N.º 52Teatro español en el exilio

 

Tres cartas de Margarita Xirgu
desde su exilio americano

Manuel Aznar Soler
GEXEL-CEDID-Universitat Autònoma de Barcelona

 

El Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL) de la Universitat Autònoma de Barcelona cumple este año 2019 sus primeros veintiséis años de vida.

Desde el 1 de octubre de 2007 hasta el 31 de diciembre de 2013 el Ministerio de Ciencia e Innovación nos financió un proyecto de investigación titulado Escena y literatura dramática en el exilio republicano de 1939. Por ello, durante el año 2015 se inició la publicación de una serie general de catorce volúmenes titulada Escena y literatura dramática en el exilio republicano de 1939, dirigida por mí mismo en tanto que investigador principal del mencionado proyecto. De esta serie general se han publicado ya nueve tomos y la edición de los cinco restantes concluirá el próximo año 2020. El plan general de esta serie es el siguiente:

  1. Manuel Aznar Soler, Exilio teatral republicano de 1939 e historiografía. Estudio introductorio, mapa general y bibliografía comentada, a cargo esta última de Yasmina Yousfi López.
  2. Juan Pablo Heras y José Paulino Ayuso (editores), El exilio teatral republicano de 1939 en México. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXI, 2014, 506 páginas.
  3. Manuel Aznar Soler y José Ramón López García (editores), El exilio teatral republicano de 1939 en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay.
  4. Mario Martín Gijón (editor), El exilio teatral republicano de 1939 en Europa. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXIV, 2015, 185 páginas.
  5. Manuel Aznar Soler, El exilio teatral republicano de 1939 en Francia.
  6. José Ángel Ascunce Arrieta, El exilio teatral republicano de 1939 en Centroamérica. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXVII, 2016, 317 páginas.
  7. José Ramón López García (editor), El exilio teatral republicano de 1939 en América.
  8. Francesc Foguet, El teatro catalán en el exilio republicano de 1939. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXVIII, 2016, 203 páginas.
  9. Inmaculada López Silva y Euloxio R. Ruibal (editores), El teatro gallego y el exilio republicano de 1939. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXVI, 2016, 248 páginas.
  10. José Ángel Ascunce Arrieta, Idoia Gereñu Odriozola y Mari Karmen Gil Fombellida, 1936ko euskal erbestealdiko antzerkia. El teatro del exilio vasco de 1936. Donostia-San Sebastián, Hamaika Bide Elkartea, 2012, 609 páginas.
  11. Ana María Arias de Cossío e Idoia Murga Castro, Escenografía en el exilio republicano de 1939. Teatro y danza. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXV, 2015, 230 páginas.
  12. Verónica Azcue y Teresa Santa María, Mito y tradición en el teatro del exilio republicano de 1939. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXIX, 2016, 258 páginas.
  13. Margarita Xirgu, Epistolario, edición y estudio introductorio de Manuel Aznar Soler y Francesc Foguet i Boreu. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXIII, 2018, 556 páginas.
  14. Diego Santos Sánchez, Guerra Civil y compromiso político en el teatro del exilio republicano de 1939.
Margarita Xirgu Imagen del Instituto del Teatro de Barcelona.

Margarita Xirgu Imagen del Instituto del Teatro de Barcelona. 1

Nos interesa, aquí y ahora, la última publicación hasta la fecha de este proyecto de investigación, la del epistolario de Margarita Xirgu. Antonina Rodrigo tiene el mérito indiscutible de haber sido la pionera en el estudio de la trayectoria escénica de la actriz catalana (1974, 1989, 1991, 1994) y Francesc Foguet i Boreu el de haber seguido investigando y profundizando en ella (2002, 2010, 2012). Sabido es que el 31 de enero de 1936 la actriz catalana se embarcó con su compañía en el vapor Orinoco desde el puerto de Santander rumbo a La Habana para iniciar una larga gira americana de la que nunca regresaría y sabido es también que permaneció en su exilio americano hasta su fallecimiento en Montevideo el 25 de abril de 1969. Por razones obvias de espacio, voy a limitarme a transcribir tres cartas de la mítica actriz catalana escritas en su exilio americano que me parecen especialmente interesantes para conocer mejor su personalidad humana y teatral.

Costado de estribor del ORINOCO. Foto Sr. Arturo Paniagua.

Costado de estribor del ORINOCO. Foto Sr. Arturo Paniagua. 2

 

I

La primera es una carta  a Cipriano de Rivas Cherif (Aguilera Sastre-Aznar Soler 1999), fechada en la ciudad argentina de Mendoza el 6 de septiembre de 1939, en la que la Xirgu se refiere al inicio de la Segunda Guerra Mundial y al peligro que corren en aquellas circunstancias todos los exiliados republicanos españoles en Francia, muy particularmente el presidente Manuel Azaña y el propio Rivas Cherif: “Creo que sería mejor salir de Europa. (…) Mi humilde opinión es que lo mejor, aun sin conocerlo, son los Estados Unidos, después Buenos Aires”. Vale la pena resaltar también el estado de ánimo de la actriz catalana, su tristeza en aquel contexto, para la que, dice, “tengo mis motivos”: “Hay momentos en la vida en que todo se pone desagradable y éste es uno de ellos”. Razones personales y políticas tenía sin duda la Xirgu para la tristeza porque, al fallecimiento en La Habana durante el mes de abril de 1936 de Josep Arnall (Pepe), su primer marido, se sumaba ahora la amargura por la derrota republicana. Margarita Xirgu le informa también de su lectura reciente de La velada en Benicarló de Azaña, así como le confiesa que, políticamente, había sido aliadófila durante la Primera Guerra Mundial y que ahora, naturalmente, como buena republicana española, era partidaria de la victoria de los aliados, de la victoria de la democracia contra el fascismo internacional en esta Segunda Guerra Mundial: “Estoy en el mismo sitio”:

A Cipriano de Rivas Cherif
Mendoza, 6 de septiembre de 1939

Querido Cipriano:

Se recibió la carta dirigida a [Miguel] Ortín.

¡Otra vez la guerra! Ya supondrá que pienso en ustedes a todas horas hasta saber qué deciden. Y ahora sí que no se sabe qué aconsejar, pues los mares ofrecen tanto peligro como la tierra y ¡qué prisa se dan en hundir barcos! De todos modos si hubiera medio de viajar con alguna seguridad creo que sería mejor salir de Europa. Si se deciden por donde yo me halle, como se dice en los pueblos, de comer no ha de faltarles y como están las cosas no es lo que menos se ha de mirar, en fin que por muchos que sean ustedes no me arredro. Más adelante cuidarán ustedes de mí. De sus hijos espero yo mucho y el “Porteño” puede llegar a presidente de esta República, si le tira la política como a su tío. He sabido que Amós Salvador y su hermano están en Caracas y que tienen mil quinientos dólares mensuales. Con dificultades, pero veo que, poco a poco, todos se van defendiendo. No sea usted tan quisquilloso. Tampoco yo he recibido carta de Salvador. ¿Y qué? Para lo que diría la carta… Si no saben sentir, ¿de qué sirven las palabras? Y si sienten ya nos enteraremos algún día y mejor que no tengamos que enterarnos. Le escribí desde Rosario diciéndole que había leído La velada en Benicarló y precisamente en estos días leyendo un libro que trata sobre Psico-biología general de los instintos [de Juan Cuatrecasas], se me ocurrían infinidad de cosas que se referían al libro de don Manuel y que no me es posible comentar en una carta.

Usted, en la carta que dirigió a Amelia [de la Torre], le decía que yo estaba triste, tengo mis motivos. La barbarie que nos espera olerá a máquinas, no a selva. ¿Dónde he leído yo esto? Bueno, Cipriano, las disquisiciones que tomaría su suegra serían con buen fin, déjese de piques. En Buenos Aires hay una biblioteca fantástica, pero, asómbrese, está en el Club Hípico o el Náutico. ¡Si libros no han de faltarle, hombre de Dios! A empezar otra vez.

Cuando supimos que el hermano de Jordá estaba preso, una amiga mía de Buenos Aires nos dijo que haría una gestión para que se interesaran por él. Esa señora es muy amiga del Conde Ciano. Dijo que le habían contestado que estaba cumplido el encargo y que estuviéramos tranquilos, que no le pasaría nada; pero han encarcelado al padre.

El próximo domingo termina el contrato [Ricardo] Galache- [Isabel] Barrón y no seguirán en la compañía, pues me figuro que ni ellos y yo menos desde luego nos hallamos a gusto. Ya se lo contará Ortín. Hay momentos en la vida que todo se pone desagradable y éste es uno de ellos.

Si Carmen [Ibáñez Gallardo] está bien ya para poder trasladarse, no pierdan tiempo y mi humilde opinión es que lo mejor, aun sin conocerlo, son los Estados Unidos, después Buenos Aires. Lo demás de América me parece mejor para ingenieros técnicos y labradores, pero no para intelectuales españoles, aunque para los primeros momentos todo será más bueno que la pobre Francia. Usted recordará que en la otra guerra fui aliada. Estoy en el mismo sitio. Paquito [García] Lorca e Isabel [García Lorca] están en Estados Unidos de profesores de español. Todavía no consiguen sacar a los padres y hermana con sus hijas de Granada.

Con mis cariñosos recuerdos a todos, le abraza su buena amiga,

Margarita (Xirgu 2018: 222-223)

 

  II

La segunda carta tiene por destinatario a Francisco Graña Garland, periodista y empresario peruano que fue opositor a la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), fundada por Víctor Raúl Haya de la Torre. Como director del diario La Prensa criticó las políticas del Partido Aprista Peruano (PAP) y por ello fue asesinado seis meses después de recibir esta misiva de la Xirgu, concretamente la noche del 7 de enero de 1947, ya que la carta de la actriz está fechada en Santiago de Chile el 17 de junio de 1946.

La pregunta que, por encargo de Graña y poco antes de abandonar Lima, la capital peruana en la que acababa de actuar la actriz, le había planteado a Margarita Xirgu “su encantadora hija Mocha”, es decir, Ana María Enriqueta Albina Graña Aramburú,  es “si pensaba o me interesaría regresar a España”. Para responderle, la Xirgu cree necesario “hacer un poco de historia para que juzgue usted qué es lo que considera debo y puedo hacer”. En esta carta la actriz se define como “mujer de lucha artística y no de lucha política, porque nunca lo fui”: “Jamás pertenecí a ningún partido político”. Sin embargo, en su compañía iba también Rivas Cherif, “cuñado del señor Azaña, acompañado de su esposa. El señor Rivas Cherif era mi asesor artístico desde mucho antes de la República” es decir, en la práctica, el director de escena de su compañía, quien con el estallido de la guerra regresó a España. Sin olvidar el estreno por parte de la actriz de La corona de Manuel Azaña en la Barcelona de 1932 (Aznar Soler 1990), esta vinculación de la Xirgu con Rivas Cherif y Azaña dio por hecho ante gran parte de la sociedad española de los años treinta su “azañismo” político, razón por la cual los enemigos de la República “emprendieron contra mí una campaña verdaderamente indigna”. Por su parte la actriz catalana, que en 1946 se había convertido ya en mito teatral en el imaginario colectivo de nuestro exilio republicano de 1939, se mantuvo siempre “leal” a la legalidad democrática del gobierno del Frente Popular, lo que motivó que padeciera también en aquellos países americanos “un ambiente hostil por parte de los españoles anti-republicanos, obedeciendo sin duda órdenes de España”. Desde finales de 1939 la actriz, casada en segundas nupcias con Miguel Ortín, se exilió en Chile, aunque en 1940 supo que iba a ser procesada por el Tribunal de Responsabilidades Políticas y, finalmente, condenada a la confiscación total de sus bienes “y a extrañamiento a perpetuidad”, es decir, a ser exiliada para siempre:

A Francisco Graña

Santiago de Chile, 17 de junio de 1946

Señor don Francisco Graña
Lima (Perú)

Mi querido y buen amigo don Pancho:

Momentos antes de salir de Lima, su encantadora hija Mocha me habló de parte de usted preguntándome si pensaba o me interesaría regresar a España.

Así, de pronto, a punto de partir en el Rimac de esa hospitalaria e inolvidable tierra, era sumamente difícil contestar sin una explicación previa que aclarara mi posición respecto a la posibilidad de volver a España.

Abusando de su tan probada bondad, he de hacer un poco de historia para que juzgue usted y me diga como amigo qué es lo que considera debo y puedo hacer.

Ya en 1913, fui contratada como primera actriz por el famoso empresario americano don Faustino Da Rosa y de la cual figuraba como primer actor el gran actor español Emilio Thuillier. Me presenté en el Teatro Odeón de Buenos Aires, donde, perdone usted mi inmodestia, obtuve un gran éxito de público y prensa, interpretando grandes heroínas del teatro universal. Cumplido mi contrato, regresé a España y el éxito obtenido en la Argentina, Uruguay y Chile me animó de tal suerte que, a partir de 1914, formé compañía propia actuando permanentemente en España y América solo con breves interrupciones para descansar, hasta fines de 1939, que resolví dejar de trabajar por tiempo indeterminado. Jamás pertenecí a ningún partido político. Mi amistad con personalidades políticas fueron siempre relacionadas con el teatro, ignorando en muchos casos su ideología.

En abril de 1931 se proclamó la República: mi trayectoria artística siguió siendo la misma y, como no tenía ningún compromiso con partido alguno, lo único que me interesaba era tener la misma libertad que hasta entonces había tenido, continuando la amistad con los buenos amigos, sin reparar en ideologías políticas. Desgraciadamente, al poco tiempo de instaurada la República, los enemigos de ésta pretendieron que cambiara mi manera de proceder y emprendieron contra mí una campaña verdaderamente indigna.

Como soy mujer de lucha artística y no de lucha política, porque nunca lo fui, me sentía incómoda en mi país y resolví realizar una larga gira por América, y el 31 de enero de 1936 embarqué con mi compañía en el puerto de Santander a bordo del vapor Orinoco, de la compañía Hamburguesa, con destino a la Habana. El proyecto era permanecer allí un mes y seguir después viaje a México, pero desgraciadamente a poco de llegar a Cuba, mi primer marido [Josep Arnall, Pepe] falleció víctima de una anemia perniciosa.

Fue para mí un momento terrible y pensé regresar a España inmediatamente para dejar de trabajar un largo tiempo, pero la responsabilidad de una compañía de treinta personas que había salido para realizar una gira de aproximadamente dos años, me hizo sobreponer al dolor y seguí a México para cumplir el contrato que tenía para actuar en el Teatro de Bellas Artes dependiente del Ministerio de Educación. Por la desgracia ocurrida, tuve que presentarme en México un mes más tarde de lo proyectado y lo hice el 16 de abril.

Durante los meses transcurridos desde que salí de España, tuvieron lugar unas elecciones generales en que triunfó el Frente Popular y, pocos meses después, elevaron a la Presidencia de la República a don Manuel Azaña.

En la compañía venía, como asesor artístico, el escritor Cipriano Rivas Cherif, cuñado del señor Azaña, acompañado de su esposa. El señor Rivas Cherif era mi asesor artístico desde mucho antes de la República y actuó como actor de mi compañía, en la temporada de 1927-1928, en el Teatro Fontalba de Madrid.

Al ser elevado el señor Azaña a la Presidencia de la República, se interesó por el regreso a España de sus hermanos políticos y éstos decidieron hacerlo en los primeros días de julio, invitándome además el señor Rivas Cherif a que yo diera por terminada mi gira artística en México en el mes de agosto de aquel mismo año 1936 para embarcarnos en septiembre y presentarnos en octubre en el Teatro Español de Madrid. Contesté al señor Rivas Cherif mi firme resolución de continuar la gira por América y así lo hice, volviendo de nuevo a la Habana, luego a Colombia, a Lima, donde me presenté el 3 de enero de 1937, y seguí a Chile, Argentina, Uruguay, etc.

¿Qué motivó mi firme determinación de no regresar a España? Creo que Dios me iluminó evitándome ver con mis propios ojos la tragedia de una guerra civil espantosa en mi país. Pero, en aquel entonces, por qué no decirlo, la explicación que yo me daba a mí misma, era cierta amargura por la campaña ignominiosa que se me había hecho y no quería de ninguna manera aparecer como una actriz que necesitaba del favor de los amigos que estaban en el Gobierno para que se me diera la concesión del Teatro Español, concesión que había disfrutado en varias temporadas durante la Monarquía.

La campaña en mi contra iniciada en España tenía ya repercusión en América antes que se produjera el movimiento revolucionario; en Habana y México encontré un ambiente hostil por parte de los españoles anti-republicanos, obedeciendo sin duda órdenes de España.

Durante la Guerra Civil no hice más que permanecer fiel a un Gobierno legalmente constituido y leal con los amigos que figuraban en él. No hice otra cosa y, si dediqué alguna función a beneficio del Gobierno republicano, pedí siempre que lo recaudado se invirtiera en la compra de alimentos para los niños necesitados.

Desde fines de 1939 quedé radicada en Chile, donde contraje segundas nupcias, y en 1940 recibí una carta de mi administrador en Barcelona, pidiéndome enviara urgente un amplio poder a determinada persona, un viejo amigo mío procurador de los Tribunales de dicha ciudad, puesto que se me iba a procesar por responsabilidades políticas. Mi marido envió el poder acompañado de una carta y cuya respuesta fue la que sigue:

Barcelona, 16 de agosto de 1940

Señor don Miguel Ortín
Santiago de Chile

Distinguido amigo: acuso recibo a la suya del día 4 a la que acompaña una escritura de poder completamente innecesaria, a mi entender, ya que, a todas las personas que me han hablado del asunto a que puede referirse pendiente ante el Tribunal de Responsabilidades Políticas, les he hecho presente mi opinión de que el asunto es completamente impopular e indefendible y que nada creo pueda hacerse, opinando que la condena puede ser grave.

Yo siento hablarle así, pero no puedo hacerlo en otra forma, ya que ello repugnaría a mi conciencia de español y a mi modo de ser recto y honrado.

Mucho me satisfacen las noticias que respecto a usted me da y, con el deseo de verle pronto por nuestra querida y gloriosa España, se despide su verdadero amigo y servidor q. e. s. m.

(Firma)

 

Después de esta carta, no tuve más noticias que las publicadas por un cable de una agencia noticiosa en la prensa de Chile y en la de otros países americanos. La noticia daba cuenta de que yo había sido procesada y condenada por el Tribunal de Responsabilidades Políticas, a la confiscación total de mis bienes y a extrañamiento a perpetuidad.

La incautación fueron tres edificios de apartamentos, dos de ellos que pertenecían a mi difunto esposo; otro que estaba a nombre mío; la casa particular donde vivíamos en Badalona; la caja de seguridad que teníamos arrendada en el Banco Hispano Americano, también de Barcelona; y, en fin, la incautación fue de todos mis bienes conocidos.

¿Cree usted, mi buen amigo, que ante semejante atropello puedo tener deseos de volver a España siguiendo el mismo régimen que lo ha cometido y con el cual ningún amigo se atrevió a defenderme?

Después de lo ocurrido, lo que tendrían que hacer las autoridades sería averiguar los motivos que impulsaron al Tribunal de Responsabilidades para procesarme y condenarme.

No quiero molestarle más, mi querido y buen amigo. Discúlpeme por haberme extendido más de lo que pensaba, pero sólo a una persona como usted me atrevería a escribirle de este asunto y mucho le agradecería me contestara unas letras cuando tenga lugar para ello.

Cariñosos recuerdos de mi marido y abrazos a su esposa, a Mocha y a usted de su buena amiga,

Margarita Xirgu

[P.S.] S / C. Renato Sánchez, 779. Santiago – Chile  (Xirgu 2018: 225-229).

 

 III

La tercera y última carta que he seleccionado está fechada en Santiago de Chile el 17 de febrero de 1949 y dirigida de nuevo a Cipriano de Rivas Cherif, quien había sido detenido en Francia por la Gestapo alemana en 1940 y entregado a las autoridades franquistas. Tras un juicio sumarísimo, lo condenaron inicialmente a pena de muerte, conmutada luego por pena de prisión. Rivas Cherif, entre la carta del 6 de septiembre de 1939 y esta segunda, diez años posterior, había padecido las cárceles franquistas y únicamente en 1947 pudo exiliarse en México (Aguilera Sastre-Aznar Soler 1999: 363-386). Firmada por “Margarita” y “Miguel”, aunque probablemente escrita por Ortín (“En 1941, después de pasar año y medio en el campo, donde nos quedamos porque Margarita se sentía muy agotada y bastante enferma”), se trata de una de las cartas más extensas y valiosas para reconstruir, entre 1941 y 1949, la trayectoria escénica en su exilio americano de la actriz. Una carta dirigida, no lo olvidemos, a su antiguo amigo y director de escena, en donde, entre otras cosas, destaca la calidad dramatúrgica del joven José Ricardo Morales (Morales 2009), republicano español exiliado en Santiago de Chile con quien mantuvo una valiosa correspondencia (Aznar Soler 2014), “uno de los autores más interesantes que hemos conocido y que es una pena que no pueda estrenar las cosas que escribe”:

A Cipriano de Rivas Cherif
Santiago de Chile, 17 de febrero de 1949

Querido Cipriano:

Hemos recibido con gran alegría su extensa carta fechada el 30 de enero último. Le hemos agradecido también todo lo que nos cuenta de sus hijos y comprendemos lo felices y orgullosos que, lo mismo Carmen que usted, deben sentirse junto a ellos, todos reunidos, después de tantos años de separación. Esperamos recibir la foto de nuestra ahijadita que Carmen tiene la intención de enviarnos.

Nos admira, aunque no nos sorprende, todo lo que ha hecho de teatro en el tiempo, relativamente corto, que lleva en México. Por experiencia sabemos el trabajo que cuesta hacer algo en estos países de América, para que salga medianamente.

En 1941, después de pasar año y medio en el campo, donde nos quedamos porque Margarita se sentía muy agotada y bastante enferma, llegaron a Santiago los últimos refugiados en la Embajada de Chile en Madrid, entre los que estaban Santiago Ontañón, Edmundo Barbero y el periodista Antonio Lezama: Margarita ya estaba bastante repuesta y ellos nos animaron para abrir una Escuela de Arte Dramático, que conseguimos fuera auspiciada por la Municipalidad de Santiago; no conseguimos ayuda económica, pero sí que nos ofrecieran disponer de una magnífica sala en el Teatro Municipal, sólo con el inconveniente de no tener escenario, pero las representaciones las dimos en el Teatro Municipal y ya era mucho contar con un local gratuito para clases y ensayos. Conseguimos que se inscribieran alrededor de cincuenta alumnos y con lo que éstos pagaban y las representaciones que dimos, cubrimos los gastos del montaje de las obras y cobramos un sueldecito que nos permitía vivir. En este año se representó El enfermo imaginario de Molière, actuando Barbero como protagonista y los demás, todos alumnos de la escuela. El segundo programa fue dado todo por alumnos, El Paquebot Tenacity, de Charles Vildrac, consiguiendo en ambas una buena interpretación y con unos decorados muy buenos que hizo Ontañón.

La Dirección de Extensión Cultural hizo gestiones para que pasásemos a depender de ese organismo y en 1942, con un mayor número de alumnos, pero menos seleccionados, pudimos representar El matrimonio, de N[ikolái] Gogol, un segundo programa con El bello indiferente de Cocteau y Cuento de abril de don Ramón del Valle-Inclán. Siguió una obra de autor nacional, Santiago del Campo, ¡Que vienen los piratas!…, después El sí de las niñas de Moratín, un programa compuesto por una Égloga de San Juan de la Cruz, El juez de los divorcios de Cervantes, y el estreno de una autora nacional, Gloria Moreno, que titulaba Nocturno. Y, por último, en un Congreso Mariano, hicimos una representación de los Pastores de Belén de Lope y el Auto de las donas que envió Adán a Nuestra Señora.

Margarita Xirgu y Amelia de la Torre en 1937 en Chile.

Margarita Xirgu y Amelia de la Torre en 1937 en Chile. 3

Dependiendo de Extensión Cultural no nos encontrábamos a gusto y como para la temporada de 1943 el Presidente del SODRE de Montevideo, invitó a Margarita para dirigir una temporada de Teatro Nacional durante tres meses, aceptó con la condición de representar un cincuenta por ciento de obras extranjeras y llevar también un cincuenta por ciento de actores españoles, condición que aceptaron, y nos acompañaron en esa temporada, además de [Edmundo] Barbero, [Enrique] Álvarez Diosdado, [Andrés] Mejuto, [Gustavo] Bertot, Helena Cortesina, Amelia de la Torre, Isabel y Teresa Pradas y también [Santiago] Ontañón como escenógrafo. Debutamos con Numancia de Cervantes en un arreglo de R. Alberti y como el SODRE cuenta con orquesta, ballet y coros, pudimos hacer un magnífico espectáculo. Otro espectáculo que quedó muy bien fue El gran teatro del mundo. Luego, además de El enfermo imaginario y El matrimonio de Gogol, estrenamos una bonita obra de Jules Supervielle, que escribe en francés, por haber vivido toda su vida en París, pero como por accidente nació en el Uruguay, está considerado como autor nacional: la obra se titula El ladrón de niños. A esta obra siguió Alto alegre de Justino Zavala Muñiz, Sinfonía de los héroes de Eduardo Bianchi y El artista y el hombre de Clotilde Luisi y José María Podestá. Finalmente, organizado por el Centro Republicano de Montevideo y para celebrar el 7 de noviembre, representamos Mariana Pineda; seguimos por el interior del país hasta fin de año y en 1944 empezamos una temporada en el Teatro Municipal de aquí de Santiago, pasando después al Teatro Avenida de Buenos Aires, donde estrenamos El adefesio de R. Alberti y después de algunas reposiciones de las obras de Federico, estrenamos La dama del alba de Alejandro Casona. Allí estuvimos hasta fines de diciembre y en marzo de 1945 estrenamos en el mismo Teatro Avenida, La casa de Bernarda Alba y una obra de autor español, El embustero en su enredo, que se llama José Ricardo Morales, hombre joven que hizo toda la guerra en España, actualmente radicado en Santiago y profesor de la Universidad de Chile. Es éste uno de los autores más interesantes que hemos conocido y que es una pena que no pueda estrenar las cosas que escribe. Tiene ya terminadas una obra, Bárbara fidele, que pasa en la edad media, y tres actos sueltos modernos, que pueden hacerse por separado, pero que tienen cierta unidad; el programa lo titula La vida imposible y cada uno de los actos, De puertas adentro, Pequeñas causas y A ojos cerrados. Tiene además un arreglo de La Celestina que, como el presidente de la Comisión del Teatro Solís de Montevideo le pide a Margarita que vaya en esta temporada, cuando pueda, para dirigir una obra de teatro español, clásico o moderno y otra obra de teatro universal clásico o moderno que le interese dirigir, o dirigir e interpretar, en el caso de decidirse, le gustaría hacer la representación de La Celestina, pues en Buenos Aires con la severa censura que hay, no se puede pensar en hacer una obra como la citada.

La idea de construir un teatro para dar a conocer obras de autores que están en América, nos parece un acierto: desde hace años que venimos diciéndoles a los amigos republicanos de Buenos Aires, muchos de los cuales tienen medios para haberlo hecho, que era muy necesario tener un teatro español en América, pero nada se hizo en este sentido; quizás, si nosotros en vez de quedarnos tanto tiempo en Chile nos hubiéramos quedado en Buenos Aires, posiblemente la idea se hubiera convertido en una realidad.

En ese año de 1945, después de la temporada en el Teatro Avenida, fuimos a Montevideo y desde allí a Perú, donde permanecimos desde los primeros días de enero hasta el mes de mayo del 1946; luego actuamos en Santiago y provincias de Chile y en 1947 fuimos nuevamente a Buenos Aires para estrenar El zoo de cristal con Esteban Serrador, obra que hicimos también en Montevideo y con la que también nos presentamos aquí en Santiago a mediados de febrero del pasado año. Al terminar aquí fuimos a Mendoza, Rosario, Córdoba, Santa Fe, Paraná y Mar del Plata, dando por finalizada la actuación con Serrador, puesto que habíamos hecho la formación a base de El zoo. El 15 de octubre nos presentamos en el Teatro Argentino de Buenos Aires con Bodas de sangre, de la que dimos 83 representaciones y 32 de Rosita, terminando, con un calor insoportable, el 26 de diciembre.

Ahora tenemos todo dispuesto para salir para Buenos Aires el 21 del corriente para empezar los ensayos de La corona de espinas, de José María de Sagarra, obra con la que queremos presentarnos. Nuestro compromiso con la empresa del teatro es hasta fin de junio y pensamos debutar el 11 de marzo o pocos días después. Margarita tiene, como le decimos, el ofrecimiento de Montevideo, pero por el momento nada hemos resuelto definitivo y, en caso de aceptar, esperaremos a que usted nos llame, que desde luego iríamos encantados, porque además supondría que a usted las cosas le marcharían conforme a sus deseos.

Desde luego ha hecho muy bien en contar con nosotros para enviarnos un ejemplar de las Memorias de don Manuel (q. e. p. d.). No sé hasta qué punto podría perjudicarnos, si se sabe (que desde luego lo saben todo), el que figure el nombre en una obra de tanta significación política, y en estos días acabamos de mandar una escritura poder a un abogado de Barcelona para que pida la revisión de la causa y para que trate de conseguir la devolución de bienes. Usted haga lo que le parezca y nos lo dice, para ver en qué forma podremos hacer el giro, cosa bien complicada actualmente desde cualquiera de estos países, pero haremos averiguaciones para ver cómo podemos hacerlo.

Nuestra amiga, la beata Domitila Ibar, le manda muchos recuerdos; dice que no contestó su carta porque en realidad a quien iba dirigida era a nosotros y sabía que se la íbamos a contestar. Nos dijo también que había rezado mucho por usted.

Es bien curioso lo del odio de García Álvarez. Por no haber contado con él y su mujer para una temporada y con toda la tragedia que ha pasado, que siga con ese rencor. ¡Pobres de nosotros, si un día caemos en sus manos! ¿Sigue siendo tan malo como actor? Sabemos que Pedro Salinas ha escrito varias obras y creo que nos manda alguna. Pepe Bergamín, que está en el Uruguay, tiene La niña guerrillera, que le querían estrenar en el Teatro Solís de Montevideo, con la Compañía Nacional de Comedia y solicitaron a Isabel Pradas para la protagonista y a Margarita para dirigirla, pero que por nuestros compromisos no pudimos aceptar. Rafael Alberti escribió hace ya mucho tiempo para Margarita una obra en tres actos en verso que titula La gallarda, pero que tiene algunas dificultades de reparto, porque hay sólo una mujer y varios galanes, que es la cuerda precisamente que hay menos. Ya saben que estaremos en Buenos Aires hasta junio: si nos escriben, dirijan la correspondencia a Corrientes 1296, 70 ap. 72.

Muchos cariños a los chicos y abrazos a Carmen y a usted de

Margarita y Miguel (Xirgu 2018: 229-233)

 

En definitiva, el epistolario de Margarita Xirgu, las cartas y tarjetas postales escritas a lo largo de sesenta años –entre el 6 de mayo de 1909 en Barcelona y el 3 de abril de 1969 desde Punta Ballena (Uruguay), veintidós días antes de su muerte– que la actriz catalana remitió a su familia, amistades y a diversas personalidades de la escena y la cultura españolas e hispanoamericanas del siglo XX, constituye un documento excepcional para –al margen de la perspectiva mítica dominante en el imaginario colectivo, un mito válido tanto para el exilio republicano de 1939 como para el insilio antifranquista–, conocer mejor su intimidad, la auténtica personalidad teatral, política, religiosa, humana y vital de esta gran actriz catalana que en ocasiones solía decir y repetir en aquellos años de su exilio americano: “¡Qué sabios eran los griegos: no mataban, exiliaban”.

 

 

BIBLIOGRAFÍA
Aguilera Sastre, Juan y Aznar Soler, Manuel (1999), Cipriano de Rivas Cherif y el teatro español de su época (1891-1967). Madrid, Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España.

Aznar Soler, Manuel (1990), “Manuel Azaña, dramaturgo: el estreno de La corona”, en AAVV, Azaña. Madrid, Ministerio de Cultura, pp. 251-269.

—-, (2014), “Epistolario inédito de Margarita Xirgu-Miguel Ortín a José Ricardo Morales (1947-1965). Laberintos, revista de estudios sobre los exilios culturales españoles, 16, pp. 226-248.

Foguet i Boreu, Francesc (2002), Margarida Xirgu. Una vocació indomable. Barcelona, Pòrtic.

—-, (2010), Margarida Xirgu, cartografia d’un mite. Badalona, Museu de Badalona.

—-, (2012), “Margarida Xirgu y el exilio catalán”. Acotaciones, 29 (julio-diciembre), pp. 27-52.

Morales, José Ricardo (2009), Teatro, volumen I de sus Obras completas, edición, estudio introductorio y bibliografía de Manuel Aznar Soler. Valencia, Institució Alfons el Magnànim.

Rodrigo, Antonina (1974), Margarita Xirgu y su teatro. Barcelona, Planeta.

—-, (1989), “Margarita Xirgu en el exilio”. Cuadernos Hispanoamericanos, 473-474 (noviembre-diciembre), pp. 143-157.

—-, (1991), “Mragarita Xirgu: su labor pedagógica y teatral en el exilio”, en El destierro español en América. El trasvase cultural, edición al cuidado de Nicolás Sánchez Albornoz. Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario-Instituto de Cooperación
Iberoamericana, pp. 61-68.

—-, (1994), Margarita Xirgu. Barcelona, Círculo de Lectores (reedición: Barcelona, Flor del Viento, 2005).

Xirgu, Margarita (2018), Epistolario, edición y estudio introductorio de Manuel Aznar Soler y Francesc Foguet i Boreu. Sevilla, Renacimiento, Biblioteca del Exilio, Anejos-XXIII, 556 páginas.

 

Artículo siguienteVer sumario

Copyrights fotografías
  1. Fuente: www.margaritaxirgu.es↵ Ver foto
  2. Fuente: https://vidamaritima.com↵ Ver foto
  3. Foto: La Nación. Fuente: www.margaritaxirgu.es↵ Ver foto

www.aat.es