N.º 56Director-Autor hoy

RESEÑA

 

Un poco de teatro, por favor, de Pedro CatalánUn poco de teatro,
por favor

 

Maribel Romero Sánchez
IES Julio Caro Baroja (Fuenlabrada)

 

Pedro Catalán
Alhulia, Granada, 2021. 160 págs.

 

 

El libro publicado por la editorial Alhulia recoge una selección de diecisiete obras de teatro breve del autor e investigador teatral Pedro Catalán, piezas escritas en estos últimos años, entre 2002 y 2019. Muchas de ellas, salvo siete, que aparecen publicadas por primera vez, han sido premiadas, publicadas en obras colectivas y de las mismas se han realizado representaciones en diversos escenarios o lecturas dramatizadas.

Esta recopilación de textos breves destinados a su lectura es una buena muestra de que el género teatral puede ser disfrutado por el valor en sí mismo de su lenguaje artístico y de que la literatura dramática debe ser un pilar más de la educación literaria de los jóvenes. Tanto la lectura individual como colectiva de estas piezas, en una clase de alumnos de Secundaria y Bachillerato, se convierte en un atractivo recurso pedagógico de fomento de la lectura y de competencia literaria.

Estas piezas que nos propone Pedro Catalán, además, presentan unas características que dinamizan el género teatral en su lectura colectiva pero que, también, las hacen saltar al escenario y nos presenta a unos personajes inmersos en una colección de situaciones y de atmósferas que nos revuelven y nos devuelven nuestro reflejo desde la parodia, la sátira y el esperpento.

Partiendo de la cita que el propio autor nos propone al comienzo de su libro: “La vida es una obra de teatro que empieza como una comedia, continúa como un drama y acaba como tragedia, pero… ¡quedémonos con la farsa!”, nos vamos a encontrar con diecisiete “caricaturas teatrales”, como el autor las denomina, que reflejan situaciones y temas de este mundo perverso y adverso en el que nos ha tocado vivir.

Caricaturas teatrales que hilan la imaginación con retazos de este mundo caótico, provocándonos la carcajada o la sonrisa contenida. Vida que se intertextualiza y se integra en el texto dramático desde una visión escéptica, humorística y burlesca. Adentrémonos, pues, en la farsa.

Encontramos piezas que abordan una relación simbiótica entre la vida y el teatro, revitalizando una vez más esa dualidad del “theatrum mundi”, como en Butterfly, donde una soprano se rebela contra el final de su ópera representada. En El facóquero, el hípster y la lata de gasolina, una pareja acude al teatro y su propia vida es el argumento de la pieza teatral. Actores que reflexionan sobre sus condiciones laborales con un lenguaje fresco, juvenil, en el descanso de un ensayo de una versión wagneriana posmoderna de Tristán e Isolda.

Temas para reflexionar desde la carcajada contenida y el escepticismo, como el referido a la guerra, en No todo son colinas y La trinchera. La importancia de la lectura en un adicto a esta, Puro veneno, y cómo nos transmite en otra pieza “el colegui”, en su argot juvenil, la pasión por Molière. Otras piezas, ancladas en el humor y la caricatura, se elevan difuminándose en una sonrisa amarga, como los indigentes que tienen que pasar un “test” y sacar su “plaza” de pobres de solemnidad o en Cien gramos de esperanza, donde se mezclan, huyen y se pierden cristales de sinceridad, recortes de pensamientos y saldos de palabras. Asistimos a “espejismos dialogados” que viajan en un vagón de metro. Nos topamos con una pareja de ancianos que discute en un continuum de su vida sin llegar nunca a separarse o con el anciano que se ha pasado su vida sin atreverse a separarse.

Farsas que rezuman una simbiosis dialógica con este mundo real, desquiciado, y que se plasma, también, en el discurso vacuo y grandilocuente del personaje de La conferencia y en la vuelta de tuerca caricaturesca cuando un móvil, ingerido por un ejecutivo agresivo, va revelando todos sus secretos en su discurrir orgánico.

Diecisiete obras que nos provocan una comunión de complicidad entre las situaciones, los personajes y nosotros como espectadores o lectores. Este “poquito” de teatro, por favor, donde encontrar un lugar para (re)vivir y contemplar nuestras experiencias desde la óptica irónica y paródica que nos propone Pedro Catalán. Un pasaje totalmente recomendable.

 

 

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