N.º 2 De aquí y de ahora. Teatro Español contemporáneo

sumario

La incertidumbre del viaje

Cristina Anta
Universidad de Salamanca

BATLLE, Carles, Tránsitos
Bilbao, Atezblai, 2011. Col. Textos Teatrales, 73.
92 pp. 8,65 €. ISBN: 978-84-940079-6-5.

Tras su estreno en la Sala Beckett de Barcelona en 2007 y después de haberse publicado en catalán en el mismo año y haberse traducido al alemán, italiano, francés entre 2007 y 2008 nos llega, finalmente, la traducción de Trànsits, del dramaturgo Carles Batlle al español (diciembre de 2011) gracias a la editorial Artezblai y a la estimable labor de traducción de Lucía de la Maza.

Escrita bajo el ala de Institució de les Lletres Catalanes (ILC), Tránsitos fue estrenada en 2007 por Magda Puyo y producida por la Sala Beckett de Barcelona, donde se representó entre octubre y noviembre de ese mismo año. Nos encontramos, entonces, ante una obra, como el resto de la producción dramática de Carles Batlle (Temptació, Suite u Oasi), que es fruto de la dramaturgia catalana contemporánea y, asimismo, cuenta con proyección no solo fuera de Cataluña sino también a nivel internacional puesto que –amén de las traducciones– el montaje se estrenó en castellano en 2009 dentro del Xile. Festival de Dramaturgia Europea, así como en Alemania en 2012.

Tránsitos relata la historia de cinco personajes que viajan en un tren de largo recorrido por Europa en un futuro cercano, aunque no precisado. Tampoco sabemos exactamente a dónde se dirige el tren, solo que hacia un lugar del norte de Europa y que dos de los personajes, Marius y Nina, padre e hija, proceden de Barcelona. Son cinco personajes que, por diversas razones, se encuentran en pleno movimiento, no solo físico –el del tren– sino vital. Por lo general, son personajes que cargan con un pasado que a veces viene acompañado de secretos y violencia y que, irremediablemente, afecta a su presente dramático. Como bien se alude en el título, los personajes se encuentran en transición hacia un futuro incierto. La confluencia de todos en ese espacio de la plataforma del tren les obliga a tomar decisiones, a avanzar en sus crisis y en sus dudas, a cambiar les guste o no.

Se podría afirmar que Tránsitos cuenta un andamiaje dramático férreo y complejo. A la temporalidad difusa (la narración cronológica no coincide con el orden de representación) se le une una espacialidad doble: por un lado, la plataforma donde se representa la, digamos, trama común; y, por otro, fuera de la plataforma, por donde transitan los personajes de forma arbitraria, ejecutando o no lo que verbalizan, por lo que se convierte en un espacio abstracto y de apertura mental para cada personaje. La estructura es tanto circular (la primera y última escena son prácticamente iguales) como  secuencial, con ritmo marcado por la superposición y la repetición. Cada secuencia está dividida en tres escenas y cada final coincide con la entrada a un túnel y, consecuentemente, se produce un oscuro escénico. La primera escena, breve, nos remite a la misma imagen: una enigmática Mujer viaja con un maletín en un tren; la segunda, es un fragmento de una situación que es desarrollada totalmente en la tercera escena.

Ese maletín que porta la Mujer es el objeto de tensión constante para el receptor  y el hilo conductor que propicia el desarrollo de la fábula. A partir de ahí, se van creando interrelaciones entre unos personajes despersonalizados y con problemas de comunicación que, en ocasiones, necesitan aislarse para buscar la reflexión íntima mediante el recurso de los auriculares y unas referencias musicales muy precisas, las cuales son utilizadas para crear determinadas atmósferas. Es entonces cuando los personajes, inmersos en un clima de pesimismo y violencia latente, se van abriendo entre sí y surgen los temas del fracaso y la frustración; la lengua como vehículo para acceder a una identidad y la necesidad humana de tener una identidad; la venganza y las segundas oportunidades, simbolizadas magníficamente con el libro que lee durante la obra La Mujer: El conde de Montecristi, del cual este personaje ofrece una descripción (p. 58) que me parece que se ajusta perfectamente a la obra que les estoy presentando:

LA MUJER: No es fácil de leer (con una cierta pomposidad), tiene una estructura en fragmentos narrativos autónomos, una extraña tensión entre unidades aparentemente dispares, la acción adelante y atrás de forma ciertamente  caprichosa, Marsella, París, Roma, Marsella otra vez…, como en uno de estos trenes…

TORT: Como en uno de estos trenes/

LA MUJER: Hay un poco de dispersión en la mitad, pero hacia el final, concentración, tensión… La historia de un hombre que tiene una segunda oportunidad.

(Pausa breve.)

Un ángel de la venganza.

(Pausa breve.)

No escondo que, al igual que he necesitado una segunda lectura para comprender totalmente la pieza, he disfrutado enormemente de esta última, ya que tenía a los personajes ubicados, el desconcierto inicial se tornaba en una lógica coherente y la familiarización con la propuesta estética me hizo estimar notablemente la ética. Ante esa posible dificultad en la lectura de una obra con rasgos tan marcados de la postmodernidad dramática, esta lectora quizá eche de menos en su edición unas palabras previas que ayudaran a orientar la recepción del posible lector. De la misma manera, esta lectora agradece que se marcaran en negrita los discursos emitidos desde fuera de la plataforma.

No obstante, esta compleja presentación no solo anima sino que obliga a la participación del lector, promueve el perspectivismo y la reconstrucción de la intrahistoria, cuyos detalles se ofrecen inteligentemente dosificados a lo largo de las secuencias. El texto está, por lo tanto, abierto a la interpretación, plantea interrogantes al lector buscando que el desasosiego final se convierta en reflexión. Esta es, seguramente, su mayor riqueza. Que no es poco.

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