un porcentaje del dinero a la contratación de nuestros trabajos. La exigencia de un número mínimo de espectáculos deja abierta la posibilidad de contratar las producciones más baratas para cumplir el expediente y eso es lo que ha ido ocurriendo a lo largo de los años con la desastrosa consecuencia de la atomización del sector y provocando la consabida “pescadilla que se muerde la cola”. La opción propuesta por la profesión habría impulsado un compromiso mucho mayor de los responsables de la programación con la calidad y el tamaño de las producciones de Castilla-La Mancha, pues viéndose obligados a invertir una cantidad específica de dinero habrían preferido calidad a cantidad con precio bajo, y se habría trocado la tendencia al contratar producciones de más coste y más calidad, generando estructuras más sólidas. La consecuencia directa de esta política sobre la autoría ha sido enorme. En primer lugar, si había que competir desde una profesión incipiente con la oferta de todo el país en igualdad de condiciones, sin la discriminación positiva adecuada y sin la complicidad de los gestores culturales municipales, debíamos encontrar el nicho que nos permitiera sobrevivir y crear, y ese nicho fue en muchos casos el teatro para niños y niñas. Como lamentablemente todos sabemos, el teatro para la infancia, incompresiblemente, se da por sentado que es más barato, y por tanto las grandes empresas y las grandes figuras no nos hacían la competencia, y ahí encontramos nuestro hueco muchas jóvenes compañías. Por aquellos años, estaba tan desatendido este público que, salvo los títeres tradicionales, no había más oferta, y como la ausencia de textos era notoria, nos vimos abocados a crearlos, y parece que con acierto, pues esta comunidad autónoma ha sido reconocida con un Premio Nacional de Teatro Para la Infancia y la Juventud otorgado a Ultramarinos de Lucas, y me atrevería a decir que uno de los valores que les han hecho merecedores de ello, es la valentía de sus textos en los que abordan temas considerados tabús. También fuimos reconocidos con un Premio Max al Mejor Espectáculo de Teatro Infantil concedido a Teatro de Malta por Alegría, palabra de Gloria Fuertes, una dramaturgia sobre el poemario de la poeta firmada por mí.

 

Una representación de Ultramarinos de Lucas. Foto: Jaime Villanueva

Una representación de Ultramarinos de Lucas. 1

 

El otro pilar fundamental de la construcción teatral, y que ya he nombrado, han sido las diferentes modalidades de ayudas que se han convocado a lo largo de los años. Si bien es cierto que nuestra comunidad autónoma fue una de las últimas en reconocer que el tejido teatral requería de inversión pública estable para producir y exhibir, desde el inicio estas ayudas reservaban en los criterios de valoración 5 puntos de 100 para las puestas en escenas de textos con autoría castellanomanchega.

Me he dejado para el final del recorrido por el pasado lo que considero más importante, la formación, y lo que probablemente ha sido el mayor error cometido en todos estos años, su ausencia.

Al inicio del periodo del que estamos hablando, tanto Albacete como Guadalajara contaron con escuelas municipales que fueron el germen de la mayoría del movimiento teatral de los siguientes 30 años. Estas escuelas, fueron dirigidas en sus inicios por Antonio Malonda, y se centraban en la interpretación, pero puedo decir, puesto que yo fui alumna de la de Albacete (T.E.M.A.) que también nos aportaron una visión global del oficio y nos transmitieron el valor del compromiso con el arte y el papel que la cultura debía jugar en la sociedad, a la vez que nos enseñaron la manera de producir y distribuir, y todo lo necesario para que pudiéramos iniciar y desarrollar nuestra profesión en nuestras localidades. Aquellas escuelas sí que se englobaban en una estrategia política: se trataba de formarnos, sí, pero también se trataba del desarrollo cultural de todos los territorios. Avatares políticos y no políticos que no detallaré, acabaron con ellas. Creo que ese ha sido probablemente el mayor error municipal y regional en materia de cultura, pues de haber ampliado y consolidado sus programas habrían influido muy positivamente en el devenir del arte escénico de las dos ciudades y de toda la región.

 

Alegría, palabra de Gloria Fuertes de Teatro de Malta

Alegría, palabra de Gloria Fuertes de Teatro de Malta. 2

 

El gobierno regional se negó en aquellos años ochenta a asumir el coste y la complicación de mantener un centro estable de formación, pero era tanta la necesidad y tantas y tan constantes las voces que lo reclamábamos, que en 1990 se inauguró una peculiar Escuela Regional de Teatro. El proyecto formativo se articulaba a través de un director por provincia que debía detectar las necesidades más urgentes y relevantes de los grupos de teatro de su zona, y organizar cursos ad hoc. La intención era buenísima, los técnicos de cultura de la consejería consiguieron un mínimo presupuesto, diseñaron la única escuela que se podía hacer sin hacer una escuela, y pusieron todo de su parte para dotar de prestigio al invento y que los responsables políticos lo vieran con buena cara. Entre otras acciones, contaron con José Monleón de una capital de provincia a otra impartiendo las lecciones inaugurales… A pesar del interés puesto en el invento, no duró mucho tiempo.

Actualmente solo hay en la comunidad una escuela de titularidad municipal en Guadalajara (que dista mucho del rigor que tuvo la ya mencionada), también hay muchas de carácter privado en las cinco provincias y por fin, este año, ha abierto sus puertas en Cuenca la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla-La Mancha, pero ninguna de ellas presta especial atención a la escritura teatral.

La siguiente información es transcripción del Decreto 57/2022 por el que se aprueba el Plan de Estudios de primer y segundo curso de las Enseñanzas Artísticas Superiores de Arte Dramático, Especialidad Interpretación, en la Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha.

“La recién estrenada Escuela Superior ha iniciado su andadura ofreciendo, de momento, tan solo la especialidad de Interpretación. Para ello cuenta con departamentos de Interpretación, Voz y Música, Movimiento y Teoría teatral, incluyendo este último las asignaturas de Teoría del espectáculo y la     comunicación, Historia de las artes del espectáculo y Literatura dramática”.

La asignatura de literatura dramática tiene la siguiente descripción:

Materia: Historia y teoría de la literatura dramática (1 y 2)

Descriptores/contenidos:

Estudio teórico del fenómeno teatral desde el punto de vista literario, abordando los principales textos del patrimonio dramático universal en sus tres aspectos básicos:

  1. Momento histórico en el que se crearon.
  2. Desentrañamiento de sus aspectos formales y de contenido.
  3. Revisión de los diferentes géneros y de su recorrido histórico.

En un intento por hacer la “foto” de la presencia de autores manchegos vivos en los escenarios y ofrecer algún dato objetivo actual, he recurrido a hacer una encuesta entre las compañías de la región. Para su realización he contado con la colaboración del Servicio de Actividades Culturales, pues como ya he dicho, no cuento con base de datos alguna.

La encuesta ha sido enviada a 127 compañías y he recibido 22 respuestas. Para contextualizar los datos creo conveniente señalar que en el Centro de Documentación dependiente del INAEM hay referenciadas 171 compañías de Castilla-La Mancha, de las cuales se definen como amateur 67, y 107 son empresas. Entre estas 107 profesionales, hay 71 que declaran que una de sus especialidades es el teatro de texto y de ellas (extrapolando los datos de Albacete) un 33,33% ya no existen. A la vista de estos datos enmarco las 22 respuestas en un total de 47,33 compañías, por lo que creo que podemos tomar la encuesta representativa con las debidas precauciones.

Si bien en la base de datos del CDAEM están las asociaciones y empresas que voluntariamente quieren registrarse más las que el propio centro encuentra en diferentes medios, y no hay obligatoriedad ninguna de registrarse en ella, la he utilizado porque creo que es la más fiable y completa al respecto, entre otras cosas porque el INAEM la ha usado como fuente de información para la comisión de selección de espectáculos para el programa PLATEA (Programa Estatal de Circulación de Espectáculos de Artes Escénicas en Espacios de las Entidades Locales), lo que ha empujado a muchas empresas con intención de ser elegidas a realizar la inscripción. Aprovecho estas letras para insistir en la necesidad de dotar a las formaciones profesionales y a sus producciones de un registro obligatorio y numérico, pues sería la única manera de tener datos fiables del sector: un registro de productoras del que salieras tras un tiempo (el que se considere oportuno) sin actividad, y un registro de producciones que hiciera inequívoca la información sobre ellas.

El resultado del cuestionario, arroja los siguientes datos:

Entre las 22 compañías de las que he obtenido respuesta, en los últimos 5 años:

  • Se han producido 119 espectáculos.
  • De ellos 98 han sido de teatro de texto.
  • De los 98 textos estrenados, 83 son obra original o adaptación de autor castellanomanchego vivo.
  • Se han realizado de esas producciones 1.654 representaciones.
  • Aproximadamente, un 78% se han exhibido solo en la región y un 22% ha girado también fuera de ella.

Podría interpretar estos datos y llegar a conclusiones rotundas, pero no dejaría de hacerlo desde el sesgo de mi prejuicio, por lo que considero más oportuno dejar que el lector extraiga las suyas propias.

Otra información objetiva sobre autores castellanomanchegos que puedo proporcionar es la relativa a los socios y socias de SGAE en la actualidad: 74 adscritos/as al colegio de Gran Derecho, 26 mujeres y 48 hombres.

Terminaré estas líneas haciendo referencia a la que creo que es la única acción directa que podríamos denominar de impulso a la creación de textos teatrales que encontramos actualmente dentro de las fronteras de la región: el Premio de Teatro Ciudad de Guadalajara “Antonio Buero Vallejo” convocado por su ayuntamiento anualmente y desde 1985. Este certamen está dotado de 6.000 € y la publicación de la obra premiada. Es reseñable el interés de los organizadores por mejorar las ediciones y actualmente se intenta que todas tengan prólogo pues según me informa Carlos Alba “la colección gana así interés para los estudiosos del teatro que encuentran en estas introducciones investigaciones y correlaciones sobre el panorama teatral español”. En las 33 ediciones que se han convocado a lo largo de sus casi 40 años de vida, han sido galardonados autores de todo nuestro país, así como de Chile y Argentina. Si se me permite un poco de perspectiva de género en este artículo, diré que tan solo se han alzado 6 mujeres con el premio:

  • En 1999 Norma Cabrera y Silvia Debona (Argentina) por Luna negra (amanecer del último día)
  • En 2004 Carmen Resino (Madrid) por La boda.
  • En 2008 Pilar Zapata (Madrid) por Como tú me quieras.
  • En 2009 Lola Blasco (Alicante) por Pieza pasaje en un prólogo y un acto.
  • En 2017 Luisa Etxenique (San Sebastián) por La herencia.
  • En 2019 Ana Díaz Velasco (Madrid) por Mareas muertas.

 

Ana Díaz Velasco recoge el premio Premio de Teatro Ciudad de Guadalajara “Antonio Buero Vallejo” por Mareas muertas

Ana Díaz Velasco recoge el Premio de Teatro Ciudad de Guadalajara “Antonio Buero Vallejo” por Mareas muertas. 3

 

Y tengo el placer de cerrar estas letras detallando los autores castellanomanchegos que han recibido este premio pues, si bien no son muchos, se acaba de fallar la edición de 2022 y este año el premio se va a mi ciudad:

  • En 1990, Antonio Martínez Ballesteros (Toledo) por Los enanos improvisan su comedia.
  • En 2014, Moisés de las Heras Fernández (Talavera de la Reina, Toledo) por Donde duermen las hormigas.
  • Y este año 2022, Francisco José Iniesta García (Albacete) por Un caballero para mi dama.

Felicidades y gracias a todas las autoras y a todos los autores premiados y no premiados por dedicar su tiempo a crear historias que vuelan de su cabeza al papel y del papel a las tablas. Sigamos exigiendo políticas y presupuestos para una sociedad culta y que valore la creatividad más que el éxito y la emoción más que el consumo, pero sobre todo, sigamos creando.

 

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