N.º 46El texto teatral

 

Entrevista de Yolanda Dorado

Aitana Galán

 

Aitana GalánYOLANDA DORADO. Hola Aitana. Sabemos que te pillamos en un momento álgido de trabajo y proyectos como dramaturga y directora de escena, y por eso te agradecemos que nos concedas este tiempo para entrevistarte sin prisas.

AITANA GALÁN. Gracias a vosotros por contar conmigo. Es un placer, de verdad.

Y.D. En primer lugar te quería preguntar por tu faceta de dramaturga:
¿Cuál es tu necesidad de escribir y dirigir teatro? Es decir, porque teatro hoy en día, porque no novela, relato, guión de televisión, cine, cualquier cosa, pero teatro… ¿Por qué?

A.G. El teatro me interesa como medio y me interesa todo del teatro: la interpretación. La dramaturgia, el espacio escénico, el aparato tecnológico…la dirección, por supuesto. Es un medio directo : ocurre ‘aquí y ahora’, en un espacio público, con gente que mira y recibe y otra gente que hace y propone… La realidad se transforma en una sala de teatro, se transforma de manera física… Y eso es muy potente. A menudo infrautilizamos el poder del hecho teatral, tendemos a reducirlo, quizá por las limitaciones que impone el ‘mercado’, pero la potencia del directo está ahí. Para los profesionales es un medio exigente: requiere tu tiempo y tu presencia. Dedicación. Trabajar en el teatro te lleva a dedicarte full-time, porque si no es difícil crecer. Hoy más que nunca necesitamos de una corriente estético-ideológica contra-cultural y creo que el teatro es un medio perfecto para medir el pulso al presente.

Y.D. Estás en permanente contacto con la profesión como autora, directora y productora. ¿Hemos pasado del “No hay autores” a “Viva el autor”? ¿Crees que esa realidad que vivimos los autores la comparten las instituciones?

A.G. Bueno, me da un poco de pereza hablar de las instituciones porque si no las aplaudes te tachan de aguafiestas, pero la realidad de nuestra profesión se llama precariedad, des-profesionalización y clientelismo. Y en esta realidad algo tendrán que ver las instituciones, ¿no? Yo creo que los organismos públicos deberían ocuparse –y haberse ocupado– de generar estructuras sólidas para posibilitar la creación y la relación entre creadores y público. Deberían tratar de regular las condiciones de trabajo del sector no sólo dentro de esas instituciones, también fuera. Pero aquí las estructuras son muy precarias, claramente insuficientes para una profesión que se ha multiplicado en la oferta y en la diversidad. Más que de estructuras, dependemos del profesional que esté al frente de esa institución: si es bueno, la institución responderá mejor a las demandas del conjunto de la profesión. Si es malo, no habrá respuesta. En fin, un funcionamiento muy rudimentario, que repite moldes antiguos. Lo más grave, en mi opinión, es que la única posibilidad aparente de sobrevivir en el medio sea adaptarse al discurso institucional y eso genera uniformidad en las manifestaciones artísticas y líneas de pensamiento demasiado complacientes con el poder.

Y autores… autores ha habido siempre. Ahora hay ,en apariencia, más interés, mayor apoyo, mayor ayuda, más propaganda… y todo eso está muy bien, cualquier iniciativa que apoye o difunda el trabajo de los autores está muy bien. Pero, ¿es suficiente? ¿se estás creando base, tejido cultural? Yo tengo mis dudas. Mucha gente sigue sin poder estrenar o estrenando en pésimas condiciones y nos hemos acostumbrado a vivir con una censura encubierta que hace que gente muy buena abandone, por cansancio, la profesión o que su trabajo se reduzca a una nueva forma de clandestinidad, es decir, fuera de todos los circuitos de distribución. Recomiendo leer ‘El cura y los mandarines’, de Gregorio Morán; de aquellos barros vienen estos lodos.

Y.D. Acabas de formar parte de un proyecto llamado “365 Women a year: Mujeres que hacen historia” donde seis dramaturgas y seis directoras españolas habéis trabajado para dar visibilidad a mujeres ejemplares de la historia y a su vez reivindicaros como mujeres de la escena ¿Por qué crees que es tan difícil la visibilidad de las autoras y directoras en teatros públicos y privados en este país?

A.G. ¿Cómo van a tener visibilidad si no se las programa? Los teatros públicos son los grandes escaparates de las artes escénicas. Si no trabajas en los públicos, no existes. No tendría por qué ser así pero, desgraciadamente, es así. Si no hay directoras o autoras programadas es porque no se las quiere programar, porque no se las considera. Y punto. Excusas como ‘no hay directoras’ no son ciertas: somos muchísimas trabajando y mayoritarias en las escuelas, estudiando. Excusas como el diseño de programaciones en base a   ‘criterios de calidad’… Bueno, me hace mucha gracia: sólo se cuestionan los criterios de calidad cuando hablamos de mujeres creadoras. ¿Pero me vais a contar que todos los directores y dramaturgos que se programan son ‘buenos’? ¿De verdad tenemos ese ‘nivelón’ entre los profesionales masculinos? ¡Venga, hombre! ¡Menos lobos! Hay hombres muy mediocres, pero mucho, que trabajan sin cesar. Y hay mujeres muy mediocres también, por supuesto. Pues a mediocridades iguales: Paridad. Ya pasó el tiempo de las cuotas. 40 años de paridad, y luego hablemos de ‘calidad’, pero dentro de 40 años Esta es una responsabilidad que tienen los centros y teatros públicos. ¿Estamos dispuestos/as a mantener instituciones que fomentan la desigualdad laboral y cultural? Yo, personalmente, no. La empresa privada tiende a imitar las tendencias de la pública: así que es el Estado, la Comunidad, las Diputaciones, el Ayuntamiento… el que debe dar ejemplo. ¿Por qué esta discriminación? No creo que responda a ningún ‘plan’ sino a una imitación inconsciente de un sistema cultural heredado, machista, claro, ultra conservador diría yo. En las mujeres no se piensa como directoras o autoras; están fuera del imaginario. Por eso está bien dar caña, no callarse y recordar, si hace falta a diario, que estamos en el XXI, que la sociedad ha cambiado y que, aunque les pese, aunque a nosotras nos esté costando mucho normalizar nuestra presencia en trabajos de responsabilidad, profesionalmente somos iguales (Súbrayalo, por favor)

Y.D.  Cuéntanos un poco como consigues estrenar. ¿Tienes compañía propia? ¿Generas tus propios proyectos? ¿Asumes encargos de otros autores antes que montar tus propios textos?

A.G. Desde que empecé a escribir y dirigir he tratado de generar núcleos, equipos de trabajo afines, compañías. Mi primer equipo se llamó ‘Te Veo Brothers’: hacíamos espectáculos de café-teatro, de humor negro, urbano; luego fundé ‘Uda Teatro y Cine’ donde trabajábamos sobre textos de autor español vivo y comenzamos a incorporar la tecnología audiovisual como línea estética y narrativa de los espectáculos; ahora, hace relativamente poco tiempo, hemos creado ‘La Radical’, que además de compañía funciona como espacio de investigación y formación. Hemos puesto en escena los dos textos de Lukas Bärfuss que se han estrenado en España (‘Las neurosis sexuales de nuestros padres’ y ‘Málaga’) y estamos preparando el tercero, entre otros proyectos. Para empezar a trabajar yo me he tenido que auto-producir, autocontratar y autogestionar. Y para seguir trabajando, también. Pero me gusta alternar espectáculos de producción propia con trabajos con otros autores, otros equipos. Siempre es gratificante que alguien te confíe una obra, un material propio, una idea… Ahora mismo estoy ensayando una comedia de Mariano Rochman, ‘Sin Anestesia’, que produce con su compañía y que estrenaremos en breve.

He dirigido muchos textos de autores vivos, de hecho muchos más que textos propios. Como autora llevo años sin estrenar nada, desde el 2009, y como directora, desde entonces, he estrenado ocho espectáculos…

Y.D. En este número de “Las puertas del drama” estamos hablando sobre “Texto literario o texto escénico”. Nos interesa mucho tu opinión, ya que al ser autora y directora tienes una visión más completa. ¿Qué es para ti el texto teatral?

A.G. Soy muy poco dogmática y poco dada a entrar en este tipo de debates, porque creo que se pueden hacer buenos espectáculos con materiales muy distintos: Hay textos ‘ḿalos’ que pueden ser descacharrantes, hay espectáculos emblemáticos creados a partir de ‘guiones’… y hay obras que pretenden ‘hacer literatura’, que son infumables. La pregunta, para mí, es dónde se sitúa el autor, qué pretende, dónde apunta, cuáles son sus intenciones… a partir de ahí me es más fácil entender formal y temáticamente el material textual que tengo entre las manos. Si alguien escribe teatro lo lógico sería pensar que el texto va a tener per se un germen escénico, pero esto no siempre es así: hay quien escribe teatro por motivos que nada tienen que ver con el teatro (gustar a zutano, agradar a mengano, ser ‘autor’) Hay quien escribe ‘guiones’ carentes, en principio, de ninguna intención literaria y que, sin embargo, funcionan como un tiro porque están llenos de intención política, social… que conecta con un momento concreto: para mí eso tiene que ver más con el teatro… Si me preguntas qué prefiero yo, hacia dónde me inclino o con qué disfruto más, lo tengo claro: en un teatro de texto, el texto tiene que ser bueno. Si no hay literatura, calidad literaria, me resulta difícil sujetar la escena. Ahora, más que nunca, el teatro y la vida en general, están necesitados de literatura de verdad, de alto nivel. Y no es fácil encontrarse con autores comprometidos con su tiempo.

Y.D.  ¿Cuál es para ti el mejor momento de tu trabajo? ¿Dónde encuentras más sentido, escribiendo o dirigiendo?

A.G. Depende del momento y depende del trabajo. Me cuesta mucho escribir teatro si no estoy segura de que el texto se va a montar, porque siento que voy a dejar el trabajo a medias. Quizá por eso en estos últimos años he ‘aparcado’ un poco la escritura: he tenido entre manos proyectos como directora que me apetecía muchísimo hacer y que no tenía ningún sentido rechazar. Para escribir necesito mucha calma y encerrarme y en los últimos tiempos ha sido imposible.

Y.D. ¿En qué nivel de importancia crees que está la cultura ahora en el España?

A.G. En nivel 0, como hace muchos años. Pero habría que especificar a qué nos referimos cuando hablamos de ‘cultura’ y también a qué España nos referimos…

Y.D. ¿Qué consejo le darías a una mujer que está empezando a escribir o a dirigir teatro? ¿Qué panorama crees que se van a encontrar las generaciones que están saliendo de escuelas y talleres ávidas de crear y crecer en el teatro?

A.G. Dar consejos no es lo mío… y no soy demasiado optimista en cuanto a las circunstancias que se van a encontrar… Creo que no van a ser muy distintas a las que me encontré yo, así que tendrán que arremangarse y empezar por donde puedan. Si quieren dirigir: que dirijan. Si quieren escribir: que escriban. Y si puedes salir del país,   ¡que salgan sin pensarlo!

Y.D. Y para terminar me gustaría que me contaras cuáles son tus próximos sueños teatrales. ¿Qué te gustaría hacer que todavía no has hecho?

A.G. Necesito un espacio. Necesito trabajar en un espacio concreto y con un poco de continuidad en el mismo. Eso no lo he vivido nunca. En España tienes dos opciones: o eres propietario de una sala o eres ‘visitante’. Esto es lógico en el teatro privado, pero ¿en los públicos? ¿Conoces a algún creador o creadora de teatro entre los grandes que no trabaje asociado a un espacio? Eso no implica que no ‘visite’ otros espacios… Es imposible crecer en este trabajo si no estableces una relación estrecha con un espacio teatral concreto. Mi sueño es trabajar en un espacio en el que además se plantee un modelo de gestión distinto al habitual; un espacio que pueda compartir con otros profesionales y que responda a criterios establecidos con sentido común, donde la actitud crítica, la búsqueda de la excelencia, los modelos de relación con el público y   conceptos como   ‘bien común’ o ‘contracultura’ se manejen con normalidad. Si ese espacio fuera, además, de titularidad pública, el sueño sería doblemente bueno porque implicaría un cambio, al menos uno, en la mentalidad del país.

También me apetece mucho poner en marcha los proyectos que tengo ahora entre manos: el tercer espectáculo con texto de Lukas Bärfuss, una colaboración con el escritor Jesús Gómez Gutiérrez y una cuenta pendiente que tengo con Valle-Inclán: Estos tres proyectos los voy a hacer con ‘La Radical’ y con el Laboratorio Primas de Riesgo inicio en breve una investigación sobre la ‘comedia política’, que tiene mucho que ver con todo lo que estoy planteando.

 

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