N.º 6 Jugando al teatro. Teatro para niños y jóvenes

sumario

Ironía, intriga y parodia para adolescentes

 
 
Isabel Lozano
Doctora en Filología Española y profesora del IES Jaime Ferrán Clúa (San Fernando de Henares)

DE CASSO, Alberto, Lo que no se enseña; GUILLÉN, Fusa, La noche de Samaín; FERNÁNDEZ, Nieves, 1/5 de abuelo.
Madrid, Asociación de Teatro para la Infancia y la Juventud ASSITEJ España, 2013
ISBN: 978-84-616-4718-7.

 

La colección de teatro ASSITEJ España edita en un solo libro tres obras para jóvenes. Así se percibe a simple vista desde la portada, que muestra una fotografía en blanco y negro de adolescentes tumbados en el suelo. Tres piezas dramáticas independientes que tienen en común no solo el destinatario sino el emisor, pues están escritas por profesores. Parece que el binomio autor /profesor, que ha dado muy buenos resultados -Juan Luis Mira, Maxi de Diego o Javier de Dios entre otros muchos-, se consolida en la literatura dramática juvenil, probablemente como respuesta a la urgencia de textos. Si bien todas ellas parten de la reflexión sobre la sociedad actual, el tratamiento dramático y los temas ofrecen un abanico amplio para distintas edades madurativas.
Alberto de Casso Basterrechea reflexiona en Lo que no se enseña sobre un tema polémico, el derecho de las jóvenes musulmanas a llevar hiyab en el instituto. El debate que promueve en el joven lector o espectador surge de las distintas actitudes de los profesores, equipo directivo y alumnos ante el problema que les plantea Amal, la estudiante musulmana. Lo cierto es que el retrato de la comunidad escolar es demoledor: lejos toda dedicación, vocación y cualificación, los profesores de la obra son cretinos, hipócritas, sometidos a directrices de inspectores, mediocres en sus competencias e incluso xenófobos. Ya desde el título con el doble sentido del verbo enseñar se evidencia la crítica. Tan solo la Profesora de Historia se comporta como cabe esperar, y por ello se convierte en la verdadera víctima. No obstante, aunque hay escenas casi inverosímiles, como cuando la directora desatiende a la Madre rumana cuyo hijo sufre amenazas constantes. La trama parte de una propuesta naturalista, con dos espacios escénicos alternantes: uno exterior, el parque donde charlan los tres alumnos y otro interior, despacho y sala de profesores; así mismo los diálogos informales de unos y otros son ágiles, veraces y muy divertidos. A ello contribuye el sarcasmo que caracteriza a algunos personajes, especialmente al Profesor de Filosofía, el de Inglés, o la de Gimnasia, pero también el tratamiento de todos ellos como meros tipos con defectos: tonta, pijo, escéptico, vago, arribista, etc., hasta el extremo de dar nombre al personaje en virtud de su rasgo esencial, como ocurre con el Profesor Silencioso. Esta simplificación, sin embargo, logra un divertido sainete que permite la crítica mordaz del sistema educativo y de muchas decisiones políticas, como la prolongación de la edad de jubilación: “Me encanta. Tendremos a bellas y abnegadas interinas que nos cambien los pañales entre clase y clase mientras nos acompañan con andadores” (De Casso, 2013: 63). El esquematismo afecta a todos los personajes, tipificados por la materia que imparten o por el cargo, al igual que los otros chicos: Alumno 1, el acosador, y Alumna 2, la estudiante sin muchas luces ni personalidad.
Apenas se rompe este tono desenfadado y jocoso de los profesores en ciertas escenas en que aparece Amal: así en la segunda, en la que en un extenso monólogo explica su decisión de llevar velo y la incomprensión que genera en los demás; en la sexta, en la que tiene una pesadilla erótica descrita en la acotación; y en el epílogo, que deja en palabras de la estudiante musulmana la verdadera resolución del conflicto, pues desmiente el final feliz que hemos visto en escena y en el que buena parte del claustro termina decantándose a favor de la libertad de la muchacha.
El texto se articula en siete escenas y un epílogo, ciento cuarenta y seis páginas, y catorce personajes. Aunque se escapan algunos términos en desuso (Enseñanza Media por Secundaria, Profesor de Gimnasia por Educación Física, Profesor de Lengua por Lengua y Literatura), el lenguaje informal alude a la actualidad inmediata, desde el reguetón, o twittera Lady Gagá, y tampoco evita otras referencias culturales (Maquiavelo, Margaret Tatcher, sintaxis dadaísta, el Caudillo, Felipe González), o un léxico culto (ágrafo, iconoclasta, secular, infibulación, talibán…). Parece, pues, una obra adecuada para los últimos cursos de Secundaria.

Fusa Guillén nos ofrece La noche de Samaín, una intriga ambientada en Galicia, espacio de resonancias míticas y mágicas, idóneo para una trama de miedo, que atraerá al lector adolescente. El desafío entre dos muchachos, Juanjo (madrileño) y Roque (gallego), por demostrar quién tiene más valor es motor del conflicto. Juanjo, su hermana Sole y su amigo Telmo viven una magnífica aventura, atrapados casualmente por el fantasma de Rosalía a quien deben ayudar. Tendrán que hacer llegar a la casa abandonada donde habita desde hace décadas el espíritu de Rosalía al causante de su dolor, un joven con una cicatriz en el rostro. Su inquietante historia conecta sorprendentemente con la vida de estos chicos. A kilómetros y décadas de distancia el problema se repite: un acosador y una víctima. Sin embargo, esta vez, Juanjo aprende de la experiencia de otros y evitará repetir sus errores.
Entre sus muchos aciertos, la pieza recrea el ambiente de la fiesta de Samaín, la noche del 31 de octubre, en Cedeira, sus tradiciones (collares de zonchos, calabazas, magosto, gincanas) y a sus gentes, que hablan gallego, por lo que Telmo debe traducir en ocasiones a sus amigos. Ello permite una polifonía de personajes entrañables como el cartero Ramón, que conoce a todos los vecinos y ayuda a los chicos a encontrar a Cristóbal, causante del mal de Rosalía.
Similar a la pieza anterior en la estructura en escenas, dieciocho en este caso, o en el número de personajes, quince en esta ocasión, así como la extensión, ciento treinta y una páginas, aunque aquí se prescinde de monólogos o parlamentos largos y, en general, las intervenciones son brevísimas, por lo que su lectura es muy dinámica. De hecho, el cambio de espacio escénico también contribuye a acelerar el tempo, que forma parte de la propia trama, pues el objetivo debe alcanzarse antes del amanecer. El predominio de un vocabulario informal y la propia estructura lineal, enmarcada en el viaje a Galicia de los hermanos protagonistas, plantea un esquema de sencilla inferencia: acoso de Juanjo hacia el estudiante boliviano Amaru, analogía con respecto a Rosalía y Cristóbal, y transformación del protagonista, arrepentido y escarmentado, con lo que el conflicto se resuelve felizmente. Así pues, la obra puede comprenderse en los primeros años de Secundaria.
Finalmente, la obra de Nieves Fernández Rodríguez, 1/5 de abuelo, rompe con el naturalismo y se acerca a la parodia simbolista, más frecuente en el teatro para niños. También otros elementos estructurales parecen vincularla a la etapa preadolescente: se acorta ligeramente el texto (noventa y una páginas), y son cinco los actores necesarios, tres de ellos desdoblados en cinco personajes. Además de tratarse de un texto algo más breve, los elementos escénicos están al servicio de la compresión, de forma que la palabra cede peso a los aspectos no verbales.
La obra reflexiona sobre el papel de los abuelos en la familia actual, censurando la falta de respeto con la que se les trata al anular su libertad y capacidad de decisión con demasiada frecuencia. En el primer acto se plantea el problema: la soledad del abuelo que hace necesario que abandone su casa y viva con sus hijos, pero se aborda con elementos simbólicos como una danza con su bicicleta o una charla con Doña Memoria. En los actos siguientes cinco familias, cada una de un color, se hacen cargo del abuelo viudo. Ahora, junto al cromatismo, la música delimita el cambio de actos, así como en la escenografía, al emplear pancartas con numeración para poner explícitamente en relación el título de la obra y su trama. De este modo, la repetición de la acción es el eje que vertebrador: llegada del abuelo a la familia, reacciones y rápido traslado a la siguiente familia. La convivencia no funciona en ningún, caso aunque por distintos motivos: falta de intereses comunes, exceso de tareas encomendadas, maltrato de los nietos, falta de espacio, distancias enormes. El acto VII cierra la obra con la desobediencia del anciano, que decide viajar en globo con una mujer con la que quiere compartir sus últimos años. Con todo, predomina el tratamiento paródico, y los personajes son marionetas, como observamos en los nombres de los personajes, Hijo Azul, Nuera Azul, Nieto Azul, Novia Multicolor, etc., o sus cambios instantáneos, como el enamoramiento súbito del anciano. No faltan otros elementos característicos del teatro para niños, como la apelación e intervención del público, con quienes el abuelo comparte sus globos, sus flores, sus pajaritos y su tarta de cumpleaños, y la explicitación del mensaje en palabras del abuelo al final de la pieza.
Parece que al igual que en la novela juvenil, la literatura dramática para adolescentes perfila claramente una oferta especializada para cada edad.

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