N.º 2 De aquí y de ahora. Teatro Español contemporáneo

sumario

Vivir entre alambradas

Carlos Ferrer
Asociación de Críticos Literarios de la Comunidad Valenciana (CLAVE)

Pedro Montalbán
Larga noche de silencio
Málaga, Centro de Ediciones de la Diputación, 2011.
108 pp., 5,11 €. ISBN: 978-84-7785-897-3.

Pedro Montalbán es un dramaturgo que ha afianzado su producción teatral con piezas que han sido avaladas en numerosos concursos de literatura dramática, como el Casona, el Jesús Domínguez, el Rafael Guerrero o el Badalona. Gracias a ello, sus obras han llegado a manos de los lectores y, en menor medida, a los escenarios. Esta Larga noche de silencio lo hizo por partida doble, puesto que la Diputación de Málaga la editó por merecer el Enrique Llovet y la compañía Marbenic la estrenó en junio de 2010, con dirección del argentino Nicolás Rivero.

Más allá de los maniqueísmos al uso de la Guerra Civil, Montalbán aborda en esta obra las dificultades que surgen en la convivencia de dos familias durante los últimos meses de la contienda bélica española. Una coexistencia dura y difícil a causa de la precariedad de la vida cotidiana y de hechos desalentadores, como el consejo de guerra a Frederic Xifré, último alcalde republicano de Badalona.

España baldea con sangre sus calles. Seis personas de dos familias distintas y de ideología dispar y confrontada huyen camino a Francia, camino a la hipotética libertad, pero la niebla les retiene en un sendero y se desatan las especulaciones sobre el mañana. Antonio, un padre de familia católico que tiene a su cargo a Berta y Carlos; la joven vecina y ave solitaria Dora, la prima de Antonio, Elisa, y su hija atea Fina integran esa expedición que protagoniza la pieza teatral y que, finalmente, tiene que regresar a Badalona y seguir a la espera de una oportunidad; oportunidad personificada en la juventud de Carlos, cuyas palabras abren una senda hacia la esperanza y la ilusión. Esa actitud (y la optimista de la joven Fina) chocan con la de Elisa, a quien el temor de la incertidumbre ha atenazado sus sentidos. La situación inestable, de peligro y temores constantes, genera desconfianza y nerviosismo en Berta, algo que Carlos es incapaz de aplacar, como tampoco es capaz de mediar entre Dora y Berta, cuya distancia, basada en el rencor, es insalvable, porque Dora intuye que Berta quiere reemplazar en el seno familiar a la madre fallecida. Montalbán dosifica la información al lector con precisión quirúrgica, manteniendo la tensión dramática y empleando una serie de personajes muy bien perfilados, porque Montalbán es un escritor de ritmo elegante en los diálogos y de sencillez sintáctica en su praxis.

La Guerra Civil, ese “ácido que corroe incluso los recuerdos” al decir de Elisa, acabará pronto y los franquistas ya están en Badalona para preocupación de nuestros protagonistas, porque sus valores, sus modos de vida y sus actuaciones están en las Antípodas de los de Antonio. Es él quien sostiene que “primero la familia y después el trabajo, honrando siempre al Señor… A Franco hemos llegado por obligación. Nos han echado en sus brazos los que no nos permitían honrar a Dios y vivir según los principios de Cristo”. Pero, como parece que Franco ha llegado para quedarse por mucho tiempo, hay que seguir viviendo, y reemprender el negocio de los salazones es la única alternativa económica, aprovechando la etapa marinera de Antonio y el futuro como estudiante de Comercio de Carlos. Sin embargo, Berta no entra en los planes laborales de Antonio por su condición de mujer; a ella se le veta el estudio y su único objetivo en la vida es casarse y formar una familia, porque “es ley de vida”.

Mayra Fernández ha apuntado con acierto que los personajes son lo que son gracias a lo que han sido, aunque el personaje de Antonio aporte en momentos de tensión y discusión un poco de cordura, siguiendo las enseñanzas de Xifré. Uno de esos momentos de tensión se debe a que Antonio alberga en su casa a dos familiares de signo político rojo. Sin embargo, Antonio no cesa en su empeño de hacer justicia, de ayudar a un hombre bueno aunque sea de ideología contraria o equivocada (Xifré), a pesar de que el propio Antonio sufrió torturas en una checa por su condición de católico. Antonio también emprende una particular cruzada para evitar el estraperlo en el mercado de abastos, haciendo caso omiso a las razonables palabras de Elisa: “la ética en la que tú crees no es la que rige ahí fuera”. Y es que Antonio vive engañándose a sí mismo, porque esperaba como el que más que la nueva “paz” iba a ser justa con los honrados, pero la realidad va por otras sendas.

Entre tanto, la convivencia despierta un interés amoroso de Carlos por la generosa y sacrificada Fina, no correspondido de forma plena; un interés que se acrecienta cuando Carlos comprueba el alto grado de frustración que le genera su trabajo al lado de su padre. No obstante, Fina se encuentra con el problema de que Berta también la pretende en silencio y es que “me lanzo al fuego de la pasión de Carlos y a la vez me entrego al sentimiento con Berta”. A este triángulo amoroso hay que añadir las brasas amorosas existentes entre Antonio y Elisa, la madre de Fina. Fueron novios y son primos. Por mucho que pinten bastos, los seres humanos hacen planes de futuro y se preguntan por lo que traerá el día de mañana, por los pasos a dar, por la oportunidad de fortuna que me depara tal o cual lugar. A esos pensamientos sucumben los habitantes de la casa, y alrededor de ellos se teje una red de relaciones más o menos sentimentales, en la que los apoyos mutuos y los distanciamientos son inevitables. En la penúltima escena, los apoyos se vuelven unánimes cuando Xifré es fusilado y Carlos le confiesa a su padre que “hemos perdido la cuenta de los fusilados al amanecer, de los detenidos, de las prohibiciones… No quiero vivir rodeado de un oscuro temor que me robe la tranquilidad. No quiero mirar para otro lado ni ver cómo bajas la mirada cada vez que vienen los de Abastos”. La huida se reemprende, el final se acerca.

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