N.º 2 Cuéntame. Entrevista

sumario

Carlos Gil,
Director de Artezblai y de la librería Yorick.

Cármen Márquez
Universidad de Las Palmas

Carlos Gil Zamora (Barcelona, 1950) es un hombre de teatro en el sentido más amplio del término. Ha transitado todos los ámbitos de la escena, hasta que el periodismo cultural y la gestión de una empresa en torno a la edición y la crítica lo ha absorbido. Todos conocemos perfectamente el zapato de tacón de Artez, esa revista que hallamos en todos los festivales, en todos los encuentros en los que se represente, se edite o se hable de teatro, y la cara que la acompaña es Carlos Gil. Es cierto que, como él dice, no es el único del proyecto, pero sí es la cara que todos conocemos y, también sabemos, que es el espíritu. La revista digital y en papel es una de las líneas, pues es compañera del boletín y del periódico www.artezblai.com, además de la librería en línea Yorick (2001) y de la posterior librería física, primero en Bilbao (2006) y luego en Madrid (C/Valencia, 21) desde diciembre de 2011.

Las tres grandes líneas confluyen en una, como destaca Carlos Gil en la entrevista, el amor al teatro. Desde todos los ámbitos y frentes este hombre grande y apasionado defiende el teatro.

¿Cómo se llega de la interpretación a la crítica y la edición?

En mi caso es un largo camino. Al igual que todos, empecé como actor. Como era muy mal actor, me puse a dirigir. Como era muy mal director, me puse a escribir. Como era muy mal dramaturgo, me puse a producir. Como me arruiné, y tenía facilidad para cabrear a los demás, me dediqué a la crítica. Entre medias, otra cosa más inconfesable: he dirigido festivales internacionales, he programado salas. Y aunque todavía no lo sepa mi madre, llevo más de treinta años haciendo periodismo cultural. Lo de la edición fue como una manera de pagar todos mis pecados anteriores.

¿Y cómo se llega a llevar la dirección de un “circo” –dicho con todo el respeto que nos merece esta disciplina escénica– de cinco pistas?

No hay nada mejor que el autoengaño. Uno dice que no quiere mandar porque es lo que más le gusta. A mí no me cansa nada ser director de pista. Lo que me quema es que me hayan obligado a ser empresario, a rellenar formularios, a visitar a directores de sucursales bancarias, a directores generales de cultura impresentables. Resumiendo, es divertido veinte días al mes. Los otros diez son terroríficos, cuando no hay dinero para pagar nóminas o la seguridad social. Cuando suena el teléfono y sabes que es la imprenta.

¿Te consideras un hombre valiente? Lo digo por lo preguntado con anterioridad: eres editor de una revista de artes escénicas, de un portal, ahora periódico, de artes escénicas y visuales; de una editorial de artes escénicas y, por si fuera poco, tienes una librería especializada en artes escénicas, con versión en línea y física.

Soy un hombre inconsciente. Soy uno de esos individuos de esta especie que vive PARA el teatro. En plena coherencia. No me he desviado en los últimos cuarenta  y cinco años de mi vida en nada. Voy del centro de la cuestión –autoría, dirección, producción–  a la periferia –información, crítica, edición–. Pero debo señalar algo importante: mi voluntad es clara, pero en la revista, la editorial, el periódico y la librería me acompañan unos socios, que no vienen de este mundo del teatro, sino del periodismo  y no tienen la misma pasión inconsciente que yo, que se merecen un auténtico monumento.

El último número de la revista Artez es ya el 190, y se trata de un número bimestral. En el editorial hablas de vuestra apuesta por una actividad confluyente. ¿Puedes hablar un poco más de esto?

En este año de 2013 sacaremos ocho números, unos abarcando información de dos meses y otros de uno. Ha sido una medida de ajuste económico, pero también informativo. Puedes imaginarte que casi cada mes nos planteamos la viabilidad de la revista Artez. Es nuestra bandera, pero es lo más caro. Y por ello hablamos de actividades confluentes, de hacer cosas que nos ayuden a mantener la oferta en el papel, siempre relacionado con las artes escénicas, la edición y la información, como es lo que  hacemos en algunos eventos llevando la prensa y comunicación y otras colaboraciones. Nuestro límite está colocado en un lugar impropio como es que no sintamos vergüenza de lo que hacemos. Esta idea de confluencia la podemos aplicar a otros asuntos de nuestra organización como de la propia vida teatral en general.

Sobre el Periódico de las Artes Escénicas y Visuales, Artezblai.com, ¿cómo se logra mantenerlo durante tanto tiempo?

Tuvimos la suerte de ser los primeros que nos colocamos en la web. Primero era la revista entera, después abrimos un Portal, www.artezblai.com, que ha sido uno de nuestros mayores aciertos. Lo fue porque el ser pioneros nos colocó en el mercado. Yo, que tengo la suerte de viajar mucho, compruebo que nos conocen por todo el mundo por este sitio en la web. El Portal nos daba mucho trabajo porque acogía una agenda de todos los teatros de la Comunidad Autónoma Vasca, Navarra y el País vasco francés. Eso nos hizo ser recibidos por nuestros usuarios como un auténtico servicio público. La evolución de portal a periódico ha sido fruto de las circunstancias, de las necesidades. Pero a través de nuestro boletín semanal, que esta semana ha sido el número 590, que ya es decir, nos comunicamos con toda la comunidad teatral iberoamericana.

¿Da vértigo tener una media, como la vuestra del pasado abril, de 8.731 visitantes/día? La responsabilidad es tremenda ¿o no se presta más atención a lo que se escribe?

Perdona la rectificación, vamos creciendo: el pasado mes de mayo tuvimos nada menos que 284.769 visitas, lo que significa una media de 9.186 por día. Lo que siento yo, que además puedo controlar al detalle por dónde se mueven los lectores, es una especie de vértigo. No podemos fallar. Debemos ampliar las voces, tiene que ser un periódico teatral de referencia, debe ser la página que muchos teatreros iberoamericanos tengan al abrir su ordenador. No por un afán totalitario, sino porque nos sentimos útiles, generamos opinión, se conocen los pensamientos de gente de Uruguay o de Gran Canaria, intentamos dar información de todos los lugares donde hay actividad.

¿Cómo es posible controlar el 1.632.302 páginas/semana de este Periódico?  Pues aunque se apuesta por la libertad de expresión, también hay opiniones torticeras y partidistas nada objetivas que es necesario controlar. ¿Cómo se logra la medida?

En mayo fueron 1.656.590. Nosotros tenemos muy claro, y yo lo repito una o dos veces al año en mis columnas, que existe plena libertad, y los límites son, por un lado, los insultos, las mentiras y las descalificaciones, y por el otro el auto-bombo, la publicidad encubierta. Yo creo en la autorregulación. Los colaboradores habituales son de una gran nivel, no solamente técnico, sino ético, y si en ocasiones sus líneas de pensamiento filosófico o político están en contra de lo que parece la de nuestra Zapatilla, pues, mejor. Hacemos una cosa que algunos no entienden bien: puedes encontrar dos o tres críticas diferentes de un mismo espectáculo. A mí, me encanta. Y si son contradictorias, mejor. No vendemos ninguna verdad. Vendemos amor al teatro y respeto a todos los que lo hacen posible.

Tenéis una editorial con un fondo bastante respetable. ¿Cómo hacéis la selección, cuál fue la línea inicial y cómo os habéis ido abriendo a otros apartados?

Sí, la editorial va creciendo, miro el catálogo y me sorprendo. El otro día nos dimos cuenta de que habíamos publicado 31 obras de teatro en euskera. En un principio era muy simple: autores contemporáneos, vivos, de nuestro entorno, a ser posible con muy poca trayectoria. Eso lo mantenemos, con matices. Después, la colaboración con varios premios nos dio otra dimensión, y en los últimos tiempos, con autores iberoamericanos, pero también con europeos, como vamos a emprender ahora. Y el acierto editorial, pero a la vez, como servicio a la comunidad, la colección de Teoría y Práctica, ligada al premio de Investigación, y que nos ha dado muchas satisfacciones.

¿Por qué un premio de investigación? Quizá porque es una de las líneas menos propiciadas, si bien tiene el apoyo de las universidades, ¿o crees que es insuficiente y por eso el aliciente del premio? ¿De cuántos lugares os llegan trabajos?

El premio, cuando lo iniciamos fue porque no existía. Había algo parecido en México, un premio de ensayo, con el que desde hace cuatro años también colaboramos. No existía visualización de los trabajos de investigación. Se quedaban en la universidad. Y sin difusión. Con Jaime Chabaud, decimos que algo hemos contribuido a que se escriban ensayos e investigaciones con nuestros premios. Y los trabajos nos señalan la realidad de la docencia teatral, su nivel y las escuelas: nos llegan preferentemente de Argentina, México, Cuba, Chile y el Estado español, con Madrid y Catalunya como lugares con más números de trabajos. Esta es la lectura por encima, después hay muchos matices.

Sobre la librería, comenzasteis con la librería en línea, ¿por qué considerasteis que era necesario una física? ¿Por qué en Madrid?

También fuimos pioneros con la librería on-line. Y las circunstancias nos llevaron a dar otros pasos. Cuando La Avispa tuvo problemas, nos la ofrecieron, pero no estábamos maduros para dar el salto. Y la regentaron los de Ñaque. Al poco, nos trasladamos de Elorrio, un pueblo de Vizcaya donde nacimos, a Bilbao, y nos instalamos en un local que parecía ideal: daba a dos calles, tenía fachada de local comercial, y pudimos poner la Librería y la redacción de ARTEZ y de www.artezblai.com. Fue un paso cualitativo muy importante. Pudimos ampliar el catálogo, y seguíamos vendiendo mucho on-line. Pero cuando la crisis empezó a mordernos los tobillos, tomamos la decisión de llevarla a Madrid. Era una decisión complicada, pensábamos que en Bilbao moriría poco a poco. Y nos fuimos a Madrid. Y no nos podemos quejar. Por ejemplo, en Bilbao la venta on-line significaba más o menos el 75 por ciento. Ahora no llega ni al 15 por ciento. Es un síntoma. En plena crisis, un alquiler, dos personas trabajando, vamos aguantando. No jugamos para ganar, sino para empatar, de penalti en el último minuto.

¿Tenéis alguna subvención? ¿A cuál de las líneas de trabajo? ¿De quién?

Recibimos ayudas menores para la edición de libros. Para la revista Artez  tenemos, de manera intermitente, ayudas del Ministerio en sus Direcciones del Libro, pero desde hace cuatro años el Gobierno Vasco nos abandonó, lo mismo que había hecho el INAEM antes. Es terrible, pero sobrevivimos de la publicidad, las suscripciones y de la auto-explotación de los que somos los socios de todo el proyecto, que son los que sostienen el tinglado, aunque yo sea el que más habla y sale en las fotos.

¿Qué te han parecido los premios Max de esta edición? ¿Crees que aportan algo al mundo de la escena? Has ido dejando en tu columna “Y no es coña” algunas opiniones, como la del 13 de mayo, pero me gustaría un comentario más preciso, si lo consideras oportuno. Sobre todo porque, además del 21% de IVA, están sucediendo demasiados desmanes en el mundo de la escena y quizá nuestra opinión se haya modificado un poco con respecto a ellos.

Me reservo la opinión sobre los Max porque me parece que hemos asistido a la última edición con este formato. Siempre han generado dudas estos premios, desde el censo de votantes a los rubros, a la fórmula, la entidad que los organiza y un largo etcétera. Es una fiesta de una parte de teatro. No la quiero aguar. Esperemos acontecimientos y que las decisiones sean para mejorar. Los Max pueden ser mejorables. Pero sin Max, en general, la visualización del teatro sería menor.

Yo insisto en que lo del 21% es una actitud criminal, y que justamente estos días se escucha al propio Wert asegurar que está abierto a pensar sobre su reforma. Lógico. Yo lo daba por hecho. Pero insisto, y me pongo un poco serio: los problemas de las artes escénicas son más estructurales, mucho más profundos. Se han creado clientes, públicos de aluvión, no aficionados. Las redes han sido nefastas para la regeneración escénica porque han apostado por lo más comercial. La formación reglada está bajo mínimos. Una serie de cosas que muchos decimos, pero que nadie nos escucha, porque todos andamos buscándonos la vida al por menor.

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