N.º 58El autor teatral en las Comunidades autónomas II

Alimentos del paraíso

 

Maxi Rodríguez
www.maxirodriguez.net

 

Cuesta contenerse y no desenfundar el “decíamos ayer” a la hora de escribir unas líneas sobre la situación del autor teatral en tu comunidad. Cuando uno lleva “toda la vida” vinculado a la práctica escénica periférica, es irremediable la pérdida de perspectiva y esa sensación de chapotear en agua estancada donde –con el paso de los años– el perverso gatopardismo te lleva a concluir que ha cambiado todo para que no cambie nada.

Pasas de la adolescencia a una edad provecta promulgando fuera de tu tierra las virtudes de la dramaturgia asturiana, pero no hay congreso, festival o seminario cuyo interés “comercial” no se desplace a la sidra, el queso y la fabada. Nada, que nos vendemos fatal. Tenemos tan asumido que nuestra administración enaltece públicamente nuestros méritos culinarios y se desentiende de los dramatúrgicos, que bastan tres minutos de conversación con cualquier agente cultural o programador para fundirte a saco con tu interlocutor.

—Que sí, que sí, joder, que en Asturias se come muy bien.

Anda revuelto el teatrero contumaz, con esa agria sensación de vivir entre tesoros gastronómicos y estar profesionalmente comiéndose los mocos. Por eso, estaría encantado con que la escritura escénica en su tierra llevara el sello de Denominación de Origen Protegida, como la sidra, la faba, el queso o la Ternera Asturiana. Resulta más exótico acá ejercer de dramaturgo que de maestro quesero. Te sientes raro, tan falto de cariño y -ávido de juerga gremial- que llegas a envidiar al Festival del chosco de  Tineo o la feria de la miel de Boal. Aterriza por estos lares el turista ocasional seducido por la agenda gastronómica y totalmente ajeno a la agenda teatral. Muchos teatros se visitan por fuera (el edificio del Campoamor de Oviedo, por ejemplo, es parada obligada para admirar los 130 años de historia del majestuoso coliseo) y pocos se asoman a descubrir qué está pasando dentro. El arte vivo y efímero resulta menos sugestivo que la piedra perenne e imperecedera.

Por eso aquí Woody Allen y Mafalda lo petan, porque son esculturas, iconos turísticos. El visitante se zampa un cachopo y luego se saca unas fotos abrazado a su estatua. Consume así, en este paraíso del profundo norte, la dosis de cultura asturiana que se oferta como reclamo turístico. Anda la profesión pluriempleada saliendo de extra en cabalgatas y antroxu, amenizando recreaciones históricas y visitas guiadas, con ese rictus de contrariedad que te queda al asumir que no existe ninguna voluntad política de realizar una apuesta clara por la “cultura viva». Me refiero a apoyar decididamente -aparte, por supuesto de nuestro patrimonio cultural histórico, arquitectónico, en fin, el prerrománico, los museos y demás- la cultura de lo vivo, nuestro patrimonio inmaterial.

Sin embargo –pese a quien pese–, existe una creación artística viva que –en alguna medida– también es una expresión (y un reflejo) de nuestra comunidad. Aquí, entre bosques y osos, a la sombra de fabadas y cachopos, oiga, se cocina teatro.

 

 Ensalada de cifras

Esto va de una región uniprovincial, en la periferia de la periferia (Adrián Barbón dixit) que (según datos del Instituto Nacional de Estadística recogidos por el diario El Comercio) pierde veinticinco habitantes al día y se sitúa ya por debajo del millón. En este “paraíso natural”, (visiblemente envejecido y con zonas en severo riesgo de despoblación) se estimaba en 2018 que la inversión directa del gobierno autonómico en Artes Escénicas era de unos 45 céntimos por habitante. Actualmente, tras la pandemia y durante la nueva legislatura que está a punto de concluir, la asociación de empresas profesionales de teatro (EscenAsturias) calcula que pueden rondar los 0,65 de inversión directa en Artes Escénicas y muestran su compromiso en luchar por conseguir llegar a la cifra óptima de 2 euros por habitante, lo cual permitiría equiparnos con otras comunidades autónomas. El último anuario de SGAE registra en Asturias un número de espectadores en 2021 de 67.019 (1,3%) Hay 30 compañías profesionales en la asociación de empresas de EscenAsturias (y al menos 15 más fuera.) La producción media de nuevas obras de teatro profesional suele ser de unas 20 anuales. En la danza actualmente hay una media de entre 3 y 5 espectáculos al año. La escena amateur también cuenta con una presencia importante. 27 grupos aparecen en su web integrando la Federación de Asociaciones de Teatro del Principado de Asturias (FETEAS).

Miembros de la Junta Directiva de EscenaAsturias

Miembros de la Junta Directiva de EscenaAsturias. 1

Mucha actividad escénica en un contexto bastante precario donde son realmente exiguas las ayudas a la producción. Nada nuevo bajo el orbayu (cada día más escaso, por cierto, ¡puñetero cambio climático!) El dramaturgo, incapaz de vivir exclusivamente de sus derechos de autor (como lógicamente ocurre en la mayoría de las comunidades autónomas), sobrelleva el mítico ¿Asturias o trabajas? diversificando su ocupación laboral (ora actor, ora director, ora técnico de luces…) y asistiendo a la cocina artesanal de unidades de producción modestas, sin demasiados recursos, donde –en muchas ocasiones por sentido práctico y regidos por el criterio de austeridad– o bien la autoría es cosa de algún miembro-empresario de la compañía; o bien, se guisa de forma grupal.

 

Cocina de autor

Desde EscenAstur apuntan esta relación de autores dramáticos (conscientes de que se podría incurrir en alguna involuntaria omisión, vaya el perdón por delante), con trayectorias, estilos y poéticas bien diferentes como una nómina representativa de las dramaturgas y dramaturgos asturianos que han estrenado obras teatrales (o que tienen, de hecho, funciones en repertorio) por las plazas y teatros de esta comunidad (y del resto del mundo), aunque –por cierto– los tres últimos tengan su residencia en Madrid: Mayra Fernández, Laura Iglesia, Marga Llano, José Busto, Eladio de Pablo, Maxi Rodríguez, Jorge Moreno, Etelvino Vázquez, Pilar Murillo, Olga Churchich, Luis Alija, María Nieto, David Barreiro, Raúl Hernández, Néstor Villazón. Habría que añadir, sin duda, a los profesionales dedicados a la creación coreográfica y a un buen número de autoras y autores que escriben para grupos aficionados. Una cocina artesanal (donde, ya digo, entran ocasionalmente las versiones y adaptaciones de cuentos y obras clásicas que realizan los propios directores de escena) que supone un –insisto, quizá incompleto– botón de muestra de la dramaturgia contemporánea asturiana. ¿Suena presuntuoso denominarse así? Quizá, porque no abundan los rasgos comunes. Con edades, procedencia y referentes bien distintos, lo que sobresale es la diversidad. Algunos escriben para su compañía y otros van y vienen (cuando les llaman) en plan freelance. Pero valga –en cualquier caso– como gesto frente a la invisibilidad, como simbólico guantazo ante el prejuicio de que no hay autoras y autores; o si los hay, siempre es mejor el alimento foráneo que los fogones llariegos.

 

Menú del día

De entrada, te comes poco. El circuito teatral (el ya mítico corto/circuito como bautizó nuestro querido colega Etelvino Vázquez, in illo témpore, a la escasez de funciones en esta “provincia rusa”) se llama ahora “Asturies Cultura en Rede” y es un programa general de exhibición autonómica que sirve  para distribuir las diferentes expresiones artísticas y culturales de creación asturiana profesional por los concejos de Asturias. Faena de aliño entre los ayuntamientos y la Consejería de cultura que se traduce en muchas menos funciones de las deseadas por toda la profesión. Con bolos contados y esporádicos no solo no se amortiza la producción, además el ritmo interno de los espectáculos (a pesar del ímprobo trabajo de las compañías) se acaba resistiendo. Los autores dramáticos más veteranos hemos aprendido a convivir con eso. Menú nuestro de cada día. Nos sabe mal.

Quizá la mayor aportación en los últimos años al circuito teatral de nuestra comunidad haya sido “Camino Escena Norte” (proyecto de intercambio cultural a través de las artes escénicas entre Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi y Navarra.) Un alivio artístico y económico, cuando te toca, formar parte de ese itinerario de funciones que recorre varias comunidades.

Escena norte

De nuestra relación como escritores teatrales con las administraciones públicas poco más hay que apuntar. Me soplan de EscenAstur que habrá unas ayudas a la creación dramática. Ver veremos. Aunque uno se daría por bien pagado si sus obras –y las del resto de compañeras y compañeros– pudieran moverse con cierta continuidad (lo habitual aquí es el bolo único, incluso en las grandes ciudades: Oviedo, Gijón y Avilés, resulta casi imposible permanecer más de un día en cartel), tampoco estaría de más facilitar la publicación de textos. No hay demasiada iniciativa privada en ese sentido. Hace meses vio la luz Cuadernos de Platea una colección para las artes escénicas de Orpheus Ediciones Clandestinas que arrancó con la publicación de Los días confinados ensayan la revolución de Eladio de Pablo, El gesto imperceptible de Sara K. de José Busto, Whitechapel de Saúl Fernández, Lo inevitable de José Busto, y anuncia la salida inminente de Mayorga, razón para las sinrazones de J.M Caso.

Otra vía, claro, son los concursos de escritura teatral. Anotamos el Premio Nacional de textos dramáticos Dulce por Amargo convocado por la Escuela Superior de Arte Dramático del Principado de Asturias (ESAD) –que incluye la publicación de la obra a través de Ediciones Invasoras– y los Premios Aurora Sánchez y Carlos Álvarez Nóvoa de textos dramáticos que se publican en la colección Teatru n’asturianu. El Premio Nel Amaro de Teatro Profesional en lengua asturiana o gallego-asturiano es un reconocimiento a los espectáculos estrenados y representados en asturiano, una buena oportunidad para poner en valor el trabajo de profesionales dedicados a adaptaciones de textos clásicos como el ganador de un par de ediciones Carlos Alba con sus obras Llázaro de Tormes y Les madreñes vacíes. También los Premios Oh! con los que EscenAsturias pretende reconocer anualmente el talento de los profesionales de los escenarios asturianos, cuenta con un galardón anual a la mejor autoría. Y finalmente, el Premio Jovellanos de proyectos escénicos (que antes era de textos teatrales) a la mejor propuesta escénica dentro del ámbito territorial del municipio de Gijón.

 

Maxi Rodríguez en la gala de los Premios Oh!

Maxi Rodríguez en la gala de los Premios Oh! 2

 

Sirva este repaso incompleto por entre las letras y las tablas del profundo norte para silbar que hay vida más allá de les fabes, que aunque a veces los presupuestos de nuestras producciones son broma pesada, los bolos escasos y discontinuos, y sigue pendiente la necesidad de potenciar el teatro como recurso público, aquí se sigue cocinando teatro, el Principado aglutina una rica despensa de textos dramáticos junto a sus carnes, verduras y otros productos frescos. Falta autoestima y voluntad política para potenciar y añadir la creación escénica autonómica al vasto patrimonio histórico que en esta tierra se usa como reclamo turístico. Si te hablan de sidra, fabada o Ternera Asturiana, ¡alza el telón! ¡Saborea la cultura de lo vivo! ¡Consume “Alimentos del Paraíso”!

 

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