N.º 6 En la red. Teatro en la red

sumario

Un texto muy vivo

Margarita Reiz

 

DESPEYROUX, Denise
Carne viva.
Edición no venal de la Fundación SGAE, «Teatroautorexprés» (para la promoción y difusión de los textos teatrales objeto de estreno). 
Madrid,Fundación SGAE, 2014.
Edición en línea de descarga gratuita: http://www.fundacionsgae.org/noticias/1544/Carne-viva

Efectivamente, tal como reza su edición, la obra que reseñamos proviene de un montaje previo, de un espectáculo estrenado y que ha venido cosechando buenos comentarios por parte del público y de la crítica en su –ya larga- trayectoria escénica: fue estrenado el 9 de Mayo de 2014, en La Pensión de la Pulgas, y se mantuvo hasta el 13 de Julio, para volver a la cartelera el 4 de Octubre y seguir en 2015 cosechando éxitos.
Luego nos encontramos ante un caso contrario al habitual –y objetivo propio, por otro lado, del proyecto editorial que reseñamos- , ya que la obra publicada se inscribe en un contexto escénico previo. Se percibe claramente –y así lo da a conocer la autora en su introducción- que la obra ya fue diseñada para un espacio concreto –La Pensión de las Pulgas-, del que se sirvió la autora -también directora- como motivo de inspiración. A ese respecto describe Despeyroux una hipotética conversación como punto de partida del proyecto que queremos reproducir aquí: “-¿Te imaginas una obra que transcurre en las tres habitaciones a la vez?”. “-¿Cómo a la vez?”. “-Con público en las tres salas. Y actores corriendo de un sitio para otro…”. “-¿La ves?”. “-La veo, la veo. ¡Me encanta!”.
Pero no sólo eso, sino que además el trabajo que da forma y configura el texto finalmente se realiza a pie de escena, o más bien a pie de salas, ya que hablamos de tres espacios diferentes aunque simultáneos en la representación. Pero se trata de una simultaneidad novedosa, porque las tres mencionadas salas están situadas en diferente lugar de un mismo, podríamos decir, edificio teatral. Aunque, a su vez, ni las salas ni el edificio son un teatro al uso o propiamente dicho, según una terminología habitual hasta hace poco tiempo, sino que más bien pertenecen a una búsqueda de otras opciones espaciales y, seguramente sería más adecuado decir, de otros públicos. En la actualidad proliferan nuevas y atrevidas opciones teatrales, muchas de ellas con una intención superviviente de atraer espectadores en tiempos de crisis. Que, por qué no decirlo, son muy productivas desde un punto de vista creativo, si analizáramos –que no lo haremos en esta reseña– el contexto teatral actual en relación a esas cuestiones. Ya que, efectivamente, la imaginación unida a la dificultad resulta, en ocasiones, muy beneficiosa, como es el caso que nos ocupa, aunque no todas. Y lo malo sería que la precariedad fuera el síntoma y la constante del hecho teatral, pero eso sería motivo de otra reseña y no de ésta.
Aquí nos hemos propuesto hablar de Carne viva, un texto que, precisamente, por lo expuesto, está muy vivo, resulta muy atractivo y novedoso para un sinfín de espectadores. Y la tarea de conseguirlo ahora -una vez en marcha y funcionando –podría parecer fácil e ingeniosa, pero hacer de la dificultad virtud y saber aprovechar unas posibilidades espaciales tan diferentes a las habituales, no sólo requiere imaginación e inteligencia, sino un equipo de profesionales y una coordinación mental especialmente dotada para lo teatral. Que en este caso la autora y directora responsable, Denise Despeyrous, indudablemente debe de tener.
La propia autora en la presentación de la edición que nos ocupa escribe: “Durante el periodo de escritura y de ensayos de Carne viva, eché en falta no disponer de tiempo para dejar constancia escrita de la magia y del amor que impregnó la puesta en escena de esta obra”. Y al comienzo del texto explica: “Los tres actos de esta pieza transcurren al mismo tiempo. Si bien podrían llegar a representarse convencionalmente uno tras otro en el mismo espacio, es aconsejable que se desarrollen de forma simultánea en tres espacios distintos de la misma sala de exhibición.”
Y todo lo dicho se nota –y mucho– en la edición del texto definitivo. Por eso todas la explicaciones citadas son muy necesarias para entender posteriormente el texto que, de otro modo, no tendría un sentido unívoco de conjunto, no se entendería como una obra de dos horas de duración con temas, trama, personajes, etc., pertenecientes a la misma –y única– estructura. Su lectura devolvería la imagen de tres piezas breves enlazadas, que intercambian personajes y algunas historias, como si se tratara de vidas que se cruzan casualmente en el tiempo, que comparten algunos aspectos, secretos, información. De hecho, cada una de las partes tiene autonomía propia, principio y fin, su propio conflicto –o conflictos-, aunque comparta –o se enriquezca– con las tramas de las otras dos partes.
Incluso, nos atreveríamos a añadir que los finales –porque, lógicamente, también hay varios finales -parecen inacabados, no abiertos, como por continuar, porque se nos quedan algunas partes de las tramas incompletas. Asuntos de sumo interés, como una muerte en escena, un hijo que ya adulto conoce a su madre a la que, sin embargo, siempre ha tenido cerca, el inicio de una historia de amor extraña que queda sin continuidad y la continuidad de otra que venía de lejos… historias cruzadas que configuran un total común porque, precisamente, se encuentran en un mismo –y excéntrico– espacio a la misma hora, pero nada más…, pero también nada menos.
Y utilizamos la palabra excéntrico a propósito, porque el lugar –una comisaría– en principio no debería de serlo, pero lo es por los personajes y situaciones que acoge, lo que, a su vez, nos lleva a recodar a autores de nuestra mejor tradición humorística, como podrían ser Jardiel o Mihura, porque lo único que queda totalmente claro, tanto en la obra como en el montaje, es que interesa provocar la risa, la risa inteligente, la comedia diferente, con guiños críticos a la actualidad pero desde planteamientos cercanos al absurdo. Incluso, con algún que otro sutil acercamiento –quizás intuitivo- a la escuela sajona y la novela de suspense. Pero también con grandes dosis de peculiaridad en el manejo del diálogo, una familiaridad con la emoción extrañada, una buena cantidad de sarcasmo y osadía y unos personajes que ronda la irrealidad aunque a simple vista parezcan cercanos, casi cotidianos, lo que nos recuerda a los más provocadores de nuestra escena reciente: Marqueríe, García, Ripoll…, aunque desde un prisma absolutamente hilarante y personalizado.
Las palabras de Alfonso Armada, respecto de la función, nos ponen en antecedentes: «Llegada la época de las vacas flacas, el Estado ya no puede sostener la comisaría de lujo situada en el número 48 de la calle Huertas. Cuatro policías sufren las penas de la escasez económica en su despacho de diseño. Se han visto obligados a subalquilar los otros dos espacios del inmueble: a una profesora de danza contemporánea y a una pareja de hipnólogos (…) Los personajes están y tratan de ser ante nosotros, se expresan con frases escogidas del repertorio disponible para algo tan raro, casi siempre imposible, como la comunicación. Uno de los leitmotiv más descacharrantes de la función pertenece a uno de esos escritores que con más astucia han proporcionado latiguillos para repetir en cenas y cenadores de mística para andar por casa: «el universo conspira para que nuestros sueños se realicen». Nunca pensé que iba a acabar citando a Paulo Coelho, pero siempre hay una primera vez para caer en la tentación (…) Es decir, se trata de una obra cuántica, que trata de aplicar al teatro con tanta ambición como modestia la teoría general de la relatividad. Si se modifica la posición del espectador se altera la percepción de unos hechos que sin embargo ocurren de manera simultánea en tres lugares del espacio-tiempo.”

 

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