N.º 43Y seguimos pasando el testigo

 

EL TEATRO TAMBIÉN SE LEE: DOS EXPERIENCIAS PARA EL FUTURO

Drama a los 17

Juan Sánchez Gómez
Alumno de 2.º de Bachillerato
IES Diego Velázquez de Torrelodones (Madrid)

Desde siempre me ha gustado ver y hacer teatro, y un día, me pregunté: “¿Por qué no crear nuevos mundos que puedan ser llevados a un escenario?”. Y eso es lo que me gusta, poder dar vida a historias que puedan llegar a tener validez en la sociedad actual. Historias de ahora y para gente de ahora.

 

Siguiendo ese hilo conductor, empecé a leer y a inspirarme. Mis ojos han recorrido ya desde los versos de Plauto, pasando por páginas de los clásicos del Siglo de Oro, a autores de la talla de Sergi Belbel. Leyendo a estos grandes del teatro consigo ejercitar la mente: imagino cómo hablaría, de qué color llevaría la toga determinado personaje o si Romeo podría pasar desapercibido hoy en día.

Todas estas obras dramáticas dejan un poso en todo lo que escribo. Simbolismos lorquianos, citas de La gaviota de Chéjov, la idea del sketch inspirado por Alfredo Sanzol… Así que, en cierto modo, el leer teatro para mí es una especie de fuente de inspiración divina.

Además, aunque no quiero descalificar a la narrativa, porque también la cultivo, opino que leer teatro es mucho más “fresco”, y en determinadas ocasiones, fácil. Son obras más ágiles y dinámicas que permiten que el lector siga atento la lectura. Y, aunque parezca un tanto infantil, leerlo en voz alta es de lo más divertido. Es gracioso ver cómo en una clase de bachillerato diferentes alumnas se enfrentan para poder leer el papel de Julieta a pleno pulmón.

Por último, como dijo Arthur Miller: “El teatro no puede desaparecer porque es el único arte donde la humanidad se enfrenta a sí misma”. Dejando a un lado que conocí al autor en una de mis sesiones de lectura e inspiración, he de decir que tiene toda la razón del mundo. El teatro refleja las pasiones, miedos, alegrías, frustraciones y una retahíla de sentimientos más, propios del ser humano. Y todo este abanico de emociones sólo puede ser leído. Cada punto es un silencio, cada interrogación un “quizá”, y cada exclamación, desbordante alegría. Eso es para mí la magia del teatro en papel. Que cada persona lo puede interpretar como le venga en gana. Es el lector quien pone en su cabeza las entonaciones, sintiéndose un actor de renombre por un día.

 

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