N.º 54Teatro presencial y teatro virtual

 

RESEÑA

Dinamarca y PlagiDinamarca
Josep Lluis i Rodolf Sirera

Plagi
Rodolf Sirera 

Guillermo Heras

 

Edicions Bromera, Col. Teatre, nº 75, Valencia, 2019.

 

Excelencia Literaria y Sabiduría Teatral

El libro publicado por la editorial Bromera con los textos dramáticos Dinamarca, de Rodolf y Josep Lluis Sirera, y Plagi, de Rodolf, es un exponente preciso de la escritura dramática más importante de la contemporaneidad española.

La larga trayectoria de los hermanos Sirera, desde su lucha en las barricadas del teatro independiente valenciano, hasta sus aportaciones, tanto de gestión como de creación a la consolidación del teatro público de finales del siglo XX, tanto en su Comunidad, como a nivel estatal, les confiere un papel absolutamente fundamental para entender la transformación que nuestras estructuras de gestión experimentaron desde la muerte del Dictador hasta nuestros días.

Pero centrémonos en los valores escénicos de estas dos, tan diferentes piezas, contenidas en el libro señalado. Dinamarca, reciente Premio Max de Autoría teatral de este año, es todo un símbolo y referencia de lo que los Sirera defendieron como una línea esencial de una dramaturgia para “un teatro público”. Teatro enmarcado en la idea de repertorio, reflexión histórica en una dialéctica profunda con el presente, texto de personajes para ser encarnados por actrices y actores de fuste, calidad literaria muy cuidada, metáfora de tiempos históricos para reflexionar en tiempos presentes, reto para directores que no se conformen con fórmulas postmodernas y compromiso con unas formas de producción pensadas para ciudadanos libres.

Así empezaron a escribir en tiempos oscuros y, aunque su lucha no dejó de producirse, me consta que muchos fueron sus desengaños cuando algunos de estos textos de “la serie histórica” no pudieron ver la luz por la cicatería, precisamente, de los teatros públicos. Este teatro de los Sirera, por su  envergadura, era difícil de ser sostenido por la empresa privada o por las salas alternativas y, así, varias de sus obras quedaron en el cajón, aunque cuando las releemos causa cierta perplejidad que otras sí hayan sido estrenadas y estas no. Lógicamente, dos luchadores como ellos no iban a quedarse de brazos cruzados y así, emprendieron por separado otras aventuras estéticas que se  materializaron en piezas de diferentes estilos.

Desde luego, Dinamarca contiene todas las líneas éticas y estéticas que he señalado anteriormente, como también ocurre en otra importante obra escrita por los dos, Silenci de negra. En Dinamarca hay que resaltar la idea de cómo en situaciones de represión política o dictatorial los seres humanos cambian de comportamiento, a veces, sin ser conscientes de ello. Y, en ese sentido, sí podríamos acercar la pieza a las poéticas de Brecht y del teatro documento alemán de los 70, pero sin perder nunca la idea de un teatro que emocione y no distancie.

Dinamarca es una obra ésta de personajes definidos y complejos. Ente todos destacan la de la actriz Solvej Nielsen y el de Kris Kristen  Nielsen, sin olvidar que todos y cada uno de los que intervienen en la obra están trazados con un línea clara de servicio a la trama general. Quizás no es ajeno a ello el gran trabajo de guionista para la televisión que lleva desarrollando, a lo largo de los años, Rodolf Sirera.

Otro tema de subyace en la obra, y que es muy referencial en la autoría de estos dramaturgos es la aparición del teatro como telón de fondo del desarrollo estructural. Aquí, se nota la investigación histórica que realizaron los autores del tiempo en que Dinamarca pasó de tener una cierta autonomía y condescendencia del régimen nazi, a sufrir el mismo azote dictatorial de las naciones que cayeron bajo su yugo. De hecho, la figura del pastor luterano, Kris Kristen Nielsen,  está basado en  una figura real, el pastor Kaj Munk, dramaturgo muy considerado en su época y del que su obra Ordet pasaría a la Historia del Cine al ser filmada por Carl Theodor Dreyer. Munk, cambió su parecer sobre los nazis, a pesar de su carácter conservador, cuando empezó a comprender las atrocidades de Hitler.

Ese paso desgarrador está relatado de un modo maestro por la acción de los propios personajes de la obra, donde Solveig Nielsen va haciendo de demiurga a partir de sus propias vicisitudes. Un papel, como todos los de la obra, a la antigua usanza, para ser interpretado por actrices y actores de raza.

La segunda obra recogida en este libro es de autoría solitaria de Rodolf. Convencido seguidor de la comedia, sea esta cómica o dramática, el autor nos ha dejado a lo largo de su carrera varias y deliciosas perlas: El veneno del teatro, La primera de la clase, Punto de fuga o Indian summer. Tiempo y espacio se mezclan en su estructura, el juego como signo, el uso del thriller como género, recursos del equívoco para dar giros a la acción, personajes sólidos y diálogos ágiles están presentes en Plagi, al igual que en otras obras de ese estilo “sireriano”. Son piezas pensadas para el escenario y que están escritas con una cuidada estructura, un excelente lenguaje y, por ello, puedan ser leídas con gran gusto, más allá de su claro objetivo que es la representación.

En suma, un libro imprescindible como ya señalé al comienzo, ya que en él podemos encontrar dos formas de entender el lenguaje actual de la escena, sin perder un ápice la tradicionalidad de esta, pero entrando de lleno en la propia esencia del teatro como un arte de hoy y para el futuro.

 

 

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