25 Aniversario AAT

por Asociación de Autores de Teatro — miércoles, 15 de julio de 2015

El 1 de junio de 2015 tuvo lugar en el Teatro María Guerrero la celebración del 25 Aniversario de nuestra Asociación.

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Tras la presentación, a cargo de Ernesto Caballero, director del CDN, y tras un emotivo discurso del nuevo presidente Ignacio del Moral, se procedió a la lectura de fragmentos de Las Meninas, de Antonio Buero Vallejo, La camisa, de Lauro Olmo, El pájaro solitario, de José María Rodríguez Méndez y El último dragón del Mediterráneo, de Alberto Miralles. Los cuatro autores han sido presidentes de la AAT.

Las lecturas fueron interpretadas por 22 autores que, con suma generosidad, cedieron su tiempo para este acto. Participaron: Luis Miguel González Cruz, Concha Gómez, Yolanda García Serrano, Alberto de Casso, Susana Sánchez, Paloma Pedrero, Julio Escalada, Guillermo Heras, Yolanda Dorado, José Luis Miranda, Santiago Alonso, José Luis Alonso de Santos, Alberto Conejero, Santiago Martín Bermúdez, Diana Luque, Ignacio Pajón, Ignacio García May e Ignacio del Moral.
La dirección de las lecturas corrió a cargo de los dramaturgos Ernesto Caballero, Guillermo Heras, Denis Rafter y Javier de Dios.

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A continuación Jesús Campos, nos presentó un vídeo titulado «Suma y Sigue» en el que se resume la actividad del Asociación durante estos 25 años.

CLIP DEL VÍDEO

Extracto del discurso del Presidente de la AAT, Ignacio del Moral.

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Viéndoos aquí reunidos es difícil creer, excepto para quienes vivieron y padecieron la circunstancia,  que hace 25 años la existencia del autor teatral español no sólo era difícil y precaria (eso lo sigue siendo actualmente) sino que era puesta en duda por buena parte de los responsables, públicos y privados, administrativos y artísticos, del hecho teatral. La frase “no hay autores” se erigió en un mantra que, con insidia goebbelsiana, intentaba hacerse verdad.

Políticos, empresarios; también muchos directores, críticos, consideraban que el autor teatral era un especie o bien extinta o bien a extinguir.  Incluso los había dispuestos a prestarse a la tarea.

La Asociación nace, pues -bajo el amparo generoso de la ACE, de la que formamos parte- con una tarea más urgente que ninguna otra: La de reivindicar el hecho elemental de que estábamos aquí, que siempre habíamos estado y que posiblemente seremos los últimos en irnos.

Una vez establecido este hecho, vino lo siguiente: pedir la palabra, la voz y, finalmente, el voto en las instancias de decisión de las políticas teatrales. Y en esto se empeñaron, con esfuerzo formidable, nuestros presidentes y miembros de las Juntas Directivas a lo largo de estos 25 años.

La Asociación luchó y sigue luchando por el reconocimiento, difusión y puesta en valor de los autores españoles vivos. Lucha por que tengan presencia en los escenarios, por que sean publicados, traducidos,  estudiados y,  claro está,  representados.

Pero hay algo más, otra dimensión en cierta forma tan importante como las que he mencionado anteriormente: la Asociación ha creado conciencia grupal, ha servido de lugar de encuentro y convivencia entre autores de diferentes estilos, procedencias, edades, tipo de formación, o práctica profesional.

Por la propia naturaleza de su trabajo, tan íntimo, tan solitario, el autor teatral tendía tradicionalmente al aislamiento, a entender su lucha personal como un esfuerzo privado, a menudo en competencia con los demás.  La Asociación les hizo a muchos cambiar este enfoque, haciéndoles comprender que forman parte de un colectivo con problemas comunes, solidario, en el que el éxito de uno de sus miembros beneficia a todos.

La Asociación tuvo desde el principio, por tanto,  vocación de ser un espacio de intercambio de experiencias, de comunicación, de puesta en común y de convivencia de generaciones en congresos, talleres, lecturas o celebraciones como la del maratón de monólogos que celebramos hace sólo unos días.

Hoy en día, 25 años después nadie duda de la existencia de los autores españoles: son una realidad contundente, rica, polifónica, ineludible en el concierto de  nuestra cultura. Esto no se debe sólo, naturalmente, al trabajo de la AAT: se debe al trabajo de los propios autores, a su talento, a su tesón, y también a la complicidad que han sabido encontrar en directores, actores, compañías, editores: nuestros aliados indispensables. 

En los últimos años ha surgido una pléyade de asombrosos autores y autoras de las que yo me siento particularmente orgulloso. Son ellos los que vienen no a relevarnos, sino a enriquecer la existencia de todos con sus puntos de vista, su audacia, su inteligencia y sus ganas.  A enseñarnos y tal vez a dejarse enseñar. No debemos malograr este inmenso capital de talento, cuyo desarrollo está en estos momentos apoyado casi en exclusiva por las pequeñas y en general jóvenes compañías, por actores y directores y por responsables de salas que, a cambio de casi nada y con enorme generosidad están prestando su tiempo, su espacio, su energía a dar voz a los textos de nuestros más jóvenes contemporáneos.  Y la gente, el  público, la sociedad, acude.

Esta Asociación, y este Presidente que les habla, están empeñados en la tarea de que el nunca del todo roto, pero siempre frágil encuentro entre los autores y la sociedad sea cada vez más sólido  y constante.  Necesitamos más espacios, más capacidad de riesgo, más apoyo.

Hoy es día de celebración y homenaje a la Asociación, de recuerdo y agradecimiento para quienes la presidieron: especialmente, y sé que no le gusta,  para Jesús Campos;

Día de buenos deseos para el futuro y para desear larga vida a la Asociación de Autores de Teatro.

Muchas gracias y buenas noches.


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