Entrevista a Susana Sánchez

por Asociación de Autores de Teatro — jueves, 19 de febrero de 2015

Febrero 2015
Por Yolanda Dorado

Susana Sánchez- dramaturga, comediógrafa, crítica teatral, actriz, titiritera-  nos recibe en su Cueva de Clan de Bichos, inaugurada en Noviembre de 2014.

Yolanda Dorado: Clan de Bichos nace en el año 2008. ¿Cuál es la necesidad de formar esta compañía? ¿Cómo y porqué se crea?

Susana Sánchez: Clan de bichos surge de la pasión creativa de mi marido Ismael Moreno y la mía propia, desde al amor y el humor. Ambos somos teatreros hasta la médula, aunque también nos desarrollamos en otras disciplinas como el periodismo, la publicidad, la música, el cine, la televisión… Del mestizaje entre la cabeza europea y el corazón americano nace Clan de bichos: nuestros descendientes son cientos de criaturas, personajes, vestuarios, imágenes, títeres, objetos, palabras, canciones, máscaras, audiovisuales, cualquier tipo de artificio escénico que nos sirva para expresarnos e intentar construir un mundo mejor. Textos propios al servicio de una puesta en escena versátil y excesiva, surrealista, rococó. Construimos un teatro como portavoz de los derechos humanos, un teatro muy brechtiano, cañero,  que genere movimiento entre los espectadores. El universo de Clan de bichos es infinito y está en expansión.

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Susana Sánchez e Ismael Moreno

Y.D.: Además de teatro para público adulto, sois especialistas en teatro y educación en valores para niños y adolescentes, con espectáculos de denuncia y reflexión (“Tiempo vital”  sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, “¿¡Qué mosca te ha picado!?” sobre el derecho a la salud, “Justo lo que busco” sobre consumo responsable, “¡Tú la llevas!” sobre protección del medio ambiente) que han llegado a más de 40.000 espectadores. ¿Cómo le llega al niño o al adolescente el mensaje que queréis transmitir?

S.S.: Exactamente igual que a cualquier persona: desde la entrega total. No es sólo un discurso claro y directo (“las personas son más importantes que el dinero”), sino que nos ven cantar, travestirnos, jugar con muñecos, machacar la guitarra, sudar. Hay que ofrecer un espectáculo atractivo, disparador, visualmente llamativo. Como toda “egebesina” soy hija de las aventuras de Steven Spielberg, George Lucas, Jim Henson, Tim Burton. Espectadora ávida de cine y tele tanto o más que de teatro, como el público. Y esos son los ritmos de acción que manejamos: el del zapping. Además, en el caso concreto de los adolescentes les puede interesar cualquier tema, según cómo se lo cuentes, y no sólo el tan manido acoso escolar o las fobias supuestamente habituales a esa edad. Los adolescentes nos encantan, tienen un potencial brutal, sobre todo en idealismo. Pero hay que darles para adelante, animarles para que trabajen por sus sueños, y motivar que en esos sueños se incluya la elección del hacer el Bien frente a la elección de no hacerlo: que con o sin pantallitas de por medio hagan la revolución para intentar mejorar el mundo. Porque además esta generación de adolescentes es única en la historia de la Humanidad: todos los adolescentes del mundo habrán sido más o menos rebeldes, pasotas, hormonalmente alterados, salidos, irresponsables, asustados o despistados, pero esta generación tiene 2 herramientas que hasta hace una poco más de una década sólo tenía James Bond: alta tecnología a su disposición, como por ejemplo cámara digitales de alta definición en el móvil, y capacidad de difusión de punta a punta del planeta, internet. El uso que le den dependerá de la solidez de sus cimientos éticos. Los adolescentes son un público muy exigente, rápido,  hiperestimulado, saturado de información, la generación digital. El teatro es una herramienta extraordinaria para la educación en valores: el espectáculo en vivo y en directo es el mejor 3D.

Y.D.: Habéis estrenado un local en el centro de Madrid “La Cueva de Clan de Bichos”. Lo habéis hecho con un espectáculo de teatro de objetos y títeres construidos con objetos reciclados: “Como una regadera”. Un despliegue creativo para denunciar la injusticia social. Lleváis más de 150 funciones. ¿Cuál está siendo la respuesta del público?

S.S.: Excelente. La Cueva es un espacio singular para que el público y otros profesionales nos puedan encontrar, un espacio propio donde seguir experimentando. En «Como una regadera» sacamos más de 50 personajes con gran diversidad de técnicas: teatro de objetos, títeres, teatro negro y de sombras. Ante tal exceso de ritmo y color los más pequeños, incluso los bebés, se quedan muy colgados con el espectáculo. Los más mayores, entre 4 y 9 años, entienden mejor los chistes, y sus padres y abuelos, de 30 a 80 años, empatizan con el leit motiv: unos chorizos roban la pasta y los utensilios cotidianos de la cocina cobran vida cuando se “nos va la olla” persiguiéndoles para conseguir que Mamá Olla vuelva  a estar llena y pueda dar de comer a su familia. Al temazo los medios lo llaman “desnutrición infantil”, pero sin eufemismos su nombre es «Hambre».

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La Cueva

Y.D.: ¿Cómo surgen vuestras ideas? ¿Cómo es el proceso creativo entre Ismael Moreno y Susana Sánchez?

S.S.: Surgen porque es nuestro trabajo, generar ideas y llevarlas a escena. Surgen porque si no nos moriríamos de hambre y tengo 2 hijas y un hijastro que mantener. Además Ismael y yo estamos en este mundo para hacer exactamente esto, porque la mirada de Clan de bichos es además una opción personal, trabajar en esta dirección y no en otra: teatro transformador, que hable de lo que pasa aquí y ahora, entendiendo el aquí como todo el planeta. Estamos haciendo el teatro que tenemos que hacer. El proceso creativo de Clan de bichos surge del poderosísimo instinto de Ismael Moreno, que es un artista plástico brillante, escenógrafo premiado en su país de origen, Uruguay, con mucho oficio pero además el don del talento, que no se puede aprender. Su proceso creativo parte de un objeto, de un vestuario, de un material, y desde ahí nace el personaje. Un proceso a la inversa y muy afín al de los surrealistas. En mi caso intento que además se entienda lo que contamos, manejo las palabras, armo las estructuras, eso sí: con el humor sobre todas las cosas, el absurdo, la farsa, el cabaret. Los dos componemos, los dos cantamos, los dos actuamos, los dos estamos locos. ¡Cómo una regadera! Ismael pinta y yo escribo, y al hacerlo no somos naturalistas, porque la estilización levanta el vuelo y el teatro es un medio que permite deformar la realidad para hablar con más profundidad sobre ella. Por eso me alejé del periodismo: para contar lo que pasa desde la ficción, porque este proceso creativo me resulta mucho más divertido. Ahora: uno no escribe como quiere, sino como puede. El estilo que tienes se elige hasta cierto punto. Si te dejas llevar es el estilo el que te elije a ti, y eso es muy tranquilizador. Hay que trabajar mucho, mucho, y al escribir dejar ver qué sale, sin miedo a cortar, tirar, siempre en beneficio de la puesta en escena.

Y.D.:  ¿Cuál es tu opinión acerca del teatro para niños y adolescentes que se hace en España?

S.S.: Para niños hay mucho y variado. Hasta los 12 años los llevan sus padres y muchos han visto más teatro en su infancia del que verán el resto de su vida. Para adolescentes hay poquísimo y cargado de topicazos. Luego hay un intruso nuevo: el teatro en inglés, del que reniego especialmente. El teatro en inglés es una mierda porque ha sustituido el teatro en español. En la mayoría de los centros educativos de ESO y Bachillerato se ha dejado de representar a Cervantes, Lorca, Valle-inclán, Mihura, Calderón, Tirso de Molina, Lope de Vega, Jardiel Poncela, Alvárez Quintero, Fernán Gómez, Arrabal…  ¡o un mísero Sánchez! a cambio de “this is the window, that is a flower”… Porque ni siquiera se quita nuestro teatro por hacer un Shakespeare, no, sino por montajes con vocabulario muy básico y poca calidad escénica, en general. Así que odio el teatro en inglés y me cago en la política de bilingüismo vigente en nuestro país, que desplaza y subestima el español, el segundo idioma más hablado en el mundo con casi 500 millones de nativos, sólo por detrás del chino mandarín. Hay que ser muy Quijote para seguir escribiendo teatro en castellano.

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Como una Regadera

Y.D.: Como autora, ¿cuál es para ti el mejor momento de la creación?

S.S.: Cuando estoy escribiendo y  encuentro la pieza que faltaba para acabar el puzzle. Cuando me río en voz alta de lo que escribo en el momento en que lo estoy escribiendo. Cuando un actor está tan loco como para memorizar esa gran cantidad de palabras que yo escribí. Cuando canto una canción de Clan de bichos ante 10 espectadores o ante 500 espectadores. Cuando el títere Irú que yo manejo, improvisa discursos anticapitalistas y la gente le escucha, se emociona, sorprende y reflexiona.

Y.D.: Eres desde hace tiempo miembro de la AAT, participas activamente en sus actividades, eres docente en el Master en la asignatura de Teatro infantil y juvenil… ¿Qué crees que debería hacer la Asociación por el autor que todavía no está haciendo?

S.S.: Ayudar a representar los textos de sus autores. Escribir es una tarea íntima, solitaria. Para escribir no hace falta una asociación. Para publicar los textos y ayudar a difundirlos sí, y en ese sentido alabo y agradezco mucho el trabajo de la AAT. Pero no se trata sólo de fomentar la literatura dramática, sino de hacer teatro con textos de autores españoles contemporáneos, vivos. Presionar a las instituciones públicas para fomentar su presencia en la cartelera nacional. Poner en contacto compañías y autores… En mi caso estreno mis textos en Clan de bichos, salvo alguna obra de encargo como Café o Siempre Fiesta con la Cía. Cuarta Pared,  pero para el autor que no está ligado a una compañía teatral, es durísimo, casi imposible, estrenar.

Y.D.: ¿Cuál es el próximo reto de Clan de Bichos? y ¿Cuál es el próximo sueño de Susana Sánchez?

S.S.: El reto de Clan de bichos es seguir, seguir y seguir. Ismael dice que desciende de Juan Martín “El Empecinado”, y yo de aceituneros de Jaén, agárrense que ahí vamos. Lo próximo es otra obra para adolescentes y para “mayores” una puesta sobre los personajes de la comedia del arte traídos al hoy, rescatando su lado más cómico, lujurioso y feroz. El artesano uruguayo Jorge Añón es el creador de las máscaras, os van a sorprender. Hay  Clan de bichos para rato, porque además nuestras hijas India y Julieta, de 7 y 3 años respectivamente, se saben «Como una regadera» de memoria y están deseando que me coja una gripe para sustituirme. Mi sueño personal, recorrer el mundo con nuestro teatro, viajar y conocer otras realidades, otros públicos, otros paisajes, escenarios vitales. Y escribir, algún día, una comedia genial de esas con las que uno se ríe a carcajadas y es más feliz.

Toda la información en www.clandebichos.com


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