N.º 6  De aquí y de ahora. Teatro Español Contemporáneo

sumario

Sátira, humor y absurdismo en el teatro breve de Carazo.

Mariángeles Rodríguez Alonso
Universidad de Murcia

CARAZO, Jesús.
La eternidad, Naufragios, Homo sapiens
Madrid,Fundamentos, 2014.
Espiral/Teatro
ISBN: 978-84-245-1295-8. 152 págs.

Tres nuevas piezas de Jesús Carazo –La eternidad, Naufragio(s) y Homo Sapiens– han visto la luz en la serie espiral/teatro de Fundamentos. Supone este ya el quinto volumen del teatro del burgalés en dicha colección. Mientras que el primero de los textos, vuelve la mirada al pasado uniendo en un escenario único -infierno eterno- a Hitler, Stalin, Franco y Bush; las dos segundas dramatizan cuestiones de nuestro día a día desde una mirada fresca y reveladora. Constituye La eternidad, una fantasía dramática en un acto, en la que comparten escena cuatro despóticos dirigentes de la historia del mundo occidental. Si en un primer momento, asistimos a un paso a dos entre Stalin y Hitler; pronto se incorpora al peculiar escenario el dictador español al que le sigue un triunfalista y desconcertado George Bush. Coinciden los cuatro personajes en la sólida creencia de haber cumplido una gloriosa misión para con su pueblo (“salvé a mi patria del caos”, afirmará el alter ego del generalísimo, pág. 28). Es asimismo una constante en las cuatro figuras la inconsciencia de su culpabilidad debido tanto al grotesco dibujo al que responden como al aséptico lugar que ocuparon respecto a las muertes de las que fueron responsables -fueron otras las manos ensangrentadas-. Reflexiona de este modo Carazo sobre la distancia que separa, a menudo, a los dictadores de sus víctimas, pues no reconocen estos si quiera sus nombres que en esta fantasía dramática les aguardan acechantes en los anaqueles del infierno. Resultan estas muertes a juicio de los tiranos “daños colaterales” de una alta misión encomendada. De entre los jocosos detalles de la sátira, podemos señalar el modo en que la religiosidad de Franco aparece caricaturizada. Notable es la decepción que al caudillo le produce no encontrar ángeles y arcángeles a su llegada a lo que él cree paraíso. Al descubrir que este pudiera ser infierno o purgatorio, percibe asimismo con extrañeza la ausencia de “demonios cornudos”, “calderas hirviendo” y demás imaginería tenebrosa del catolicismo más recalcitrante.
Naufragio(s) plantea, sin embargo, una situación disparatada de tono bien distinto inspirada en el hundimiento del Costa Concordia frente a las costas de la isla del Giglio. Dos hermanas se ven encerradas en un camarote de un trasatlántico que comienza a zozobrar. Las visiones confrontadas de mundo se perfilan desde el primer momento. Sara resuelve un crucigrama, mientras Doris se cambia constantemente de ropa en busca del atuendo perfecto para subir a cenar. Lo que en Sara es racionalidad e intelecto; es, en Doris, pulsión y superficialidad. A la controvertida pareja se suman las inquietudes de otro pasajero, Ramiro, un ingeniero que se ha embarcado en el crucero con el fracasado propósito de olvidar a su novia. Supone Ramiro el ingrediente perfecto en la delirante situación planteada. La crítica[1] ha percibido en este personaje una filiación directa con el Dionisio de Tres sombreros de copa de Mihura. Parentesco, ya presente en otros textos de Carazo[2] , que suscribimos para el caso actual. Añadimos a lo expuesto por Peral Vega, la tangibilidad de esta influencia en el modo en que Ramiro evoca a su novia -“A Silvia le encantaba el cine!”, “Silvia tenía siempre los ojos llenos de lágrimas”, “Silvia no lloriqueaba”, “Silvia no gritaba nunca”, pp. 78 y 79-, palabras en las que suenan claros ecos de las que Dionisio pronunciara para rememorar a su prometida – “Y ella no sabe nadar… Ella, en el agua, da gritos ridículos… […] Ella sólo ama cantar junto al piano […] Ella tiene voz de querubín”, Acto III). Al pusilánime Ramiro se contraponen ahora la ansiedad y preocupación de Sara por el inminente naufragio, y el entusiasmo y optimismo de Doris por la feliz y desvariada idea de morir de la mano de un ingeniero –“¡Es fantástico! ¡Quizá me encuentren así, de la mano de un ingeniero!”, pág. 97-. Esta situación extrema, le vale a Carazo para desarrollar los distantes perfiles de los tres personajes así como para desgranar temas de tanta actualidad en la sociedad contemporánea como la desmedida importancia concedida a la apariencia, el valor del estatus social o, incluso, el polémico asunto de los pisos hipotecados, cuestiones contempladas desde un absurdismo de estirpe mihuriana que tan frescas dosis de comicidad tributa al texto.
El mejor Carazo viene, a nuestro juicio, de la tercera de las piezas. En Homo sapiens, comedia en seis actos, el dramaturgo realiza un entrañable retrato del género humano. Nos adentramos así en la cotidianidad de un matrimonio solo alterada por la jubilación de Vicente, quien no asume fácilmente el estatismo y pasividad a las que se ve conminado en su nueva vida doméstica. Desde la mirada escéptica, reflexiva e irónica de Vicente, visitamos asuntos como el falso y excesivo prestigio del deporte –en su opinión “los cuerpos se desgastan si se usan demasiado” (pág. 127)-, la acuciante preocupación por el envejecimiento –“cuando uno se va haciendo viejo se vuelve poco a poco un psicópata”, pág. 111-, las “normas de la sagrada ecología” –a propósito de la desfachatez que supone encerrar el ahorro económico de los supermercados en la supresión de unas bolsas de plástico-, o las manías, supersticiones y complejos que nos esclavizan a diario. Las relaciones personales no quedan al margen de tan crítico repaso. La puesta en cuestión de todo cuanto entra en la conversación de este adorable matrimonio y el aparente nihilismo que envuelve su concepción del mundo y, particularmente, de la especie humana desembocan paradójicamente en su contrario. La vista cansada pero sabia de quien tanto ha vivido nos permite curiosamente una más honda aceptación de la realidad, como si libres de “nuestras ínfulas”, fuéramos más capaces de asumir quiénes somos.

 

artículo siguientevolver al sumario

Notas    (↵ Volver al texto returns to text)

  1. Tres influencias han sido apuntadas por Peral Vega en el prólogo a la edición. La conexión con Buero Vallejo desde la confrontación de visiones de las dos hermanas, la relación con Jardiel percibida en la elaboración de los perfiles femeninos, y la de Mihura, en la conformación escénica del extraño encuentro amoroso (Carazo, 2014: 15).↵ Volver al texto
  2. Ya apuntamos tal filiación a propósito de los protagonistas de Luna de miel (2012, Fundamentos) en la reseña publicada en Monteagudo, núm.17, 2012, 223-226.↵ Volver al texto

www.aat.es