N.º 3 De aquí y de ahora. Teatro Español contemporáneo

sumario

Javier DE DIOS. PragaPor un mundo más civilizado

Berta Muñoz Cáliz
Centro de Documentación Teatral

Javier DE DIOS,
Praga
Madrid, Ediciones Antígona, 2013.
Con prólogo de Yolanda García Serrano. 106 pp. 11,54 €.
ISBN: 978-84-15906-05-6.

Tuve la suerte de asistir al estreno de Praga cuando, a principios de 2013, se estrenó en la Sala Lagrada de Madrid por la compañía La Barca Teatro, que dirige el propio autor, y allí pude comprobar cómo el público respondía con risas, con silencio, con emoción. Praga es una comedia muy bien construida y con conocimiento del “oficio” de dramaturgo; además de divertida y actual. El hecho de que se representara en una sala alternativa, como si se tratara de un espectáculo experimental y minoritario, merece cuanto menos una reflexión, si no ya de empresarios y productores, sí al menos por parte del colectivo de dramaturgos, y en consecuencia de esta revista.

Pero si el marco de su puesta en escena puede llamar la atención por el contraste con las posibilidades del texto de llegar a un público más amplio, no debe extrañarnos en absoluto el que se haya publicado en la colección de Teatro de Ediciones Antígona, una colección que, pese a su juventud, cuenta ya con un importante catálogo de dramaturgia española contemporánea, y que, como toda colección que se precie, apuesta por aquello que, aun pareciendo difícil, cuenta con un público potencial al que hay que aprender a llegar. Tal como nos recuerda Jordi Gracia en El intelectual melancólico (Barcelona, Anagrama, 2011), pese al pesimismo de algunos, nunca nuestra sociedad fue más culta ni más civilizada que en estos comienzos del siglo XXI. Y a este público, cada vez más amplio y más informado, con más necesidad de entender un entorno cada vez más complejo y de entenderse en lo posible a sí mismo, se dirigen tanto los editores de Antígona como los dramaturgos como Javier de Dios.

Dramaturgos de una sociedad a la que algunos pensadores han llamado posmoderna y que no persiguen romper moldes de una forma abrupta ni epatar a su público, al modo de vanguardias y neovanguardias de ayer y de hoy, pero tampoco reafirmarlo en sus creencias ni suscitar su risa fácil, como durante tantas décadas hizo –y sigue haciendo– el llamado teatro “comercial” en nuestro país. Y es que la eficacia y el conocimiento del oficio no están reñidos con el riesgo ni con la audacia. Y esta obra de Javier de Dios, sin romper esquemas en lo formal, sí puede romperlos en cuanto a la forma de concebir las relaciones; precisamente en su falta de estridencia y en su tono sostenido de comedia, que no llega a perderse ni en los momentos más complicados, estriba su eficacia: los personajes son lo bastante inteligentes y sus sentimientos lo bastante robustos como para salir airosos de una situación en la que incertidumbres de todo tipo y alguna que otra bajeza les amenazan por doquier. Y si en algún momento se llega a romper una de las frágiles copas de vino que milagrosamente se habían conservado intactas hasta ahora –copas que se nos muestran tanto en la cubierta del libro como en el cartel de la puesta en escena–, siempre cabe regresar a su lugar de origen, esa Praga que da título a la obra y que funciona como espacio mítico de ilusiones y proyectos.

La historia que se escenifica en Praga es una historia nueva y distinta, pero contada a través de un esquema dramático de tan larga tradición como es la comedia de situación, tal vez porque lo que el autor nos quiere comunicar es precisamente que, pese a la novedad de las situaciones, los sentimientos humanos no han variado gran cosa desde los orígenes del teatro hasta nuestros días. En efecto, en Praga los sentimientos de siempre (amistad, celos, paternidad, temor a lo desconocido e incluso un posible trío amoroso) se mezclan con situaciones insólitas hasta ahora y propias de la sociedad de nuestro tiempo, ya que el conflicto principal de la obra gira en torno a la posible adopción de un hijo por parte de una pareja homosexual. Praga es una historia de amor y de amistad entre dos hombres y una mujer, en la que lo que parecía sencillo revela una complejidad insospechada y lo que parecía consolidado corre el riesgo de quebrarse, tanto a la vista del pasado como de los futuros planes de uno de ellos.

Praga es también una historia sobre la vulnerabilidad de los sentimientos, donde los personajes se nos muestran en toda su fragilidad pero también en toda su capacidad de recomponerse. Beni, Jaime y Susana, en ese piso de Madrid, vivirán juntos una noche en la que lo construido a lo largo de muchos años y cuidado con esmero en los detalles estará a punto de venirse abajo, pero en este caso, y esta es una diferencia esencial con otras comedias de su género, lo construido no se sustentaba en mentiras, y este será el motivo de que milagrosamente se pueda reconstruir. Porque frente a las comedias que jugaban con las apariencias, Praga juega con sinceridades y medias verdades, pero nunca por el qué dirán ni por las convenciones que regían tantas y tantas comedias de situación. Una obra esperanzada vitalista y con la que el autor nos propone un metafórico brindis, un brindis por un mundo más inteligente, más flexible y más civilizado. Así sea.

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